En la Escuela de Ingeniería

Las detenciones en la Escuela de Ingeniería*

Es muy probable que en junio y julio de  1973, los servicios de inteligencia que preparan el golpe hayan puesto en marcha una operación para detectar y alejar de la Armada a los marinos predispuestos a resistir órdenes de derrocar al gobierno. Esos meses los controles internos recrudecen. Antes, la regla de apuntar el nombre de las visitas a las unidades no se aplicaba a la letra. Ahora, toda persona que ingresa es rigurosamente anotada. Por esos meses, el grupo de la Escuela de Ingeniería se entera de que varios marinos reciben su desahucio, algunos recién llegados a las unidades, y se da cuenta de que los despedidos son los que tienen antecedentes de haber protestado alguna vez, explica Mariano Ramírez:

“ nos dimos cuenta que la Marina estaba sacando gente de diferentes reparticiones, que por sus antecedentes hubieran hecho reclamos que tenían que ver con las comidas, o que se hubieran enfrentado verbalmente con un oficial, que normalmente era un castigo de 15 a 20 días, ¿me entiendes? Pero como quedaba en la hoja de vida, todos aquellos que tenían una roja, fueron saliendo de la Marina” ([E] Ramírez, 2001).

Por su parte, Miguel González, instructor de electrónica, en varias ocasiones es seguido a la salida de la Universidad Católica, “ descaradamente”. Èsta da cuenta de que hay un trabajo sistemático para detectar al personal con ideas de izquierda; “hacían una labor de exploración para ir trazando un mapa de aquellos posibles líderes dentro de la tropa, y especialmente en las escuelas” ([E] Ramírez, 2001).

El 28 de julio, un día después del asesinato del edecán, el suboficial Triviño, conocido también por sus opiniones de izquierda, es alejado de su trabajo y de las tropas que comanda. El comandante Pinto lo llama para informarle de su traslado a Santiago. Mientras se despide de sus colegas, es vigilado por un teniente y además encuentra a otro oficial revisando sus archivadores. En Santiago, dice “no hacía nada, no me daban trabajo. Reclamé por eso” (Fajardo, 2000, 190).

El día antes de su detención, José Jara es asignado a una patrulla como tirador escogido. Durante la ronda, el teniente que va detrás lo amenaza, recordándole que marcha con una pistola en mano ([E] Jara, 2002). Su nombre ya está en la lista de los que serán detenidos el día siguiente.

Sábado 28 de Julio: ocho detenciones en la Escuela de Ingeniería

El viernes 27 de julio, el director de la Escuela de Ingeniería, Homero Salinas, envía una nota al comandante de la Primera Zona Naval, Toribio Merino, comunicándole que, “por información del servicio de inteligencia militar [no del naval] se ha tenido conocimiento que el siguiente personal ha tenido contactos o pertenece a grupos extremistas, por lo que se procede a detenerlos o a incomunicarlos”.

Siguen ocho nombres:

  • cabo 2°José Jara (cursos electricidad en el 2° año, 29 alumnos)
  • cabo 1° Carlos Alvarado (curso de perfeccionamiento de cabos mecánicos, 200 alumnos)
  • cabo 2° Abdón Villouta (cursos de perfeccionamiento en electricidad)
  • sargento 2° Ernesto Suenzen (instructor de electricidad y de intercomunicación)
  • marinero 2° (alumno de electricidad)
  • marinero 1° Nelson Córdova ( sigue el curso de combustión interna)
  • cabo 2° José Polanco (encargado de la sala de armas)
  • marinero 2° Miguel Muñoz (sigue el curso de electricidad).

El 30 de julio se agregan:

  • marinero 1° José Maldonado,
  • el cabo de la infantería de marina Rubén Bustos (Causa 3941, fojas 1 y 2).

Las detenciones en la Escuela de Ingeniería se inician el sábado 28 de julio, hacia las 11 horas, cuando se escucha por los parlantes: “Cabo Jara, tráigale el tráfico al comandante de la Escuela”. José Jara es conocido como hombre de izquierda, su actividad es demasiado abierta y tiene mucha confianza en sí mismo ([E] Ramírez, 2002), comenta Ramírez. Cuando Jara se acerca a la comandancia, advierte un camión de Infantería de Marina con varios infantes, y luego ve un infante armado en la secretaría del comandante. Jara lo saluda: “Buenos días mi comandante, le entrego el tráfico”. A lo que Homero Salinas responde: “ Jara, tengo información de los servicios de inteligencia de que Ud. es el representante de MIR en la Escuela de Ingeniería”. Sorprendido responde; “ No, realmente creo que está equivocado, no soy representante de ningún partido, nunca he militado en nigún partido, no tengo nada que ver con eso”. Intercambian algunas palabras y el comandante le dice: “ Bueno, para salir de la duda queda detenido. Yo lo voy a mandar al cuartel de seguridad Silva Palma para que sea interrogado y después veremos”.

Lo llevan al camión de la Infantería de Marina donde, bajo la lona, descubre a los miembros del grupo antigolpista más conocidos, detenidos como él. Jara piensa inmediatamente en los documentos políticos que tiene en su cajón. Mientras lo revisan, el cabo consigue deslizar las llaves del cajón y un colega jóven y le murmura: “anda y saca”. Al parecer el jóven marino algo retira, pero, pese a la limpieza, queda en su cajón su maletín donde guarda una agenda con tres números de teléfonos. Jara recuerda ahora los documentos políticos que tiene en su casa. Nada ilegal – precisa – son libros, como la Revolución de la Escuadra o Camino de Victoria , algunos ejemplares de El Rebelde y de Punto Final, “pero para ellos era un crímen”. Entre sus aprehensores hay un sargento de la Escuela que conoce a su suegro. Jara le da la llave de su casa pidiéndole que se la entregue a su suegro y le diga que saque todo.

El sargento cumple. En casa de Jara, en el cerro Los Placeres, se ejecuta quizá por primera vez la escena desesperada –que se repetirá miles de veces – de destruir diarios y libros que pueden ser utilizados como “pruebas” de tener ideas de izquierda. El suegro los hace desaparecer en un pozo séptico.

En realidad, los 10 detenidos son los marinos más activos del grupo y los más conocidos; toda la célula central del grupo y miembros de otras dos células: Cuando nosotros fuimos golpeados, fue golpeada la base mía, cayó completa, y otra base cayó la mitad y una tercera base que se cortó el vínculo. Pero se consigue mantener un cierto nivel de seguridad” ([E] Jara, 2002). Los detenidos son llevados al cuartel Silva Palma e incomunicados. Ahí comienzan los interrogatorios.

Los arrestos son conocidos rapidamente gracias a una red de solidaridad que se crea en torno a los detenidos. Para los marinos organizados urge informar de las detenciones a los partidos de izquierda. El MIR había organizado un dispositivo de emergencia: cuatro marinos (“Moair”, Guillermo Vergara, José Jara y Mariano Ramírez) conocen un número de teléfono donde comunicar informaciones urgentes. El teléfono pertenece a un conocido de Félix Vidal, próximo a las Juventudes Comunistas y colaborador del MIR. Por esa vía, el cabo Mariano Ramírez consigue informar de las detenciones.(Anexo 19). Pide a un “héroe incógnito” que llame al teléfono convenido e informe de las detenciones mediante la contraseña acordada, gesto que salva “vidas y materiales” ([E] Ramírez, 2005), afirma Ramírez, que muy prionto será detenido.

El MAPU también se entera de las detenciones. La noche del día 29, Leopoldo Luna va a casa del cabo Carlos Alvarado, con quien mantiene contactos regulares, y encuentra a su mujer afligida porque alguien la ha llamado para informarle que “pasó algo”  y su marido no ha llegado ([E] Luna, 2003). En el MAPU se inquietan, pues saben que hay algunos nexos entre los marinos detenidos de la Escuela de Ingeniería y los de los buques. Durante esa semana los mapucistas preguntan a los marinos de la escuadra si notan algún cambio de tono. Respponden que no hay nada nuevo.

La causa criminal 3941 por sedición o motín en las escuelas

La desición de abrir una causa es tomada por el almirante Toribio Merino, el 30 de julio,en su calidad de comandante en jefe de la Primera Zona Naval: “En relación de vinculaciones que personal de la institución haya tenido con elementos de tendencia política extremista y lo dispuesto en el reglamento 7-38/1 y 9-10/1” y designa fiscal a Samuel Ginsberg (Causa 3941, foja 3).

La acusación de relacionarse con políticos extremistas describe exactamente lo que el propio Merino y otros oficiales de su fracción están haciendo esos días, aunque con una diferencia mayor: los marinos han establecido contactos con civiles de los partidos de izquierda para defender al gobierno legítimo; en cambio, Merino y otros están en contacto con civiles de extrema derecha y con agentes de una gran potencia extranjera, para amotinarse contra él.

La lectura de la causa revela que los antecedentes proporcionados por el Servicio de Inteligencia Militar y el subdirector de la Escuela capitán de corbeta Edgardo Musso, son irrisorios. han detenido a los marinos conocidos por sus ideas de izquierda, pero de su organización no saben casi nada.

La primera acusación la formulael capitán Antonio Costa, jefe del sector oriental. Informa el 30 de julio, que desde hace 10 días, la inteligencia militar se enteró de que un grupo de gente de mar participa de un movimiento llamado Comité de Izquierda revolucionaria de la Marinería (CIREMA) “con finalidad de quebrar la disciplina institucional”, y que mantiene contactos con el MIR. El informe explica que han vigilado a los cabos Jara, Alvarado y al sargento Suenzen, y apuntaron los nombre  de los que hablaron con ellos (Causa 3941, foja 5).

El cabo Jara es acusado de haber hecho contactos políticos con dos infantes de marina y…de estudiar en la Universidad Católica. Al cabo Alvarado se le echa en cara que “ se le ha visto en muchas oportunidades con Jara “ y “ al parecer trató de ingresar a INACAP (Instituto de Capacitación Profesional) en donde inquirió datos para ingresar al MIR “. Al cabo Villouta “ se le ha visto con Jara “. El sargento Suenzen “ha tenido contactos con el cabo Jara y existen presunciones que forma parte del mismo grupo”…  Muňoz ha sido visto con Jara en forma reiterada. Bustos “ha sido visto en repetidas ocasiones con esta gente”. Igual que Maldonado. Eso es lo que comunican los servicios de inteligencia. (Causa 3941, fojas 4 y 5).

Es bastante poco. Los cargos contra Jara son endebles y los cargos contra otros marinos son haber conversado co Jara, lo que no puede ser utilizado como prueba ante ningún tribunal medianamente imparcial.

A partir de ahí, la causa 3941 contiene una sucesión de declaraciones, principalmente de oficiales, que buscan criminalizar las opiniones de izquierda de los detenidos. La declaración principal la hace el capitán Edgardo Musso Gutiérrez (Subdirector de la escuela), quien , dice tener dos fuentes: las informaciones transmitidas por un oficial alumno de la Escuela y las del teniente Faunes, del departamento A-2 de la Primera Zona Naval.

Durante la primera semana del proceso, las acusaciones tornan sobre elementos que se aproximan al ridículo, y a veces lo alcanzan. El capitán Musso informa que “observó” a Jara entre el 8 y el de julio aproximadamente, aunque con un resultado muy relativo. Sus sabuesos lo vieron ir a la Escuela de Infantería de Marina, pero “no se pudo establecer con quien conversó”; luego se reunió con gente en la Plaza Aduana pero “no  se logró reconocer a las personas”; y el viernes 20, se le vió en la Plaza de Viña  “en compañía de personal no identificado”. En la Escuela se le ve “conversando o en parejas o en grupos de hasta cuatro personas”. Además , fue “sorprendido en una ocasión a puertas cerradas con llave dentro de la sala de armas, aproximadamente a las 10 de la noche, en compañía de Polanco, Villouta y Alonso, quienes al abrir la puerta jugaban a las cartas” (Causa 3941, fojas 7 y 8)

Jara explica su visita a la Escuela de Infantería de Marina y su conversación con el cabo Olmos, diciendo que fue a buscar una encomienda y un colchón. Le preguntan con insistencia si son una estrucrura del MIR y si han participado en reuniones, pero Jara siente que acusan con poca convicción y comprende que no están en condiciones de probar nada.

El capitán Musso acusa luego a Carlos Alvarado, de “haber manifestado que deseaba ingresar al MIR” durante su inscripción en INACAP;  de ser  “una persona difícil en el trato con los oficiales, habiendo llegado en una ocasión a la justicia […] donde tuvo expresiones para con el jefe de brigada teniente Schmidt, en el sentido que era prepotente e inhumano para tratar al personal”.

Declara luego el teniente Carlos Rivas quien describe al cabo Alvarado como una persona “no confiable”, ya que  “le gustaba leer de todo tipo de literatura y prensa y que seguramente lo marcaban como de izquierda por esta razón. Dijo [Alvarado] haber leído la Revolución Rusa y textos similares”. El teniente reconoce que  “a pesar de todo” la posición de Alvarado es de constitucionalidad y que, accesoriamente, es casi campeón de ajedrez de Valparaíso (Causa 3941, foja 7). Aparece luego un teniente Jorge Salinas, quien “tuvo conocimiento que Alvarado pretendió ingresar al MIR de Inacap y comenzó a seguirle (Causa 3941, foja 14).

Carlos Alvarado, en su declaración, reconoce que trató al teniente Schmidt de prepotente e inhumano, ya que éste le había negado un día de franco para atender a su hijo que había sido mordido por un perro, diciéndole que la Escuela no era una guardería infantil. Y efectivamente le gusta leer de todo (Causa 3941, foja 16).

Luego las emprenden contra el cabo Abdón Villouta. El teniente Jorge Bosaans descubre que, ni más ni menos: “la supuesta esposa del cabo Villouta estaría perteneciendo a un estanco de lanas, ubicado en la vecindad de una sede del PC”. De pasada, acusa a los otros detenidos de conversar con Jara y añade que Alonso asiste a curso de kárate (Causa 3941, foja 10). El teniente Raúl Pinto ha visto a “Villouta entregar un papel al cabo de guardia, que se lo pasó a otro marinero que iba saliendo” (Causa 3941, foja 10). Otro oficial, Jorge Guerra Genskwsky acusa a Villouta de recibir “un llamado exterior de una señorita Ana” (Causa 3941, foja 11) y mientras hablaba, el teniente Juan Gaete cree haber escuchado “no, ese tipo de info no te la puedo dar” y “los chiquillos están de franco, mañana les informo”. Además, Villouta es acusado de fotografiar a los cabos Ulloa y Olivares en “posiciones militares” (Causa 3941, foja 12).

La réplica del cabo Villouta es contundente. La misteriosa “Ana”, insinuada como una especie de Mata Hari, que se comunica con él en códigos secretos, resulta ser la señora Ana Bernal, la mujer del sargento Lagos y vicepresidenta de un estanco de lanas. La señora informa a menudo a las esposa de algunos oficiales – a pedido de sus maridos – de las ofertas interesantes. Las fotografías que el cabo hizo a dos colegas en “posiciones militares”, sospechosas de revelar altos secretos, son similares a miles de fotografías que los militares suelen enviar a sus familias, y las pone a disposición del tribunal. Por su parte, Alonso “acusado” de asistir a cursos de kárate, había dejado de asistir a ellos. Otro acusado había conservado un revólver durante una noche en su cajón y sólo el día siguiente lo había entregado al armero. El control de armamento y munición confirma que todo está conforme (Causa 3941, foja 35).

Al ser interrogados, los alumnos que siguen cursos impartidos por los instructores arrestados, son extremadamente elogiosos con los detenidos, y sin duda solidarios. Los califican de “personas tranquilas”, “buenos compañeros”, que no realizan labor proselitista y que tienen una formación superior  a la media, aunque hablan de la “sutuación actual” y de “temas económicos” (Causa 3941, foja 40). Por último, las hojas de vida de los acusados confirman que se trata de marinos destacados: en los últimos cinco años, tres de ellos han sido calificados en lista 2, cuatro en lista 1 y lista 2, y dos en lista 1 (Causa 3941, fojas 57 a 137).

En tiempos Normales, “en cualquier proceso nosotros habríamos quedado libres, cuando mucho una amonestación por indisciplina, falta a la disciplina militar solamente, leve”, afirma Jara ([E] Jara, 2002).

Pero la causa 3941 es eminentemente política y el fiscal vuelve a la carga. Consigue una declaración contra Alvarado por parte de Gloria Gómez, mujer de un oficial y secretaria de INACAP. Ésta declara que, en marzo, el cabo Alvarado se había presentado en INACAP y le había comentado que algunos oficiales lo llamaban para interpretar un circuito electrónico, y que había demasiada diferencia entre la tropa y la oficialidad, lo que no ocurría en Suecia, añadiendo que, si pudiera, ingresaría al MIR. Doña Gloria afirma haberle respondido que el chileno no está preparado para eso porque cuando le dan la mano se toma el codo (Causa 3941, foja 51).

Ahora el fiscal interroga a Alvarado sobre las “inquietudes personales”. Éste responde que en la Marina las peticiones del personal no pasan el nivel de oficial de división; que se dan pocas facilidades para estudiar, que hay dificultades en los ascensos y el mando es, a veces, injusto y humillante, pues suele utilizar la expresión “la gallada” o “los indios” cuando se refiere a la tropa (Causa 3941, foja 156).

La situación se pone más dura para los detenidos cuando los acusadores consiguen declaraciones  de marinos que habían intentado reclutar. Jara recuerda su dfícil careo con el cabo Gutiérrez, con quien solía comentar la prensa durante algunos minutos, cuando le entregaba una guardia. Gutiérrez recuerda que Jara había afimado que, si había golpe, las fuerzas armadas se dividirían de forma horizontal, y también sus comentarios sobre las declaraciones golpistas del general Canales, aparecidas en La Tercera. En realidad, Jara no había hecho más que emitir, ante Gutiérrez, opiniones contrarias al golpe, “pero eso, para la Marina, era pecado” ([E] Jara, 2002)….

En total, hay algo más de 20 marinos detenidos en las escuelas de especialidades. Aunque casi todos son parte del grupo, en la mitad de los casos no consiguen probarlo. Finalmente procesan a 10, uno de ellos casi sin relación con el grupo. Los detenidos de la Escuela de Ingeniería son, a veces, golpeados durante los allanamientos a sus casas, pero no serán torturados como los detenidos de la escuadra. Más tarde, a partir del de agosto, comienzan a llegar al Silva Palma los detenidos de la escuadra ([E] Jara, 2002), lo que modifica la situación.

Pese a su importancia política, estas detenciones no son anunciadas en la prensa, ni de gobierno ni de oposición. Sólo serán mencionadas 11 días más tarde, después de las detenciones en la escuadra. ¿Por qué? Talvez porque el Alto Mando está poniendo a prueba la capacidad de reacción del gobierno y de la izquierda. No ha coseguido acusar a los detenidos de nada serio y la clara naturaleza política de los arrestos abre un flanco a la crítica.

Pese al silencio de los medios de comunicación, las detenciones son conocidas por los militantes. Ahora la represión deja de ser una eventualidad para transformarse en una realidad próxima y probable…

. El jueves 9 de agosto, 12 días después de las detenciones en la escuela de Ingeniería, el Servicio de Inteligencia allana prolijamente los cajones de los detenidos y da con una lista que contiene dos otres números de teléfono (Causa 3941, foja 56), entre los que figura el de Juana, la mujer de Miguel González   [E] González, 2003. Al día siguiente después del cambio de guardia, seis marinos son detenidos y encerrados en el Silva Palma, en las celdas húmedas, cavadas en el cerro, donde sólo hay un catre (sin colchón) y una frazada. Alejandro Retamales, Miguel González, Mariano Ramírez, Luis Fernández, Bernardino Fariña y Víctor Martínez. En este caso, a diferencia de los marinos de la escuadra, no son sometidos a torturas sistemáticas [E] González, 2003.

*  ( Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich  Tomo II, 68 – 75 y 184 )

La continuación del proceso contra los detenidos de la Escuela de Ingeniería*.

Los detenidos por la causa 3941 son dados de baja de la Armada el 30 de octubre de 1973, sin que los pedidos de excarcelación o de pronto cumplimiento de las diligencias surtan algún efecto (Causa 3941, foja 216).

El fiscal pide 15 años de presidio contra José Jara, acusándolo de sedición o motín y cinco años contra los otros acusados* por “conspiraciónpara cometer el delito de sedición o motín”.                                                                                                                   Argumenta diciendo que estos marinos deben ser condenados por “organizar un grupo de ideología marxista” y por reunirse “con sujetos civiles ajenos a la Armada, que resultaron ser miembros de partidos marxistas, y a quienes no fue posible de identificar”. La idea básica del grupo, dice el fiscal, era “evitar un golpe de Estado por parte de las FF.AA., o que al menos lo neutralizara, y, si se daban las condiciones, hacer una revolución ( Causa 3941[R], 53.                                                                                                                                             La sentencia, firmada por el juez naval de Valparaíso contralmirante Antonio Costa Badilla, condena a José Jara Troncoso a siete años por “sedición y promotor de ella”, ya que promovió la insubordinación (Causa 3941 [R], 61); los otros detenidos son condenados a tres años. Y todos son condenados a la “inhabilitación absoluta y perpetua para derechos políticos”. En segunda instancia, la pena de Jara se rebaja a cinco años (Causa 3941[R], 67) mientras que la apelación de Eugenio Neira resulta denegada (Causa 3941, foja 340).

* Carlos Alvarado, Tomás Alonso, Nelson Córdova, Bernardino Fariña, Luis Fernández, Marianos Ramírez y Alejandro Retamales.

*  ( Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich  Tomo II, 336-337)

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