Juan Alejandro Dotte Bravo

Ficha antigua del marinero constitucionalista Juan Dotte Bravo. Registro del marinero Jaime Salazar Jeldres

 

Maximiliano Domínguez Moreno

Datos de Identificación

1.-Nombres: Maximiliano Alfredo

Apellidos: Domínguez Moreno

2.- Fecha de Nacimiento :1947-01-03

3.- Estado Civil: Casado

4.- Grado, Especialidad y Unidad:

Cabo primero Mecánico artillero con 12 años de servicios

de la dotación del crucero O’higgins.

5.- Nombre del jefe del Dpto., en el que prestaba mis servicios:

Sub oficial Escanilla

6.- Fecha, lugar y hora app. de mi detención:

8 de agosto 1973 a las 15. 00 hrs.

8.- Causa y Cargos de mi detención:

Causa Rol N° 3926/1973 acusado de “Sedición y Motín”

 

9.- Características y Entorno de la Detención:

Estando embarcado en el crucero O”higgins que estaba atracado en Asmar Talcahuano,  a la hora de haber cumplido con un día más de trabajo y pronto para irme franco, el sub oficial de división Escanilla me viene a buscar aduciendo que tenía que cumplir con una misión extraordinaria en el transporte que estaba atracado al lado del crucero   O’hhigins , pero en vez de subir al buque me suben a una camioneta donde ya estaba sentado el cabo Arestey para posteriormente llevarnos a el centro de entrenamiento militar de infantería de marina, ubicado en una zona llamada las canchas, ahí nos estaba esperando un camión con personal de infantería de marina. Armados con ametralladoras, en el camión ya estaba una cantidad de detenidos y nos empezaron a tirar como paquetes al camión, para luego continuar el viaje hasta el centro de entrenamiento donde empezó la tortura; nos sacaron la ropa nos dejaron desnudos en el mes de agosto, el mes, más helado del año, nos pusieron en posiciones de tendidos las cuales consistieron en manos arribas abiertas apoyados en una pared y piernas abierta para luego empezar a golpearnos por todas las partes del cuerpo, luego empezó el submarino que consistió en sumergir nuestras cuerpos con la cabeza en dirección al fondo del tambor con agua con barro, al cual fui sumergido en repetidas oportunidades combinado con la introducción de medio cuerpo  a un hoyo en la tierra, con la cabeza sumergida en el hoyo con el trasero al aire, durante todo el periodo de la tarde y noche  hasta el otro día, rotando entre los diferentes métodos de tortura; al otro día nos vistieron y nos llevaron al cuartel de orden y seguridad ubicado en la base naval frente a la entrada Asmar de Talcahuano, durante todo ese periodo estuve incomunicado. El 10 de septiembre de1973 somos divididos en dos grupos, unos llevados a la isla Quiriquina y otros enviados a la cárcel de Talcahuano. En noviembre de 1973 soy trasladado a la cárcel de Talcahuano, el 9 de septiembre de 1975 soy nuevamente trasladado, esta vez a la cárcel de Concepción, en octubre de 1976 soy puesto en libertad.

Compartí la prisión con los otros marineros detenidos y operarios de Asmar. En la Isla Quiriquina con Juan Carlos Montecinos y unos cuantos más. En Talcahuano con Luis Jaramillo Astudillo, Henry Gómez (Q.E.P.D.), Humberto Lagos y muchos más y en Concepción, con Alberto Salazar (Q.E.P.D.), Silverio Lagos y un montón más.

Ya puesto en libertad empezó el hostigamiento de los servicios represivos del régimen que consistieron en detenciones esporádicas aduciendo que había que echarse el pollo (irse) al extranjero puesto que para ellos éramos enemigos en potencia por la preparación militar y técnica que cada uno de nosotros tenía.

El único nombre que me acuerdo fue el sub oficial del crucero O´higgins mecánico artillero Escanilla y el que estubo a cargo de toda las detenciones y torturas fue el capitán Kohler  y los que llevaron a la práctica todas las torturas, los infantes de marina.

La represión se extendió a familiares; un tío llamado Arcadio Ortiz fue detenido y torturado en Tomé, mi primo Hernán Ortiz, también marino, fue detenido y torturado.

Los tribunales navales me condenaron por Sedición y Motín frustrado a 10 años de cárcel, pero en octubre de 1976 quedo en libertad.

El 24 de enero de 1977 viajé a Suecia Estocolmo como refugiado político donde he permanecido hasta hoy 4 de diciembre de 2017.

José Orlando Diaz Diaz

 

Nombres: Jose Orlando, Apellidos: Diaz Diaz

Fecha de Nacimiento: 15/12/1950.

Estado Civil: Casado

Grado al momento de mi detención: Mr.1º   Electricista(IC)

Unidad  a la que pertenecía al momento de mi detención: Patrullero Papudo.

Nombre del Comandante de la Unidad a la que pertenecía:

Jorge Martínez Busch (Q.E.P.D.)

Fecha,  Lugar y Hora app. de detención: 21/08/1973, a bordo de La Papudo, 10 Hrs.  de la  mañana.

Causas y Cargos de la detención:

Causa rol 3926/73    Resolucion Nº 07994.

Un Breve  Relato de mi Prisión en el Silva Palma.

Mi vida cambió para siempre la mañana del 21 de agosto de 1973. Estaba en Servicio en el Patrullero Papudo  que  se  encontraba atracado al Molo de abrigo en Valparaíso, mas o menos a las 10 hrs  de la mañana fui llamado para me  presentara  ante el comandante del Buque, Capitán  Jorge Martinez Busch, al entrar  al  Camarote , el  comandante   me  comunicó  que  estaba  arrestado y sabían todo de mi   persona , comenzó preguntándome  si  conocía  al  Senador  Altamirano, Miguel Enríquez , Diputado Oscar Garreton,   que  nombrara  amigos que  sabían del plan zeta, si conocía  al  sargento  Cárdenas….etc  etc…..que  era mejor contar  la verdad  y todo,  si no sería  peor para mi, mucha presión  psicológica y  amenaza,  si fuí para Santiago a alguna reunión de políticos etc etc, después de un exhaustivo interrogatorio  fui mandado  para  las siniestras  celdas  del Cuartel Silva Palma, en la  salida del camarote me estaban esperando  4  agentes,  todos  caraspintadas, altos magros  y armados de ametralladoras me  condujeron en una  camioneta  color   plomo, me  agarraron de los brazos y me condujeron para fuera  del  navío, antes  de entrar a la camioneta uno de  los agentes  me dio  un  golpe fuerte  en el estómago, no conseguí  ver si  eran de alguna  institución, estaba muy asustado.

Llegando a la  cárcel Silva Palma  me retiraron  todos mis pertenencias;  como cinturón, cordones de zapato, dinero documentos, etc etc todo bajo instrucción del comandante del Silva Palma  con mas de dos  soldados en una sala, para después conducirme para la celda, los  militares todos con uniformes de combate  sin distintivos, me pareció que  las celdas  del Silva Palma estaban subterráneas, en  el calabozo que estuve era muy estrecho  tenia una sola cama en pésimas condiciones, sin luz, muy helado, sin ventanas, solo una pequeña abertura en la puerta de fierro, un gran pasillo, al final estaban los sanitarios …..el colchón  estaba en pésimas condiciones y pasaba mucho frio principalmente los pies  yo tengo presión baja  entonces era un martirio, también  me dolía  mucho  mi columna  vertebral, yo no se si fueron  6 dias o más, nunca supe, estaba muy  oscuro y perdí la  noción del tiempo, no  conseguía dormir, ya que pensaba mucho en mi familia, ellos  no  sabían  que estaba preso…..me sacaban como a las cuatro o cinco hrs  de la  mañana  con la  disculpa que tenia   que  ir  al baño,    generalmente   tenia   que  ser  muy rápido. Después  de  6 días o mas incomunicado me  sacaron  para  prestar declaración  ante  el  fiscal militar, donde  me interrogaron, muchas  preguntas y tortura psicológica, pero al final quede en libre platica…Todos   esos  años  sufrí  mucho  con la  nostalgia de mi familia   también se deterioro  mi  vinculo afectivo y social con mi  familia, incluso mi padre falleció sin poder estar cerca de él, murió  preguntando por mi……

Emigré  para  Brasil el año  1978 y desde esa fecha  estoy  viviendo en  Brasil por  razones  políticas y económicas , daños   sufridos  y  trastornos   provocados   por  el  golpe  militar y el  cierre de  las puertas  laborales.

Mi  exoneración de la  Armada  de Chile el año 1973 tubo en mi  opinión implicancias políticas  es decir enmarcadas dentro de un proceso de  destabilización  política en  contra del gobierno democrático  por  partes de las distintas fuerzas reaccionarias externas e internas quienes trataban de detener el desarrollo /avance del proceso del presidente Salvador  Allende, proceso que tubo una serie  de variantes  que  incluyeron  entre otras  conspiraciones dentro y fuera de los  Cuarteles, sabotajes, boicots  políticos y económicos, asesinatos políticos etc.   en donde  la  oficialidad naval tubo una  relevante  participación y  una  fuerte y firme  actitud de  desacato y desprecio por  el  Presidente y  su Gobierno.

La detención fue con violencia, siendo testigos de esto el  personal de guardia  del Papudo.

Identificación del Lugar y del personal del Interrogatorio: Cuatel Silva Palma

Tiempo de incomunicación: alrededor de 10 dias

El Golpe de estado me sorprende estando preso en el Cuartel Silva Palma.

Me tocó compartir prisión en el Silva  Palma  con los compañeros;  marinero  EL IC. Roberto Ivan Fuentes  Fuentes, cabo Teodosio Cifuentes Rebolledo **(Q.E.P.D.), cabo EL. IC  Pedro Blaset etc.

Quedo en libertad el 25 de octubre 1973 y  el 1° der Noviembre me dieron de baja de la Institución.

El Comandante de “La Papudo”, jefe de José Orlando Díaz, escala en su carrera a comandante en jefe de la Armada.

Mario Patricio Cordero Cedraschi

Mi nombre es Mario Patricio Cordero Cedraschi, hijo de Blanca Rosa Cedraschi Irarrázabal y Mario Cordero Andrade, nací en la ciudad de Concepción en 1953. Mi hermana Rose Marie (Marietta), en 1950.

Este testimonio lo escribo en retrospectiva como si tuviese 15. Lo hago así, para descartar de inmediato falsas interpretaciones, sino más bien, con la intensión de mostrar mi persona, para salir del anomimato de estigmatización de; “ extremista, infiltrado, con intento de genocidio, marxista, comunista…etc”, que se me haya hecho en agosto de 1973, al igual como se hiciera con mis compañeros de armas.

Mi padre, un empleado de Huachipato, proveniente de una familia numerosa y conocida en la región, todos penquistas con tradición en el rubro de los metales y metalmecánica.

Mi padre, al centro de corbata con trabajadores de HUACHIPATO de una sección a su cargo.

Mi madre nacida en Viña. Su padre Giuseppe Cedraschi Uberti, italiano proveniente de la comuna de Pavía de la región de Lombardía , se casa con María Irarrázabal Aros y  fallece cuando yo tenía 6 meses y deja 5 hijas.

Mi abuela, Maria
Mi abuelo Giuseppe

Nací y me crié junto a mis padres y hermana, en la Población Lorenzo Arenas 2 frente a la “Librería Condorito”. Mi hermana visitaba la escuela de niñas en Lorenzo Arenas 3 y yo la escuelita del barrio para los chicos. Mi profesora, la Srta. Luz, de risa amplia, dulce y mejillas rosadas sería quien me entregara sus conocimientos para el futuro.

La región me impregnó con su naturaleza y sus playas hermosas, sus frutos silvestres y sus ríos, los volantines y las ñeclas que se encumbraban en el azul intenso primaveral y las sierras ahumadas y el pan de Lota que nos vendían los pescadores en invierno y para qué olvidar las castañas y los piñones que nos traía la vecina de Lonquimay, los campamentos de verano que nos dábamos en la “desembocadura de Bío Bío” con esa arena negra que quemaba los pies  y las escapadas de niños hacia los cerros de “Rocoto” en busca del “Maqui” , Mutillas y “Avellanas” , los “Coigues” y lo “Chupones” y un sinnúmero de frutos que nos servía la naturaleza, los camarones de los pajonales,  las jaivas “los Pulgones” de la playa, el ulte, el cochayuyo, las machas, cholgas, el vino a destajo, el robalo que pescaban mis tíos desde las rocas y botes y que por la noche asábamos en las brazas junto a los pescadores que habitaban esas playas; Don Pedro y Don José, las galopadas a caballo por las orillas del Bío Bio… los partidos de futbol el fin de semana admirando al “Fernadez Vial” y yo patiando en la selección infantil de “Los Corta Palos”… ¡ que belleza de vida y que bellos recuerdos ahora!

Mi hermana visitaba por unos días a una tía en las Higueras, hermana de mi madre, la cual estaba casada con un descendiente de italiano que también trabajaba en Huachipato y fue a travéz del cual mi madre conoció a mi padre cuando mi abuelo se radicó por un tiempo en Concepción para realizar trabajos en una empresa de la región, él era técnico textil.  Como mi hermana no estaba en casa, me metí a la cama de mis padres por la noche, aún no cumplía los 7 años, no quería dormir solo. Por la madrugada ya estaba despierto, cuando comienzan a vibrar los cristales de las ventanas y pensé que eran granizos que originaban ese ruido. Desperté a mis padres y con alarma se levantaron. Era el terremoto de mayo 1960, el más fuerte que se ha registrado en la historia sísmica, vivíamos en tercer piso, no podíamos descender, mi madre con ataque de nervios, algunos tirándose de los balcones y esos bloques que bailaban en el aire besándose el uno con el otro. Ésta fue la primera catarsis que viví con mis apenas casi 7 años. El recuerdo aún está latente. Vino el maremoto y las réplicas eran tan seguidas que estuvimos 3 meses de allegados en casas de familiares que vivían en los alrededores. Vino la calma, pero otros temporales se avistaban en el horizonte, la crisis matrimonial entre mis padres se avecinaba y provoca la segunda catarsis, que culmina con la emigración de nuestra madre a Santiago con nosotros ya en periodo de pubertad, pasamos a integrar el clan de la familia de mi madre, es decir, pasé de un sistema patriarcal a un matriarcado, donde las que tenían gran cuota de poder eran las mujeres.  Algunas de ellas casadas, y algunos tíos y primos que pertenecían al personal de la Armada, 5 en total y que llegaban regularmente de visita a nuestra casa cuando estaban atracados sus buques en Talcahuano y que me llevaban de jóven a bordo de sus buques a beber algo en la cantina y mostrarme sus naves. Dos de ellos casados con hermanas de mi madre y que jubilaron en la Armada, uno de Sanidad y el otro de Artillería, el otro técnico electrónico casado con una prima, y sus dos hermanos que también pertenecían a la Armada.

Estando de vacaciones de verano el año 68 en la casa de mi tía en Gómez Carreño, Viña, que había sido hace poco construida. Mi tío, el sargento artillero que estaba esposado con la hermana mayor de mi madre, me pregunta con su sonrisa amplia: “Patricio, ¿porqué no te vienes a la Armada?” “Si quieres, ésta es la fecha de inscripción y puedes postular”…me dije, “ésta es la mía”. Partí a Santiago detrás del Poder que necesitaba de mi madre para postular por ser menor de edad (15) y me presenté ese verano a dar mis exámenes de admisión. Como estaba de vacaciones en casa de mis tíos es que anoté la dirección de ellos para que me llegara la respuesta de aceptación a su casa. Pasaban los días y me ponía impaciente ya que no llegaba correo con noticias. Pensé que a lo mejor me rechazaron porque mi tío, el de sanidad, detectó en mí antes una hepatitis que me trataron en el Hospital Naval en ese periodo. Mi tío, el artillero ya andaba navegando y un tanto decepcionado opté por tomar mi toalla e irme a la playa de Las Salinas a combatir mi frustración en la arena caliente. Cuando el sol caía, en mi caminata de regreso pensé: “me pasaré por la Escuela de Armamentos a preguntar el porqué no había recibido respuesta de rechazo”. Al llegar allí, ante mi pregunta el cabo de la guardia me dice: “Mire, ahí está en el tablero la lista de los aceptados”. Miré la lista y descubrí mi nombre…había registrado equivocadamente la dirección postal de mis tíos y era la razón de la falta de correo. Dí un brinco, lo abracé y salí corriendo, en tres días tenía que presentarme en la Escuela Naval. Viajé a Santiago a comunicarle a mi madre y a preparar una maleta con algo, no había recibido la carta por lo tanto no sabía las condiciones de presentación. Empaqué algo y partí al puerto a presentarme a la Escuela Naval. Yo era el único que llegaba con los pelos largos hasta el hombro… “el depista’o”. En la formación del patio interno de la Escuela, el cabo infante de marina Sánchez me pregunta de dónde vengo, le respondo, de Santiago. Me percato que esto es una mala señal y se produce un acto en que se me ridiculiza por el estado en que me presento.   Al embarcarnos en el destructor Orella, allí está mi madre y mi tía, la del artillero, con sus pañuelitos anunciando el adíos. A bordo del Orella la primera medida es cortarme el pelo al “rape” como castigo por no respetar las normas de presentación. Destino, Isla Quiriquina. Allí sería mi instructor de infantería en la sexta división, el cabo infante de marina Sánchez.

Blanca Rosa Cedraschi Irarrázabal, madre de Mario Cordero Cedraschi, entrega el arma a su hijo para la defensa de la soberanía del país y bajo juramento ser leal a la Constitución, las Leyes y a la autoridad legitimamente constituida.

Fiel a la tradición cristiano- católica que me diera mi madre, me inscribí para realizar mi primera comunión en la isla lo que me ayudó en parte evitar los picaderos y el exceso de maltratos en las instrucciones de infantería. Al finalizar estas instrucciones después de tres meses se produce la entrega de armas a los aprendices a marineros. Por primera vez el año 1969 son las madres las que entregan las armas a sus hijos para la defensa de la soberanía del país y bajo juramento de respetar la leyes, la constitución y la autoridad legítimamente constituida.

Como obtuve buenas calificaciones en la Escuela de Grumetes, es que se me premió con participar en el Crucero Internacional a bordo del Buque Escuela Esmeralda en viajes a Japón, Australia, Nueva Zelanda, Hawaii, Tahiti, Isla de Pascua.

Al retorno después de 6 meses de viaje en la Esmeralda en 1970, teniendo ya una relación contractual con la Armada, nos integramos a la realidad nacional, vacaciones y arreglos cosméticos a la nave. Llegó el mes de las elecciones y fuimos designados a la guarnición de Huasco. El triunfo de Allende no fué bien recibido por los oficiales. La verdad es que a esa edad, no se era indiferente a los acontecimientos políticos, eso sí, debido a mi temprana edad no tenía inclinaciones partidistas, creo que yo era mas bien el producto de una sociedad que venía en un proceso de cambios.

Viviendo ya en Santiago, antes de entrar a la Armada, las chicas que estudiaban por la mañana en el liceo, un día, se lo tomaron, al llegar por la tarde los varones tuvimos que hacernos cargo del establecimiento y permaneció tomado creo que por casi 3 meses apoyando la reforma universitaria. Ellas llegaban por la tarde con alimentos y la población del alrededor también se portó muy bien. Sacamos los bancos de los talleres, la música de la nueva ola salía de estos tocadiscos portátiles a baterías, estaba en plena pubertad. Después recibimos un establecimiento nuevo, vinieron las reformas; chicos con chicas en las clases, centro de alumnos…se acabaron los castigos físicos, etcétera…se vivía un clima de libertad.

En medio de este contexto social entré a la Armada y pienso que es debido a esto, que la mayoría de los integrantes de este proceso, son miembros que provienen de esa época, la década de los 60 y es la época en que en Chile; del 64 al 73 la participación ciudadana en política obtuvo la cifra más alta a travez de toda la historia de nuestro país.

Coincidiendo casi con la asunción de Allende al Gobierno, soy destinado a la Escuela de Ingeniería Naval debido a mi interés por cursar la especialidad en la rama de electricidad. Al iniciar el curso, uno debe firmar un contrato de prestación de servicios por  10 años para la Armada. Los estudios abarcaron desde el año1971 al 1972, en una época importantísima  en lo que respecta al desarrollo político del país y a la participación de las FFAA en este proceso.

Marineros en la Escuela de Ingeniería Naval de las Salinas. De pié, de izquierda a derecha, tercero, Luiz Fernández Ahumada, marinero constitucionalista Q.E.P.D. De rodillas, segundo de izquierda a derecha, Mario Cordero Cedraschi

Como jóvenes marineros participamos en las dos paradas militares 71 y 72 ante Allende en Santiago, ante la autoridad máxima de las FFAA y otros desfiles en Valparaíso para el 21 de Mayo. Me integré a la “Banda de Guerra” y estaba en la gloria aprendiendo marchas y golpes de tambor (caja) en esos días soleados de las Salinas. Éramos queridos y apreciados por la población. Las actividades eran intensas, mucho deporte, competencias entre las Escuelas de Especialidades y mucho estudio, pero también teníamos ese relajo de bajar de la escuela en traje de baños a la “playa chica” de las Salinas,  deleitar los bifes a lo pobre en la “Casa del Marino”, los ternos a la medida de la “Casa Urmax” , la entrada a los cines de películas prohibidas a mi edad y la bohemia del puerto por la noche.

Parada militar en Valparaíso. Octavo de derecha a izquierda, marinero Cordero en la banda de guerra.

Debo decir además que en la Escuela de Ingeniería Naval nos capacitábamos de excelente forma, con profesores civiles que provenían de las Universidades de la región, al igual que los instructores navales, de los cuales tengo un bello recuerdo.

Con el tiempo las cosas comenzaron a cambiar. El comandante  Lautaro Sazo Lizana jugó un rol importante en la agitación política que se llevó a cabo en esta escuela. Comenzaron a prepararnos en antidisturbios, en el  Cuartel de Infantería de Marina de las Salinas, nos entrenaban en el lanzamiento de granadas y nos metían dentro de una especie de iglú a soportar al máximo los gases lacrimógenos. Yo pensaba, bueno, normal, somos militares. Después se  acompañaban estos entrenamientos con arengas en contra de partidos políticos de gobierno y del mundo civil. Es decir, se nos estaba también preparando mentalmente  para enfrentar a la población. Comenzamos a cubrir labores policiales ante huelgas, demostraciones, protestas , etc. Nos alienaban con consignas en contra de los partidos de izquierda, de sindicatos…, el ámbito civil comenzó a tornarse en enemigo. Con metralleta en mano patrullabamos las calles del puerto en toque de queda. Creo que ahí comencé a tomar conciencia de lo que se avecinaba para el país. Me sometí a tratamiento médico porque el cuerpo y la cara se me llenó de excema por la mochila que comenzabamos a cargar. Se me autorizó a vestir de civil, porque mi rostro se tornó impresentable para vestir el uniforme.

Al terminar mi curso de especialidades con excelentes notas, me destinan a comienzos del 73 a la dotación de la Flota de la Escuadra, al buque Insignia, Crucero Prat, a trabajar en el Dpto. de Ingeniería en los talleres de Electricidad donde mi Jefe directo era el teniente Luis Sandino y nuestro comandante, Capitán de Navío, Maurice Poisson Eastman. Con los años me enteraría, que era primo de Don Agustín Edwards Eastman, dueño del El Mercurio. En la nave entablé amistad en el taller donde trabajábamos con el Marinero Electricista José Maldonado al cual ya conocía de vista desde la escuela de Ingeniería.

Incendio del Prat

Navegando por las costas del norte, cubría guardia nocturna  en la sala de máquinas ante el turbogenerador y tableros eléctricos, me percaté que el extractor de aire posicionado en la parte superior de los tableros eléctricos estaba fuera de servicio. Personalmente comuniqué a los encargados de los talleres de electricidad, del peligro que esto encerraba al condensarce el vapor en la cablería, paneles y mamparos con la cosecuencia de la baja de aislamiento de los sistemas eléctricos por la humedad acumulada y pedía autorización para tomar medidas al respecto. No se le dió importancia a mi advertencia. Momentos después el  Panel principal escupió fuego y desconecté todo el sistema dejando al crucero en completa oscuridad y a la deriva. Estuvimos bastante tiempo al garete, ya que el compás nautico electrónico se demoraba 4 horas en orientarse. Con el generador de emergencia se restableció al corto tiempo el alumbrado. El comandante y personal del departamento de ingeniería se hicieron presente en el salón de máquinas y les informé de la gravedad de la falla. Se desconectó  y dejó fuera de servicio el interruptor de sobrecarga que se había quemado y propuse que se pusiera en servicio otro turbo generador. Entregué mi guardia y a los dias después en el puerto de Valparaíso, estando yo de franco, se produjo el incendio. El buque fué remolcado a Talcahuano donde comenzaron las reparaciones y pasé a integrar el equipo que se encargó para la renovación del tendido de cables eléctricos del buque hasta mi detención. Fué en este contexto en que me decidí  en el mes de Julio del 73, por conducto regular, sin romper la verticalidad del mando, a pedir el retiro de la institución ante el Comandante Maurice Poisson Eastman.

Se me concedió la petición, a bordo, en su oficina, le expuse abiertamente mis discrepancias sobre las estructuras de mando, el mal trato dentro de la institución, de que yo consideraba que mis capacidades intelectuales daban para más, que me sentía limitado…etc, le solicité la baja de la Institución, elegí esta vía confiando en que atendería mi pedido y tratando de adelantarme al día en que llegara la insurreción en contra del Gobierno. Tuve coraje en esos momentos debido a que respetaba el conducto regular y depositaba la confianza en mi comandante para encontrar una salida legal a mi caso. El Comandante me preguntó si había leído a karl Marx, le respondí que nó, se alzó en cólera y me expulsó de su oficina tratandome de “marxista”, “que se vayan todos los marxistas y comunistas de aquí” me gritó. Después de este altercado, abandoné el camarote del comandante con la esperanza que se le diera curso a mi solicitud.

Como decía al principio, yo no tenía simpatías con ningún partido político, era mas bien una posición de respeto a la Constitución, a las leyes establecidas, de obediencia debida a la máxima autoridad del país, que es el Presidente de la República, eso era lo que nos habían enseñado nuestros propios oficiales,  y al negarme a la idea de tener que quizás matar a gente de mi propio pueblo. Un golpe de estado no estaba estipulado en los contratos que yo había firmado con la Armada. Como expresa muy bien mi abogado en mi defensa, dice: Por rasonamiento común y convicción interna los reos pensaban que era justo y legítimo defender la institucionalidad política vigente. Desde el punto de vista jurídico estamos frente a un caso de “ no exigibilidad de otra conducta conforme a derecho”, ello porque los reos estaban convencidos de que las Fuerzas Armadas debían obediencia y sumisión jerárquica al poder civil existente.

El 6  de agosto, el comandante del crucero Prat, capitán de navío, Maurice Poisson Eastman, ordena formar a la tripulación en el molo e informa que se han detectado en Valparaíso, células extremistas infiltradas en las naves y espera que en su buque no haya ninguno de estos elementos. Después de la arenga del comandante Poisson en el molo, el marinero José Maldonado, se me acerca para decirme que había que hacer algo por los compañeros que estaban siendo detenidos en Valparaíso y me confiesa: “yo conosco a un civil de Asmar el cual tiene contactos con políticos”. Se refiere a Luis Jaramillo, al que yo no conocía, empleado civil de Asmar, quién organiza una reunión con civiles en el sector de “Las Higueras”. La reunión es confirmada,  Maldonado tiene al parecer contactos con marineros del O’higgins y nos acercamos por la tarde a esa nave. Logramos reunirnos improvisadamente con algunos marineros fuera de la nave, por sorpresa me reencuentro con mi camarada de la Escuela de Grumetes y con el cual había navegado en la Esmeralda el año 1970,  el marinero mecánico electrónico Silverio Lagos, a los otros no los conocía.

La reunión de “Las Higueras” sería la última reunión registrada de los marineros constitucionalistas para intentar frenar el golpe de Estado. Yo recuerdo:

“Era un día de invierno, lluvioso, frío, oscuro. Cuando abandonamos la nave con José Maldonado rumbo a esa reunión, nos rodeó un silencio, no intercambiamos palabra, creo que ya se nos había metido el horror en el cuerpo, solo una pregunta le hice presintiendo que el estado de derecho se desvanecía:  “ ¿y si nos torturan?”…no hubo respuesta, alzamos el cuello de nuestros chaquetones para combatir el frío de la noche cuando abandonamos el molo de abrigo. Sentí en esa caminata que él también tenía miedo, era casado y pensaba en su esposa. Además era dificil de preveer la dimensión de la catástrofe que se nos venía encima, sentíamos que la muerte nos pisaba los talones.

Al llegar a la ciudad-puerto, entramos a un Bar y nos ubicamos en la barra encargando algo para beber… aire denso por el humo de cigarrillos y el televisor “Antu”que comenzaba el noticiero… “infiltración de extremistas en unidades de la Escuadra”…mi mochila se hacía cada vez más pesada…Ya, esa noche del 7 de agosto, no había camino de retorno, para mí, el futuro de Chile estaba echado”.

“Nos subimos a la citroneta que nos condujo a Las Higueras, nos vendaron la vista para no reconocer el camino, mi cabeza zumbaba por el movimiento y los efectos de los cigarrillos y el alcohol. Lo que tengo claro hasta hoy,  es lo que habíamos acordado antes con José: Nuestra misión era ir allí a informar de las detenciones en Valparaíso, que se estaban haciendo en este momento públicas y de lo que estaba ocurriendo. Por otro lado, informarnos si habían posibilidades de que álguien interviniera para parar todo esto. Pensábamos que el Presidente de la República tenía los mecanismos inmediatos para frenar lo que se venía.  Nosotros, no llevábamos ningún plan de toma de barcos, de matar a oficiales o algo por el estilo, se especuló sobre la posibilidad de neutralizar a los golpistas, pero a estas alturas esa era una alternativa imposible de realizar cuando ya las detenciones estaban en marcha.

Desconosco las conclusiones que habrán sacado ellos, los civiles, de esta reunión, para mí era un deber moral de ir allí…el retorno al buque esa noche, fue ir a enfrentar practicamente consciente la maquinaria que se nos venía encima.

El 8 de agosto, estabamos de guardia a bordo del crucero Prat . Por la tarde se dá alarma de incendio, una nave menor se quemaba atracada en puerto. En ese contexto, según testigos, es desembarcado del crucero Prat el marinero Maldonado en condición de detenido.

Maldonado cubría guardia conmigo, pero no lo encontraba y me puse a buscarlo en los lugares que frecuentan los electricistas cuando están de guardia, ni señas de José… me puse intranquilo. Partí a mi ropero a buscar mi chaquetón presintiendo que había llegado la hora, agosto es el mes mas frío. Abrí la caja de mis pertenencias y controlé todo lo que había, cerré todo y me fuí al salón de máquinas, ahí llegó alguien que no recuerdo y me dijo que tenía que presentarme a la oficina del Jefe del Departamento de Ingenieria de la Nave. Al llegar allí, el jefe del Dpto. sentado detrás de su escritorio ordena al Tte. ¿ Orellana?  y me conduce  a un camarote donde me esperaban oficiales de la inteligencia naval, que ya tenían en condición de detenido al colega electricista Mr. 1° Bernardo Carvajal. Nos obligaron a desembarcar de la nave y nos subieron a una Camioneta Chevrolet de la Base Naval. Pregunté a dónde nos llevaban, el oficial de la inteligencia  desenfundó una pistola y amenazándonos, nos dijo que guardaramos silencio, que estabamos detenidos. Por momentos confié aún en el estado de derecho y llegué a pensar que nos conducirían a la Fiscalía Naval, pero el vehículo torció cerro arriba conduciéndonos al Fuerte Borgoño de la Infantería de Marina. Llegamos a la ciudadela en la parte de la cima del cuartel, donde nos aguardaba un batallón de Infantes de Marina en tenida de combate y mimetizados, me obligaron a desnudarme a punta de golpes de yataganes, culatazos, puntapiés, rodillazos y de puño, dándome un tratamiento de prisionero de guerra. Identifiqué desde el suelo que tenían al cabo Antonio Ruiz y al marinero Maldonado en unas casetas.

“ Me condujeron al interior de una caseta donde se encontraba el capitán infante de marina Köhler quién dirigía las torturas y vejámenes junto a un pelotón , le pedí que se respetara el fuero militar, ahí me colgaron de los pies y me sumergieron en un tambor con aguas servidas, me preguntaban por la reunión de las Higueras, que confesara que mataríamos a los oficiales, que me matarían y lanzarían mi cuerpo en “Tumbe” si no confesaba. Me golpeaban el tórax, estómago, espalda y nalgas con guantes mojados hasta el punto que me desmayaba, estaba bañado en sangre, me amenazaban de muerte si no denunciaba a colegas que tuviesen posiciones constitucionalistas. Reconocí haber estado en la reunión de las Higueras y en la del restaurante los Pingüinos en Valparaíso, después querían saber del lugar y los participantes, yo dije que no me recordaba porque andaba bajo los efectos del alcohol. Debía reconocer fotos de civiles que después me enteraría que eran de Altamirano, Garretón y Enríquez  y así continuaron durante toda esa noche hasta la mañana del día siguiente. Posteriormente me mantuvieron detenido, aislado e incomunicado bajo fuerte protección armada durante 10 dias en el cuartel de “Orden y Seguridad” en la Base Naval de Talcahuano y me obligaron a repetir  la declaración ante el Juez Naval, bajo amenazas de seguir torturándome si no lo hacía. En la fiscalía al prestar declaración, me encontré en la sala de espera, con los marinos que trajeron de Valparaíso, algunos venían con los oídos reventados, al parecer ya habían pasado por las manos de Köhler”.

Del Crucero Prat fuimos 7 los detenidos y dos desertaron para el tanquetazo. Debo decir que el Tte. Luis Sandino, llegó al cuartel de seguridad a preguntarme acompañado de un colega del departamento, “si yo estaba metido en esto”, le dije que sí…¿pero metido en qué? no sabía que responderle, ya había perdido el sentido de la realidad. Ahora a 45 años, en la retrospectiva, aún no se me ocurre qué debiera haberle dicho, quizás venía en un acto de buena voluntad a salvarme, pero sentí que era imposible que él me pudiese ayudar en ese momento, el capitán Köhler me tenía en sus garras y a lo mejor el Tte. no tenía idea de lo que se venía, me sentía en el fondo del pantano, no me atreví a decirle ayúdeme…le dije que sí…Me ofreció que escribiera una noticia a mi familia. Pensé después que producto de eso llegó mi hermana desde Santiago a la “Puerta de los Leones”, en la Base Naval de Talcahuano a reclamar por mi cuerpo. De él tengo un recuerdo humano.

Como aún no estabamos en dictadura, la presión para saber de nosotros iría cada día en aumento hasta que llegaron los abogados y me sacaron a la cárcel de Talcahuano para entrevistarnos con los abogados ante los cuales denunciamos el “mal trato”. Esto en Chile era desconocido hablar en forma pública de torturas, era regresar al medioevo. La tortura se instauraba con nosotros como una realidad futura.

El 3 de septiembre del 73 nos trasladan desde el cuartel de Orden y Seguridad de la Base Naval. A la salida me topo con el sargento Sanches que está de guardia en el cuartel y me regala una sonrisa. Nos llevan a la cárcel de Talcahuano en tránsito y desde ahí a la Cárcel de Chacabuco 70 en Concepción junto a otros marineros y operarios de Asmar. Allá nos pusieron en condición de aislamiento. El personal de prisiones nos dió buen trato y llegó el relajo, las visitas de las familias, la solidaridad y la logística aportada por los trabajadores y estudiantes de la zona.  Nos pusieron a un Mocito a diposición,  el “Chocolate” le llamaban por su color de piel, era el que nos traía “el rancho” y el café por las mañanas. Aquí comenzamos a conocernos entre los marinos del O’higgins y El Prat y a entablar lazos solidarios con los Operarios de Asmar y a compartir celdas.

El Golpe de Estado era  inminente cuyas consecuencias eran dificiles de preveer. Los obreros y universitarios en las calles solidarizaban con nosotros, pero la represión iva en aumento y las esperanzas eran de que el “golpe” no ocurriera. A mi me tocó habitar la primera celda junto a otros 6 ó 7 cros. que estaba a mano derecha del pasillo de la entrada. Proseguían dos celdas, al fondo, las duchas y el WC y al otro extremo del pasillo, la celda de los castigados sin entrada de luz y murallas recubiertas de metal. De ahí provenían voces de congojo y ese olor pestilente.

A Maldonado se lo habían llevado a Valparaíso, pero el cabo Antonio Ruiz del Prat, pasó también a ocupar la primera celda con Víctor López también del Prat, El cabo Santiago Rojas del O’higgins y el marinero Guillermo Castillo. Al entrar a esa celda por primera vez, me encontré en un rincón un palo de escobillón. Para mí el ajedrez era un juego desconocido, pero al ver después de un par de días a Antonio Ruiz que dominaba este arte deportivo, me llamó la atención la belleza de esas  figuras por lo que me inspiré y puse en práctica mis artes manuales para tallar a punta de cuchillo y formón las figuras del juego con este palo, estas herramientas no me acuerdo donde las obtuve. Tallando este ajedrez combatí la angustia dentro del hacinamiento en que vivíamos.  Antonio con el tiempo me enseñó a mover las piezas, pero debo confesar que no me desarrollé en este arte como otros maestros que a futuro en otros patios carcelarios daban cátedra en jaque matte y quemaban las horas interminables del encierro. Carlos Alvarado era el de las jugadas magistrales, miraba el paisaje mientras el contrincante se desmembraba la cabeza en el contraataque. Tampoco puedo recordar al círculo de hierro que se enfrentaría en sendos combates de ajedrez mas tarde en el patio de la cárcel de Valpo. Duelos interminables….yo andaba en otra, mis capacidades no daban para vencer a estos gladiadores del tablero, recuerdo entre ellos también a José Maldonado, pero no quiero aventurar quienes poseían el mayor dominio de este arte. Retrocedo nuevamente para ubicarme en los pasillos de lo que fué y lo que ocurrió en la cárcel de Concepción.  Ocurre el Golpe de Estado y “Chocolate”, el mocito que nos trajo el café tardío, nos dice que “permanezcamos juntitos para morir como hermanitos porque ha ocurrido algo grave”. Desde la reja de entrada observamos que la policía uniformada había tomado la cárcel, nuestro destino no estaba claro. Horas mas tarde llegó una escuadra de carabineros, fuertemente armados, al mando del Director Regional de Prisiones, el capitán Rodolfo Schmidling. Recuerdo que formamos en el patio y el cabo Aravena también detenido del Crucero O’higgins, en formación militar en el patio pequeño nos dió las órdenes para saludar a esa comitiva.  Schmidling, informó que el Gbno. había sido derrocado y que teniamos que someternos a los acontecimientos, que todo con olor a UP estaba siendo encerrado y nos advirtió de no cometer intentos de fuga, que los culpables pagarían por sus delitos y que permaneceríamos encerrados sin derecho a visitas hasta nueva órden. Hasta un simulacro de fusilamiento nos dieron esa mañana. Posteriormente fuimos encerrados sin derecho a patio y vinieron los bandos y la música clásica en las transmisiones. El miedo se expandió en el cuerpo y las almas, La Muerte nos rondaba cada vez más cercana . Recuerdo cuando llegaba el oficial de prisiones  por las noches,  al escuchar la apertura de las rejas estábamos preparados, siempre había uno de guardia, uno despierto para enfrentar resistencia en caso de que nos vinieran a aniquilar. Venían a torturar a los castigados de la celda del fondo, presos comunes,  en el pasillo, las duchas con agua fria que cortaba el cráneo, de los cortados en las celdas de castigo a los cuales les aplicaban sal con ají en las heridas, este lugar se transformó en el horror de los horrores…tortura física a los presos comunes y sicológica a nosotros. Lo peor es ver y escuchar las torturas de otro.
Comenzaron a llegar los primeros prisioneros politicos al inicio de la dictadura. No recuerdo el día, la semana y el mes cuando nos trasladan a la parte posterior de la Cárcel para incomunicar a los primeros condenados a muerte. Si mi recuerdo no me traiciona eran los Miembros del PC de la región de Lota; Isidoro Carrillo, Bernabé Cabrera, Danilo González, Vladimir Araneda. Con el golpe, el personal de prisiones fué cambiado. El Oficial, este grandote, de los ojos saltones fué el que nos comentó la muerte de los cuatro: “en el fusilamiento…se fueron tranquilos ”
Recuerdo que después de este acontecimiento nos retornaron a las celdas y posteriormente nos pasan al interior del recinto carcelario. Lo que sí recuerdo es que estuve en la celda que habitaba después de que los mataron y encontré en el centro de ella una cajetilla de cigarrillos marca Lucky Strike y las colillas apagadas en el piso, al parecer el último deseo antes de que los ejecutaran. El año 2015 pinté un cuadro en memoria a esta imágen del último deseo de Carrillo Q.E.P.D. y en memoria al Cabo Antonio Ruiz Q.E.P.D. colega del Prat, que habitó la misma celda. Después de 4 meses fuí traladado a la Cárcel de Valparaíso junto al marinero Victor López. En la estación de ferrocarriles de Concepción nos despidieron con sus pañuelitos mis tías Josefina y Lucy que vivían en la región, fieles y permanentes en sus visitas a la Cárcel. A estas alturas, ya los abogados que habían asumido nuestras defensas eran perseguidos. Por suerte egresaba como abogado Isidro Vásquez Mazuelo, miembro de la familia de la nueva pareja de mi madre en Santiago, Heriberto Blanco y tomó el caso mío y de Victor López.  Al llegar a Valpso. pasando por la Penitenciaría de Santiago, nos introdujeron en una celda de la tercera galería donde estaban los presos políticos. Pero la población penal ya estaba encerrada. Supuestamente para nosotros en esta cárcel se encontraban los marinos que habían sido detenidos en este puerto y el sentimiento era de que no estaríamos solos. Al día siguiente cuando se abrieron las celdas comenzamos a preguntar a los presos políticos por los marinos constitucionalistas y me toqué con un ambiente de desconfianza, nadie respondía algo concreto, algunos decían que se los habían llevado a una isla, otros no contestaban, con el tiempo me dijeron que pensaban que eramos infiltrados del servicio de inteligencia. La realidad fué que los marinos detenidos en Valpso. habían sido trasladados a Isla Riesco ó Melinka, para construir con trabajo forzado el campo de concentración de Puchuncaví.

Como a los 4 meses retornó a la cárcel de Valparaíso el grupo de marineros que habían sido trasladados a Melinka. Ahí me reencuentro con Maldonado, Bernardo Carvajal, etc que habían sido trasladados antes de Thno. y se pegaron el paseo a Melinka y muchos marineros contingentes con los cuales habíamos iniciado nuestra carrera el 69 en la Quiriquina.

Fuí sometido a un proceso ilegal, la Causa 3926. La acusación que se me formuló originalmente, consistía en incumplimiento de deberes militares. El día 28 de septiembre de 1973, habiendo ya sucedido el golpe de estado, se cambió esta acusación y me declararon reo como autor del delito de sedición y motín, esta medida fué aplicada también a mis colegas de armas. En Mayo de 1976 se me condena como Autor del delito de Sedición a la pena de tres años de presidio, saliendo en “libertad” el 28 de Agosto de 1976 y quedando bajo control semanal por la Fiscalía Naval de Valparaíso. En la sala de control de la cárcel con mis maletas empacadas para salir en libertad por el atardecer, me la niegan porque dicen que tengo otro proceso por ley de control de armas, proceso que yo desconocía. Todos mis otros cros. salen en libertad, salvo los condenados a penas mayores. Mi hermana que esperaba afuera, partío a la fiscalía a aclarar el caso y a mí me derivaron nuevamente a pabellón y tuve que pedir asilo en una celda de cros. A mi hermana en la fiscalía le dijeron que el fiscal se había ido a casa por allá por Villa Alemana…al otro día me dejaron libre. Mi padre fallece tres meses antes de mi puesta en libertad.

Me cobijó en su casa la madre del marinero Claudio Espinoza, Sra. Eliana Torrecilla Q.E.P.D, una mujer de una tremenda fortaleza humana, el corazón del porte de un buque, de sonrisa amplia y contagiosa y el alma abierta al mundo, a pesar de los horrores que estábamos viviendo. No tengo palabras para agradecerle y llevo conmigo recuerdos inolvidables de los cerros en Recreo Alto.

Las depresiones me abordaron, no dormía, me iba a la roca feliz y escuchaba que el mar me llamaba, Chile estaba preso, me sentía mas libre en la cárcel, la idea del suicidio estaba cercana…trataba de leer, era imposible concentrarme…tomé contacto con la iglesia y me derivaron al sicólogo Dr. Castillo que trabajaba en terapias. Le expliqué mi problema de soledad y angustia…le pedí que me orientara, le dije que me sentía más libre en la cárcel porque podía hablar lo que quisiera y ahora el que me vé, dá vuelta la cara, ya no hay amigos, la gente tiene miedo, me sentía solo,…vencer el miedo es lo principal creo que me dijo: “mi consulta para el golpe fue destruida, allanada y mi familia se fué al exilio, yo me he quedado acá a cumplir mi labor para ayudar a los perseguidos”…le aconsejo,  “reúnase con sus ex- camaradas y continúe lo que estaban haciendo en la cárcel”

Organizamos una cooperativa al estilo de la que teníamos en la cárcel de Valparaíso con otros cros. del proceso que habitaban en la región puerto y al interior, para poder seguir alimentando a nuestras familias, en coordinación con la Vicaría de la Solidaridad en Santiago. Nos organizamos un grupo y logramos sobrevivir un año y levantar esta cooperativa. En este contexto conocí a la que fuera mi amiga en esas circunstancias, la Dra. Patricia S.C., a la cual llevo en el alma por haber compartido conmigo ese mundo de aventuras y preocupaciones, de su solidaridad profesional con los desposeídos, un año que fue eterno y de destinos inciertos.

Paulatinamente los cros. de la cooperativa comenzaron a abandonar el país por las circunstancias obvias que se vivían.

En agosto del 77 me embarco rumbo a Bélgica, para continuar rumbo a Alemania. Mi hermana que aún permanecía en Chile siguió visitando a los marinos presos ahora en la penitenciaría de Santiago y sigue paralelamente recogiendo el cuerpo de su marido que repetidamente es detenido, torturado y lanzado a la calle. En 1978 abandona Chile rumbo a Suecia.

Maurice Poisson Eastman, ex comandante de mi nave que no me pasa a retiro cuando se lo solicité, fallece el 30 de Marzo del 2006.

Este testimonio lo escribo para agradecer a la gente que estuvo a mi lado en esos momentos dificiles, amigo(a)s y familiares como así a los abogados que intercedieron por nosotros y a un gran espectro de organizaciones e instituciones a nivel nacional como internacional. Escribo esto además, para mis 5 hijos  que nacieron lejos de Chile y a mi familia alemana, a la familia de mi hermana en Suecia, para poder entregarles aquí una partecita de esta historia vivida.

Mi querida hermana volando a su exilio a Suecia

Agradezco en forma especial a mi hermana que dió todo por lograr mi libertad y por las lágrimas que derramó nuestra madre por la diáspora a la que fuimos condenados hasta el dia de hoy.

Juan Cárdenas Villablanca

Portada de la Revista Chile Hoy, 31 agosto 6 de septiembre 1973. TORTURAS EN LA ARMADA

 Torturas en la Armada. 1973

En su edición anterior, Chile HOY publicó una entrevista al abogado Pedro Enríquez, en que se denunciaban las torturas a que han sido sometidos marineros y suboficiales de la Armada. En estas páginas incluimos entrevistas hechas por Alvaro Rojas, corresponsal de Chile HOY en Concepción, al sargento Cárdenas.
Estimamos que todos estos testimonios encierran tal gravedad, que hemos resuelto iniciar una campaña en contra de las torturas. Para ello, hemos pedido la opinión de dirigentes políticos y personalidades de todas las tendencias. Aquí reproducimos las que emitieron el ex Senador y candidato presidencial democratacristiano, Radomiro Tomic y el sacerdote Hernán Larraín, director de la revista “Mensaje”.

Sargento Cardenas:

“El Fiscal me dijo: ‘Si hay un golpe, no va a quedar vivo ningún líder de izquierda'”

Juan F. Cárdenas Villablanca, 37 años, sargento segundo, maquinista del destructor “Blanco Encalada” de la Armada Nacional de Chile, es un hombre alto, delgado, de pelo oscuro y gesto severo en el rostro. Casado con Regina Muñoz Vera, tiene dos hijos pequeños. Lleva 20 años de trabajo en la Marina. Ha cursado estudios superiores en Estados Unidos, donde fue felicitado y obtuvo los primeros lugares en su especialidad: máquinas. En este momento se encuentra recluido en el fuerte Silva Palma de Valparaíso, acusado junto a otros 47 marineros y civiles que trabajaban en ASMAR del delito de “sedición y motín”. Desde el día en que la Armada dio a conocer el pretendido cuadro subversivo que se habría detectado en su seno hasta el viernes pasado, fue imposible para sus abogados y para su esposa tomar contacto con el sargento Cárdenas, que si bien no estaba “oficialmente” incomunicado, en los hechos era mantenido alejado de todo contacto con civiles. La entrevista que sigue es producto del primer contacto de los abogados y de su esposa con el sargento Cárdenas.
Esta se realizó en un oscuro y frío rincón del fuerte Silva Palma o cuartel de orden y seguridad, nombre eufemístico que la Armada da a su presidio militar. Los abogados y la esposa del sargento no obtuvieron ninguna facilidad para entrevistarse con Cárdenas. Al contrario, se les ofreció el lugar más desagradable de la prisión naval, ubicado en un lugar abierto a todos los vientos, lo que sumado al hecho de que el cuartel Silva Palma se encuentra en un cerro relativamente elevado, hizo que tanto los abogados como el periodista y el mismo Cárdenas temblaran de frío a los pocos minutos.
Luego de los saludos, la primera frase que dijo Cárdenas fue la siguiente: “estoy más firme que nunca”.
Ch. H.: ¿Cuándo fue detenido y en qué circunstancias?
J.F.C.: Fui detenido el seis de agosto, a las tres de la madrugada, en el “Blanco Encalada”, aquí en Valparaíso. Me condujeron a la Escuela de Infantería de Marina de Las Salinas (Regimiento Miller) en Viña del Mar. Allí comenzaron a flagelarme y torturarme durante todo el resto de la noche (desde las tres hasta las ocho o nueve de la mañana del día seis).
Ch. H.: ¿Qué tipo de flagelación sufrió?
J.F.C.: Me colgaron de una cruz de madera con las manos y los brazos amarrados con cordeles. Es difícil explicar. Estaba así (abre las manos y piernas)…, me pusieron como en cruz, pero con las piernas tan abiertas que la intención que tenían era de rajarme. Allí comenzaron a golpearme en todo el cuerpo, especialmente los genitales.
Me llevaban con la consigna de declarar todo lo que ellos me habían dicho que dijera. A todo esto, yo no había dicho nada. En esa entrevista con el fiscal me limité a señalar que que había sido flagelado nuevamente. Me decían que no había cumplido con las instrucciones que me habían dado para que me declarara culpable. Desde ese día no me dejaron dormir. Cada quince minutos me despertaban para darme algunos golpes, así estuve toda la noche del domingo.
Ch. H.: ¿Quiénes eran los que lo flagelaban?
J.F.C.: Todos eran oficiales del cuerpo de infantes de marina.
Ch. H.: ¿No había soldados?
J.F.C.: No, soldados, no.
Ch. H.: ¿Qué ocurrió el lunes 13?
J.F.C.: Me llevaron ante el fiscal Jiménez para carearme con otros marineros. Dije solamente que nos oponíamos al golpe de Estado y que no secundaríamos a nadie que lo intentara. Volví a insistir en que había sido flagelado y que quedara constancia en el proceso de mis declaraciones. El fiscal se negó. Le dije que no necesitaba probar que había sido flagelado ya que él podía ver las señales en mi cuerpo y en el de los otros marineros. También le dije que a esta altura ya mi cuerpo no resistía más y que intentaría suicidarme si las flagelaciones seguían y que estaba recibiendo golpes nada más que en la cabeza. El fiscal sólo me cambió el lugar de detención.
A todo esto, en Talcahuano los trabajadores estaban agitados. El Comando Comunal se entrevistó el domingo con el almirante Paredes, y éste le manifestó: “en la Armada no se tortura a nadie”. Al parecer, el almirante no había sido informado de la forma en que fueron tratados los marineros en la misma base naval. Los abogados, por su parte, iniciaban los contactos posibles para lograr hablar con sus defendidos, hasta que gracias a la presión de masas lograron hacerlo.
Continúa Cárdenas: El lunes en la noche me siguieron dando junto con los otros. Esa noche me sacaron a unos allanamientos a casas (se trata del allanamiento al departamento de los hermanos Vergara en el centro de Concepción); querían que yo reconociera a esos muchachos, niños diría yo. Me negué, porque no los había visto en mi vida y porque vi que eran muy jóvenes, tendrían unos 16 ó 17 años. Incluso me carearon con ellos.
El martes al mediodía fui conducido nuevamente a la Fiscalía Naval. El fiscal ordenó que me llevaran a la Isla Quiriquina.
A esa altura, ya Cárdenas se había transformado en una pieza fundamental para el juicio.
Después me aplicaron corriente eléctrica. Nadie me interrogaba. La corriente era más o menos alta, con los estremecimientos que me produjo me zafé un brazo (el izquierdo).
Ch. H.: ¿Y después?
J.F.C.: Cuando vieron que estaba mal me bajaron, me vendaron los ojos y me metieron en un ataúd.
Ch. H.: ¿En un ataúd?
J.F.C.: Sí, en un ataúd. Lo vi, porque antes que me pusieran la venda en los ojos estaba puesto en el piso. Una vez dentro me hicieron rodar por una pendiente. Me amenazaron de muerte y me decían que no querían gastar una bala en un m… como yo. Después de eso me tomaron de los pies y me metieron en un pozo, que al parecer era séptico por el olor. Allí me sostenían hasta que no podía respirar. Al salir del pozo por tercera o cuarta vez me desmayé. Me hicieron levantar a puntapiés.
Ch. H.: ¿Quiénes lo flagelaban?
J.F.C.: Oficiales. Cuando vi todo esto supuse que con vida no salía de ésta, así que me saqué la venda de los ojos y vi como 20 infantes de marina que cuidaban el lugar. Al ver que me saqué la venda me golpearon de tal manera que perdí el conocimiento por cuatro horas a lo menos. Me di cuenta que había pasado tanto tiempo porque ya estaba oscuro cuando desperté (cuando me saqué la venda estaba claro y cuando desperté era de noche). Apenas volví en mi comenzaron a golpearme otra vez, especialmente con patadas en la cabeza, porque ya no tenía lugar del cuerpo donde me pudieran pegar. Luego me colgaron otra vez en la cruz y me aplicaron la electricidad. Al mediodía del seis trajeron a Blasert y Lagos, quienes fueron sometidos al mismo tratamiento. A ellos lograron hacerles firmar documentos que decían que el líder del movimiento subversivo era yo.
Ch. H.: ¿Cuánto tiempo estuvo usted en Las Salinas?
J.F.C.: Desde las tres de la mañana del lunes seis, hasta tarde en la noche del mismo día.
Ch. H.: ¿Cuándo lo sacaron de allí?
J.F.C.: En la noche del mismo día nos llevaron a Silva Palma. Muchos marineros que puedo mencionar y que están dispuestos a declarar en mi favor, me vieron ingresar en pésimas condiciones al cuartel. La idea de los oficiales era escarmentar con nosotros a todos los que se oponen al golpe en la Armada.
Ch. H.: ¿Qué pasó en la Armada?
J.F.C.: Me llevaron a la enfermería, el enfermero al verme, dijo: “Yo no me meto en este forro, este hombre debe ser visto por un médico, me niego a atenderlo”. Tampoco quiso atender a Blaset y Lagos, insistió en que él no se metería en ese forro. A pesar de que el enfermero se negó a atendernos, el encargado de la prisión no nos quiso llevar al Hospital Naval para evitar la difusión de los hechos.
También me sometieron a una tortura que consiste en ponerlo a uno en el filo de una banca, de espaldas y comenzar a cargarlo por la cabeza y los pies, como un balancín. Sentía que me molía la columna vertebral.
Ch. H.: ¿Qué pasó al día siguiente?
J.F.C.: Fui conducido ante un oficial de apellido Bilbao de grado de comandante. Este era el fiscal administrativo. Me dijo, entre otras cosas, algunas que no olvidaré nunca: “en el caso de un golpe de Estado, no va a quedar vivo ningún líder de izquierda”.
Ch. H.: Luego, ¿qué pasó?
J.F.C.: Desde el martes 7 hasta el viernes 10, a las 21 horas, fui mantenido en el Silva Palma. Todos los días me sacaban del lugar para someterme a torturas que no detallo, porque consistían más o menos en lo mismo que he relatado. El mismo viernes, a las 21 horas, y en forma muy sigilosa, me sacaron del cuartel custodiado por numerosos infantes de marina, armados como para combate. También viajaban conmigo los otros tres detenidos, nos llevaron a Carriel Sur, en Concepción, en avión. Cuando llegamos nos subieron a un jeep grande, nos hicieron tendernos en el piso de a tres, luego hicieron tenderse a otros tres encima nuestro, boca abajo y cruzados con nosotros. Luego pusieron otros dos encima de la “ruma”. Finalmente, se sentaron encima unos doce cosacos. Fuimos conducidos a un campamento de los infantes de marina que queda cerca del fuerte Borgoño. Cuando nos bajaron comenzaron a golpearnos de inmediato. El detenido Pedro Lagos quedó con traumatismo encéfalo craneano y perdió el conocimiento. A un marinero de apellido Salazar le reventaron los oídos. Fuimos sumergidos en un charco de mugre. Eramos pateados durante las flagelaciones. El artillero Salazar ubicó a uno de los flageladores, llamado Luis Guerrero. Pedro Lagos ubicó a otro, cuyo sobrenombre era “Cara de Pato”. A un hombre de la Escuela de Ingeniería le fueron voladas las muelas a patadas con encías y todo (este hombre quedó posteriormente en libertad por falta de méritos).
Ch. H.: ¿Quién dirigía las operaciones?
J.F.C.: El capitán Koeller. Nos arengaba por las supuestas irregularidades del Gobierno.
Es necesario señalar que el viernes los abogados de Cárdenas ya habían intentado hablar con él y que había sido negado sistemáticamente el permiso por el fiscal.
Ch. H.: ¿Qué ocurrió después?
J.F.C.: En la tarde del sábado me llevaron en andas a declarar ante el fiscal Jiménez.
La presión civil y las torturas asustaron a los mandos medios de la Armada, que no quisieron que el sargento Cárdenas fuera visto, ya que éste mostraba los estragos causados por las sesiones de flagelaciones y torturas a que fue sometido. Por ello fue enviado a la isla Quiriquina.
Ch. H.: ¿Recuerda otros detalles?
J.F.C.: El capitán Koeller me dio numerosas ocasiones para que me fugara. Así podían matarme. Una vez estaba sentado y solo. Pensé inmediatamente en la posibilidad de huir, pero me contuve cuando vi entre unas ramas a unos soldados con una ametralladora. Entre ellos estaba el capitán Koeller.
Es necesario aclarar que Koeller es el mismo que llevó las tropas a allanar COSAF en Penco y MARCO CHILENA.

Marineros Constitucionalistas presos en la Penitenciaría de Santiago. De pié, de Izq. a Der.: Pedro Blaset, Jaime Salazar, Hugo Maldonado, Pedro Lagos, Juan Cárdenas. De rodillas, Izq. a Der.: Sergio Fuentes, Ernesto Zúñiga, Juan Roldán.
Entrevista a la esposa del sargento Cárdenas, Regina Muñoz Vera. Revista Chile Hoy 1973

Bernardo Carvajal Sepulveda

INFORMACIÓN SOBRE LA DETENCION Y TORTURA DE BERNARDO CARVAJAL SEPÚLVEDA

DATOS DE IDENTIFICACION

NOMBRE: Bernardo

APELLIDOS: Carvajal Sepúlveda

FECHA DE NACIMIENTO: 18 de Abril de 1949

ESTADO CIVIL: Casado

NACIONALIDAD: Chilena

PROFESIÓN: Electricista (Pd)

ANTECEDENTES POLÍTICOS Y SOCIALES AL MOMENTO DE LA DETENCIÓN

Sin antecedentes políticos, sociales ni gremiales

DATOS DE LA DETENCIÓN:

FECHA DE LA DETENCIÓN: 08 de Agosto de 1973

LUGAR DE APREHENSIÓN: Lugar de trabajo: Talcahuano, Chile. Crucero Prat.

TESTIGOS DE LA DETENCIÓN: Si hubo, marinero 1° Electricista Mario Cordero Cedraschi

ORGANISMO QUE REALIZÓ LA DETENCIÓN: Armada de Chile

CARACTERÍCTICAS DE LA PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD:

Detenido sin juicio, a disposición de un tribunal militar. ROL  3926/73

RESULTADO: Condena de presidio a 3 años

FECHA DE LIBERTAD: 06 de Septiembre de 1976

ORGANISMOS QUE CONOCIERON LOS HECHOS:

Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Cruz Roja Internacional, ACNUR, Vicaría de la solidaridad, etc.

 RECINTOS D E RECLUSIÓN:

  • Cuartel Borgoño: (Infantería de Marina) Talcahuano, detenido desde el 08 de Agosto de 1973 hasta el 09 de Agosto de 1973 en calidad de incomunicado con sesiones de tortura.
  • Cuartel Rodríguez: (Infantería de Marina) Talcahuano, desde el 10 de Agosto hasta el 10 de Septiembre de 1973, incomunicado. Todo antes del golpe de estado.
  • Isla Quiriquina: (Escuela de Grumetes) Talcahuano. Desde el 10 de Septiembre de 1973 hasta Octubre de 1973.
  • Cuartel Silva Palma: (prisión de la marina, recinto naval) Desde Octubre de 1973 a Noviembre de 1973.
  • Cárcel pública de Valparaíso: Noviembre de 1973 a Diciembre de 1973.
  • Isla Riesco o Melinka: (Campo de Concentración) Diciembre de 1973 a Abril de 1974.
  • Puchuncaví: (Campo de Concentración de la Armada de Chile) Desde Abril de 1974 a Julio de 1974.
  • Cárcel pública de Valparaíso: Desde Julio de 1974 a Septiembre de 1976 de donde me dieron la libertad.

TIEMPO TOTAL DE PRIVACIÓN DE LA LIBERTAD:   3 Años, 1 Mes, 18 Días, Desde el  08 de Agosto de 1973 al  26 de Septiembre de 1976.

MI  SECUESTRO  Y  TORTURA

ENERO DE 1973:  Un grupo de aproximadamente 18 marinos, fuimos trasladados desde la escuela de Ingeniería Naval al crucero Prat, la mayoría egresados con el título de especialista en electricidad de poder. Ya éramos profesionales. Nuestras edades iban desde los 20 a 24 años aproximadamente, por lo tanto teníamos muchos sueños e ilusiones.  Por supuesto no estábamos ajenos a la situación política del país y opinábamos como todo el mundo lo hacía: las colas, el desabastecimiento, el mercado negro, etc. La mayoría de nosotros defendíamos al gobierno, nos dábamos cuenta de quienes eran los causantes de ese caos; empresarios, gente de la alta sociedad, porque no querían que los trabajadores (comunistas para ellos) estuvieran gobernando el país. Y por supuesto Estados Unidos fomentaba  en la  oficialidad adentro y afuera de la armada la programación de un golpe de estado en forma totalmente abierta.

Existía en el interior de la fuerza una fuerte deliberación interna, encabezada por los altos mandos, apoyados por la inteligencia naval. Se efectúan procedimientos para seguir e identificar al personal que defiende la constitución o simplemente simpatizantes del gobierno mientras ellos pregonan un golpe de estado.

A partir de Julio – Agosto de 1973, altos oficiales de la armada, con el argumento de que se gestaba un plan subversivo, comienza a detener  y a torturar marinos para obligarlos a confesar que se conspiraba contra la armada apoyados por políticos de la época.

Fue así entonces que el día 08 de Agosto de 1973, aproximadamente a las 19:30 horas, entra al taller de electricidad del crucero Prat, un oficial y me pide que lo acompañe, llegamos a una oficina donde había un grupo de oficiales. Uno de ellos era el teniente primero JAEGGER, tenía una carpeta en la mano, supuse era la mía. Me dijo que lo acompañara donde el comandante del buque, siempre acompañados por los otros oficiales. Fuimos hasta el camarote del comandante, hablaron algo entre ellos. Entretanto otro oficial traía al marinero primero, también electricista, Mario Cordero. Después nos condujeron a una camioneta que estaba esperando afuera del buque. Este vehículo consta de tres corridas de asientos, atrás había dos oficiales sentados, nos hicieron sentar en el asiento del medio. JAEGGER se sentó junto al chofer, Mario estaba muy nervioso, me preguntaba que estaba pasando y a dónde íbamos. Yo le respondía que no sabía. Enseguida los oficiales sacaron sus armas y nos apuntaron en la cabeza y nos dijeron que guardáramos silencio. Sinceramente yo no entendía nada, en ese momento me hacía muchas preguntas y no tenía respuestas. Hasta ese momento yo estaba tranquilo pero me fui asustando cuando vi el camino de bosque por el cual íbamos, la oscuridad era total. Pensé Nos van a matar!!… pero …¿Por qué?… Comencé a tener la idea de lanzarme del vehículo, pero no tenía ninguna posibilidad… llegamos a un claro donde habían muchos infantes de marina con el rostro pintado, junto  las luces de otros vehículos, se veía muy aterrador. Había unas casetas de madera de 2×2 más o menos y distantes unas de otras.

Los oficiales y el chofer se bajaron del vehículo, quedamos solos adentro esperando algún tipo de desenlace. JAGGER  hablaba con otro oficial que al parecer estaba a cargo . Asombrados por lo que veíamos, se acercaron algunos infantes de marina que rodearon el vehículo, abrieron las puertas y nos sacaron. Nos agarraban de todos lados, ropa, cabellos, manos, piernas, nos tiraron abajo y comenzó la fiesta para ellos, nos golpearon con los fusiles, las manos, los pies, nos insultaron, después nos hicieron apoyarnos con los brazos extendidos y las piernas abiertas en la muralla de una caseta y nos revisaron buscando no sé qué cosa, tal vez en sus mentes enfermas, pensaban que llevábamos armas. Yo preguntaba porque estábamos siendo tratados de esa manera, pero era peor porque  los golpes e insultos se multiplicaban. Se llevaron a Mario al interior de una caseta, yo quedé esperando afuera apoyado en la pared  y me vigilaban algunos soldados con la orden de abrir fuego si yo intentaba escapar.

Desde allí sentía los gritos de dolor de Mario, lo estaban torturando, lo cual me puso muy mal y lo peor era que no sabía por qué. Todo me parecía tan injusto. Estaba con mis pensamientos cuando escuché ¡¡ Hagan pasar al siguiente!!  Los guardias me dicen que corra, yo no quise hacerlo y seguí caminando y recibí muchos golpes por esto, pero no los sentía ya, seguí caminando, tal vez el nerviosismo y la bronca que llevaba era la causa de no sentir dolor. Cuando entré en la habitación había muchos soldados con el rostro pintado, al igual que sus armas. Uno de ellos me dijo que me desnudara. Recuerdo el frío de esa noche, Agosto era terrible, ya no podía controlar mi cuerpo, temblaba entero, la única manera de parar ese descontrol de mi cuerpo era cuando me golpeaban, los golpes me daban calor , no temblaba y no sentía dolor.

Me preguntaban nombres de mis contactos políticos, me sorprendía todo eso pues nunca los tuve, sencillamente nunca se dieron a conocer ni tuve charla alguna con ellos. Como mis respuestas no les gustaban , seguían golpeándome. Optaron por traerme a Mario para que viera como había quedado, me decían que yo iba a quedar peor si no hablaba. Miré un instante a mi compañero, solo brevemente para que no me afectara y lo que vi me dejó muy impresionado, su rostro ensangrentado con una palidez mortal y todo mojado y una mirada llena de odio el cual transmitía. Agaché la cabeza para no verlo más, seguramente él ya no sentía dolor pero sí mucho odio, era tan intensa su ira que casi escupiéndole el rostro al oficial verdugo le gritó ¡¡ Mueran los Oficiales!! . Lo miré y lo vi tan decidido que produjo en mí un efecto contrario a lo que ellos esperaban. Dentro de mi sentí  una sensación tan extraña, alegría, felicidad de ver a mi compañero tan decidido y valiente, algo que ellos no esperaban. Las cosas les estaban saliendo mal porque en vez de doblegarnos, nos fortalecían, esa era mi alegría y satisfacción.

Esta vez cambiaron la técnica conmigo, me ataron las manos a la espalda, los soldados me izaron y me introdujeron en un tambor de 200 litros de agua cabeza abajo la cual topaba el fondo. Con las manos atadas a la espalda, los soldados agarrándome las piernas, me desesperaba, era una sensación horrible. Cuando estaba casi ahogado me izaban para pedirme nombres, contactos, etc. Como mi respuesta era negativa, volvían a zambullirme y cada vez era más tiempo dentro del agua. Mi desesperación era tan grande que en un momento logre zafar de las ataduras y de los soldados, ellos trataban de agarrarme para ponerme otra vez dentro del tambor nuevamente y yo luchaba con todas mis fuerzas, tiraba patadas y golpes de puño, mordía. Era una situación desesperada. Yo desnudo defendiéndome y los soldados tratando de agarrarme . De repente una voz de mando les pide a los soldados que se retiren , saca el seguro de su arma y me apunta. Viendo lo que se me venía , me dije “debo luchar para sobrevivir, me acordé de mi familia, mi mujer y mis dos hijos, uno de tres meses y otro de cinco años, no podía dejarlos a la deriva , debía luchar.

Le dije al oficial: “Ustedes no van a poder meterme adentro del  tambor nuevamente, déjenme meterme solo”… El oficial aceptó y eso me alegró porque me di cuenta de que el oficial era un tarado.

Esta vez metí los brazos primero, mi cabeza ya no tocaba fondo y mis manos ya no estaban atadas a la espalda, era otra sensación, más llevadera, menos desesperante. Después de un rato largo  en que los soldados me izaban y me zambullían nuevamente y como yo iba con las manos libres y adelante con lo cual me podía apoyar,  se aburrieron.

Después comenzó la tortura psicológica, iban a matar a mi familia si no cooperaba, sabían donde vivía.

Como yo no tenía contactos con ningún político, querían saber quiénes eran mis amigos en el buque y no queriendo comprometer a nadie, inventé un apellido Garcés y además di el nombre de Carlos Barroillet. Yo sabía que Carlos se había retirado de la armada mucho tiempo atrás y estaba viviendo en otro país junto a sus hermanos.

Con esto me dejaron tranquilo y me ordenaron ponerme la ropa. Recuerdo no poder hacerlo, mi rostro a pesar de no poder verlo lo tenía todo inflado y sangraba en forma abundante por la boca, nariz y oídos, era un desastre. Un soldado que me vigilaba, ya era un hombre mayor  me dijo:  “Hijo trate de vestirse pronto”. Estas palabras en medio de todo lo irracional, me emocionaron y solo atine a mover la cabeza en señal afirmativa.

Me separaron junto a  un grupo de marinos, éramos más o menos seis, nos hicieron formar en línea, uno al costado de otro con las manos en la cabeza frente a un pelotón de fusilamiento, pude ver de reojo a mi lado estaba Antonio Ruiz, que también era del buque, yo solo lo conocía de vista en ese momento pero después nos hicimos muy amigos.

En ese momento  deseé que las balas me dieran muerte enseguida, no quería quedar herido. Gritaron ¡¡Fuego!! Y no pasó nada, me di cuenta que estaban actuando, era otra forma de tortura psicológica ya que el susto, el nerviosismo y el miedo se quedaron por mucho tiempo.

Más tarde nos subieron a un camión tirados en el piso uno encima del otro y  todos los soldados sentados encima de nosotros. Nos trasladaron a unas oficinas que estaban en otro sector, al llegar nos bajaron del vehículo y nos tendieron en el piso boca abajo, nos llamaban de a uno para interrogarnos. Nuevamente lo mismo, esta vez el que dirigía todo, era el capitán Cohen, estaban también los oficiales Bustos, Letelier, Luna, Alarcón, Tapia, Maldonado. Algunos estaban sentados  detrás de un escritorio, dejaron una pistola encima de la mesa, seguramente como carnada , que ridículos y torpes eran. Dos oficiales estaban al lado mío, cuando me preguntaban algo y no les complacía mi respuesta, me quemaba con un cigarrillo distintas partes de mi cuerpo o me agarraban a bofetadas, también tenían una madera delgada como una regla con la cual me golpeaban el rostro ¡¡Como dolía eso!! , yo sangraba por todos lados, mi hombro izquierdo quemaba de dolor, estaba todo magullado cuando amaneció.

Nos pararon en línea de nuevo frente a una muralla pintada de blanco. Después de un rato comenzó a salir el sol y nos pegaba en la nuca, la luz solar comenzó a reflejarse en la pared y esta al rebotar  hacia nosotros nos ponía en una situación crítica. Después de una noche de tortura había que soportar esto, estábamos muy  agotados.

En un momento nos dieron permiso para orinar y no pude hacerlo, a pesar de tener ganas no podía, me dolía la vejiga y no podía orinar.

Después nos dieron un tazón con café, entonces pensé que significaba que nos querían con vida.

Era mediodía cuando nos llevaron a declarar a la fiscalía. El fiscal un tal comandante Villegas, me amenazó con mandarme de vuelta al centro de tortura porque le dije que el apellido Garcés lo había inventado para que no siguieran torturándome, igual que el nombre de Carlos Barroillet.

Fui trasladado al cuartel Rodríguez en calidad de incomunicado junto a 18 marinos más .

Nuestra detención y tortura  estremeció al país, organizaciones sociales, políticas y culturales junto a nuestras valerosas familias salieron a defendernos y a aclarar que las acusaciones en nuestra contra eran todas falsas y que nos imputaban cosas que no eran ciertas.

Primero se nos acusa de incumplimiento de deberes militares y después cambian la carátula de acusación y se nos acusa de sedición y motín frustrado.

Después de algunos días de incomunicación, dan de baja a la mayor parte de los marinos enviándolos a la cárcel de Talcahuano. Quedamos solo cuatro en cuartel Rodríguez. José Maldonado, Juan Carlos Montecinos, Maximiliano Domínguez y yo, Bernardo Carvajal.

Fuimos enviados a la Isla Quiriquina la tarde del 10 de Septiembre de 1973. Cuando llegamos a la isla cerca de las  22:00 horas, la escuela de grumetes salía con armamento de guerra hacia Talcahuano. Supuse que era el comienzo del golpe de estado…

Al día siguiente comenzó la gran pesadilla en Chile. Los que tenían dudas con respecto a las torturas, comienzan a experimentarlas en carne propia, el golpe de estado que denunciábamos, se hizo realidad y de paso queda al descubierto quienes eran los verdaderos amotinados y sediciosos y quienes defendíamos las leyes, las instituciones democráticas y la constitución.

A partir del 11 de Septiembre de 1973, se marca el inicio de nuevas vejaciones, se nos denuncia como traidores a la institución, se nos mantiene aislados en diferentes campos de concentración y cárceles, se nos mantiene como desaparecidos y aislados, dependiendo mucho del oficial de turno que estuviera a cargo. Ese era el trato que recibimos, tortura y más tortura como juguetes de los más sádicos oficiales e infantes de marina…

Bernardo Carvajal Sepúlveda

Alejandro Benavente Fonseca

El día 13 de septiembre de 1973, me detienen bordo del destructor Blanco Encalada y me conducen al fuerte Borgoño para ser sometido a torturas, posteriormente me trasladan a la Isla Quiriquina donde me encuentro con mi contingente Bernardo Carvajal del crucero Prat ya detenido. Al mes siguiente me traladan al recinto- prisión, Silva Palma en Valparaíso y me uno al grupo de detenidos de la Escuadra siendo posteriormente trasladado a los campos de concentración de la Zona. Cuando se dicta mi condena, junto a Alberto Salazar (Q.E.P.D) fuimos trasladados a la cárcel de Concepción, pasando por la Penitenciaría de Santiago y la cárcel de Talcahuano.

 

Luis Ayala Herrera

El marinero constitucionalista Luis Ayala Herrera recibe en la Escuela de Grumetes en 1969 el arma de las manos de su madre para la defensa del País y bajo juramento defender la Constitución, las Leyes y a la Autoridad legítimamente constituida. Juramento que cumplió al pié de la letra, y fuera condenado por su lealtad a estos principios que regían La República.

La madre de Luis Ayala sería en la antesala del golpe una de la mujeres que representaría, lo que se podría llamar, los primeros ” Comités por la Defensa de los Derechos Humanos” en Chile.

Foto registro, Luis Ayala, Diario Flash, N° 300, 6 de mayo de 1969

Wilibaldo Arestey Rodríguez

Dibujo sobre el interrogatorio del cabo Arestey en la base de Talcahuano después de una sesión de torturas. Donación : Wilibaldo Arestey

Información sobre las persecuciones posteriores a la liberación ocurridas en la persona de Wilibaldo Arestey Rodríguez. Cabo constitucionalista detenido junto al cabo Maximiliano Domínguez a bordo del crucero O’higgins en Talcahuano y sometido a torturas en el cuartel Borgoño de la Base Naval de Talcahuano, comandadas por el capitán Köhler.

Condenado a tres años por la causa  N° 3926/1973, proceso que se siguió en contra de la marinería constitucionalista.

Documentos otorgados por el Comité de Memoria y Justicia de Ginebra

Ficha de Amnesty International sobre el cabo Arestey. Sección Amnesty International, Alemania. Archivo del Comité de Memoria y Justicia de Ginebra

Erasmo Aravena Gonzalez


Una foto del periodico sueco Dagens Nyherter que publica una entrevista a un grupo de marinos constitucionalistas luego de su llegada a Suecia. El cabo Aravena , marcado con el número 1.

Documentos donados por el Comité de Memoria y Justicia de GInebra relacionados con la situación en prisión del cabo 1° Aravena.

 

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