THE CLINIC
La entrevista que el fallecido Carlos Altamirano dio a The Clinic en el año 2001: La nueva revolución que quiere Altamirano
The Clinic 20 Mayo, 2019 Tags: 2001, carlos altamirano, entrevista, muerte, revoluciónFotos: Agencia Uno
El ex Secretario General del Partido Socialista de Chile, luego de escapar de un país aplastado por los militares lloró en los brazos de Erick Hoenecker cuando éste le mostró un documental de la vencida Unidad Popular. “No se preocupe, ya va a pasar”, le dijo. En efecto, parecía que lo peor ya estaba atrás: su amigo “Salvador” se había reventado con la metralleta de Fidel Castro, la Casa de Gobierno humeaba sus ruinas y por más que le advirtió a Carlos Prats de un posible atentado en su contra, éste yacía muerto en Buenos Aires. Pero la cueca no había terminado y ni el ficticio Plan Zeta pudo con lo que venía después. Altamirano era uno de los hombres más buscados por la dictadura militar, según la portada de El Mercurio del 26 de septiembre de 1973, donde aparece con sus lentes negros, agitando “al pueblo” con ese mítico discurso en el Estadio Chile que le valió el mote de “Bestia Negra”.
Era el responsable de la intransigencia de la UP sellada en el “avanzar sin transar”. Querían, al “Mayoneso”, porque era loco. Porque tenía la culpa de hacer sedición en La Armada. Porque era un traidor a la clase. Y correlé, correlé , correlá, porque si lo pillaban lo mataban. Según Michael Townley trataron de matarlo varias veces, pero logró escapar y de la RDA se fue a vivir su exilio a París. Los que se quedaron en Chile, murieron a toneladas y en la conciencia de Altamirano penan los muertos cuando le preguntamos por sus amigos. Pero no quisimos hurgar más en su dolor y en sus culpas, sino levantar su cabeza y mirar a través de esa empingorotada nariz de ex aristócrata para ahondar en esa nueva picazón que le recorre el alma: “La Bestia Negra” quiere una “Revolución de la Información” para Chile.
LA BURBUJA
Amigos suyos dicen que usted es un gran conversador,
sin embargo para dar esta entrevista lo pensó meses ¿por qué tanto pudor?
Porque durante años la prensa mono-polizada de este país se ha empeñado en
distorsionar mi imagen. Y lo terrible es que un país no es civilizado ni
moderno cuando su prensa se fundamenta en las ideas de sólo un par de
propietarios, cuyas ideas son tan añejas como los dinosaurios. Una ex ministra
del régimen militar dijo que los chilenos vivíamos en una burbuja. Me gustó su
metáfora. Somos un país espantosamente provinciano.
¿Cómo se podría reventar esa burbuja?
Una prensa realmente libre. Hoy, estamos siendo moldeados por un solo tipo de
pensamiento. Los temas que se discuten en Europa, acá son inexplicablemente
vetados. Allá, por ejemplo es inconcebible el trato dado en Chile a dos
personajes intelectual, moral y políticamente opuestos: Pinochet y Tompkins. El
responsable de crímenes es defendido y el que intenta donar un parque es
vilipendiado.
¿Cree usted que el desarrollo cultural que la UP prometía
quedó estancado con el Golpe?
Llevamos casi once años de sistema democrático y no aprecio avances
sustantivos. El enorme prestigio democrático de que goza Chile en el exterior
no se condice con la realidad interna. Hasta hoy el señor Pinochet no ha sido
procesado. Todo es hipotético. Dicen que se habría suprimido la censura y al
parecer, se discutiría sobre el divorcio. Hablan de que se produciría una
reactivación económica. Pero hasta el momento hay censura, aún no se discute
sobre el divorcio y se mantiene el alto porcentaje de indigentes.
Pero también “dicen” que el progreso tocó nuestra
puerta…
Cuando más estaríamos ingresando a un mini clima moderno. Los que hemos vivido
en Europa sabemos apreciar la diferencia. Aquí ni su iglesia es moderna, ni sus
Fuerzas Armadas tienen mentalidad moderna, ni sus empresarios tienen ideas
progresistas, ni tampoco se emplea tecnología moderna. Hay que producir
televisores, barcos, aviones, ciencia. Un país que no produce eso no es
moderno. Un pueblo que básicamente explota minas y que vive de la producción
agrícola se asemeja más a lo que existió diez mil años antes de Cristo, cuando
se produjo la revolución neolítica. Desde entonces se cosechan frutas. Lo
nuevo, lo original, lo que cambió la historia de la civilización universal fue
la aparición de la industria. En 1900, Ford cambió el mundo. En el 2000, otro
norteamericano, Bill Gates, reinventó la tecnología e inició la nueva economía,
basándose en el conocimiento. En Chile estamos a años luz de siquiera imitar a
Ford.
Sería mejor saltarse la revolución industrial y pasar
derecho a la tecnológica, aunque… ¿qué hacemos con la neurosis colectiva?
Actualmente, veo una sociedad muy confusa, con enormes contradicciones. Aunque
el país duplicó su producto nacional (de 2.500 a 5000 dólares per cápita)
existen aún grados dramáticos de desigualdad. Las personas se sienten
estresadas y deprimidas. La gente vive en un estado de inconformidad y de
angustia muy grande. Y aún así no se ha profundizado suficientemente sobre este
extraño y paradojal fenómeno colectivo.
¿Y cuáles son sus angustias?
Las angustias son estados más propios de la gente joven. Los viejos entramos a
una especie de nirvana y esperamos, solamente. El esquivo desarrollo moderno no
llegó para nosotros, pero esperamos que a las nuevas generaciones no les baste
con el hipotético éxito económico, sino que exijan un real despegue ético,
cultural, político y una mejor calidad de vida. Hay, eso sí, que tratar de
imitar lo bueno y mejorar lo perverso. Usted puede ver, estamos en medio de una
polución atroz. En Santiago vive hacinada casi el 45% de la población nacional
con una miserable calidad de vida.
Y se le declara la guerra a Tompkins por intentar
proteger los bosques…
Ese es otro contrasentido monumental. Se le declara a Tompkins una guerra que
es una vergüenza para Chile. Hay diputados, alcaldes, ex presidentes
enfurecidos con él, porque pretende regalarnos un maravilloso parque, que
podría haber terminado en chips. De aquí a diez años llegarán aviones directo a
visitar ese “Santuario de la Naturaleza” único en el mundo.
¿Cree aún en las buenas intenciones?
¡Por supuesto! Aquí las malas intenciones son las de aquellos que arrasan los
bosques. No los que conservan árboles. Y esto no cabe en la mentalidad reaccionaria
de un sector minoritario del país, que es el que manda. El señor Tompkins,
entre otras cosas, defiende a los lobos marinos. Es cierto que estos animalitos
se meten a las redes de los criadores de salmones y se las rompen, pero ¿por
eso los matan? Ellos no pueden defenderse, no tienen prensa monopólica para
protestar.
MAYONESO
Hace un par de semanas hubo un lío entre Longueira y
el general Arancibia que pasó sin pena ni gloria. A usted ¿cuánto le ha pesado
el diálogo que tuvo con un sargento, días antes del Golpe?
Impúdicamente un jefe de partido negocia con el comandante en jefe de la Marina
un cupo senatorial y en cambio a mí hasta el día de hoy me han perseguido por
entrevistarme con un modesto sargento, Juan Cárdenas, quien vino a denunciarme
la preparación inminente del golpe de Estado. Este sargento quería hacerme
saber a mí y a Oscar Guillermo Garretón que el complot ya estaba en marcha, que
venía el Golpe de Estado. Por denunciar esta situación me convertí yo en “el
sedicioso” y los golpistas en “salvadores”. ¿Por qué iba a querer yo la
rebelión de la Marina
en contra del gobierno legítimo de Salvador Allende? ¿Y cómo podía pretender
sublevar a la Marina valiéndome de un sargento y un marinero?
¿Qué pasó con ese sargento y ese marinero?
Fueron horrorosamente torturados para que confesaran que Oscar Guillermo
Garretón y yo les habíamos pedido la entrevista, pero ellos jamás aceptaron
hacer tal declaración. Ellas fueron denunciadas por el cardenal Silva
Henríquez y Radomiro Tomic. Después supe que Cárdenas andaba en Suecia y que
quiso conversar conmigo, pero no logramos encontramos. El país está en deuda
con esos marinos que advirtieron el Golpe y pretendieron oponerse. Fueron los
primeros combatientes a favor de la democracia y ese es el “Pago de Chile” que
recibieron a cambio.
La derecha le apodó “El Mayoneso”, porque según ellos
a usted le faltaba cordura ¿se considera medio loco, don Carlos?
La gente inteligente suele ser un poco loca. No hay tontos locos. El título de
“El Mayoneso” me lo puso la derecha con su enorme poder publicitario e
ideológico. Investigaron por dónde podían atacarme. Resulta que en ese tiempo
yo iba mucho a la televisión y no podían imputarme ignorancia o deshonestidad.
Yo ni salí millonario, ni me quedé con ninguna empresa. Esa es más señal de
tonto que de inteligencia, pero bueno. No me podían atacar por ese lado. Mis
escasísimos bienes fueron prolijamente investigados bajo la dictadura militar.
Lo que no se ha hecho con ninguno de ellos. En fin, no tenían por donde atacarme,
de modo que inventaron y difundieron la imagen del loco.
¿Ha cambiado la derecha desde aquellos tiempos?
Su núcleo duro se ha vuelto mucho más reaccionaripo y prepotente. Hoy día son
los dueños del país y sólo le temen Estados Unidos.
¿De qué vive?
De dos jubilaciones. Una chilena que se me negó por años y años, porque
alegaron que yo no tenía derecho y una francesa, donde trabajé cerca de veinte
años. Vivo bien, aunque para algunas personas la suma es miserable. Yo no me he
incorporado al mundo de los que tienen que tener éxito material. Yo me cago en
ese tipo de éxito.
¿Qué le queda de ese aristócrata “que miraba sobre el
hombro”? o definitivamente se siente ¿un “desclasado”?
Yo nunca he mirado sobre el hombro…
Pero usted es un “pije”…
Usted lo ha dicho. Estoy muy orgulloso de mi origen social, porque mis padres
eran personas de gran cultura y de una honradez intachable. Por lo demás, yo no
elegí mi clase social, pero sí mis ideas. Entre paréntesis, tampoco es tan
cierto mi origen aristocrático.
¿Este gobierno socialista se parece en algo al
socialismo de sus ideales?
No. Pero eso no es culpa del gobierno, sino mía.
¿Suya?
Con otros amigos fuimos los primeros en iniciar la renovación del socialismo
chileno, pero no coincido precisamente con lo que hoy se considera “renovación
del socialismo”. No creo que los diez mandamientos de la vulgata marxista hoy
día tengan igual validez que hace un siglo y medio, pero sigo creyendo en la
existencia de una moral en principios éticos socialistas.
MIRE PARA ATRÁS
Si usted tuviera el poder¿cuál sería su primera
decisión?
El Estado debe subvencionar prensa, revistas y programación con ideas diversas.
El chileno diariamente está oyendo, leyendo y mirando un tipo de información
falsa, manipulada y decadente con lo cual no podrá existir una opinión pública
culta e informada ni tampoco el país podrá entrar definitivamente a la
modernidad.
¿Usted vota por una revolución de la información?
Sí, como lo dijera Gramsi, el gran teórico marxista italiano: Más que una
revolución económica o social, se requiere una “revolución intelectual y
moral”.
¿Cómo le gustaría que lo recordara la gente?
Como un hombre que luchó con honestidad por sus ideales.
¿Cuánto le duelen esos hombres que murieron por sus
mismos ideales?
Me han dolido y penado durante los largos años que ya han transcurrido, porque
después de todo, a la enorme mayoría los conocí, los aprecié y los quise. Eran
mis amigos y compañeros. Muchos de ellos adoptaron posiciones políticas y
entusiasmo llevados por mi impulso. Por eso me siento culpable de muchas de
esas muertes y de lo mal que lo pasaron esos miles de asesinados, torturados y
desaparecidos. Es algo que me pesa y carga sobre mi conciencia, aunque yo no
sea el responsable.
¿En qué dejó de creer?
Venimos de publicar un libro con un joven amigo, Hernán Dinamarca, que se
titula: “Después de todo: Conversaciones sobre los cambios de época”. Allí
están contenidas mis ideas fundamentales acerca de esta colosal mutación
histórica y podrá entenderse por qué sigo creyendo en algunas cosas y en otras
no. Reducir estas 350 páginas a cuatro frases no me resultaría fácil. Pero
“después de todo” no he aparecido en un palacio, dueño de una empresa y
paseando en un yate.
Retrocediendo más aún en la historia, ¿cree que
Allende se suicidó?
Allende terminó suicidándose, pero, ¿en qué circunstancias? ¡Estaban
bombardeando La Moneda! ¡Lo querían asesinar! Antes de quedar lisiado por las
bombas y humillado por los militares, optó por el mismo sacrificio heroico de
Balmaceda.
Mire para atrás don Carlos…
¡Qué Horror!
Sentado en el mismo salón donde ocurrió esta entrevista, atrás de nosotros, estaba Sergio Onofre Jarpa sorbiendo a tragos cortos un café de grano. Dado el episodio, Carlos Altamirano, quiso retirarse y decidió no almorzar en el restorant japonés del Hyatt, donde lo habían citado para una reunión. Por su parte, el imponente ex ministro del gobierno militar, se encaramó a un auto con vidrios polarizados cuya patente de iniciales NN se perdió entre el tránsito de la Avenida Kennedy.