La ocultación de prisioneros a los abogados defensores

La ocultación de prisioneros a los abogados defensores*

Pedro Henríquez Barra, el primer abogado que asume la defensa de los marinos, había sido de 1965 a 1967, secretario regional del MIR en Concepción y primer director del Sindicato Provincial de Abogados y Procuradores. Conocido en la zona como especialista en cuestiones sociales, había defendido, en 1969, a la Federación de Estudiantes cuando la policía allanó la universidad.

Henríquez organiza el primer equipo de defensores de los marinos con Hernán Mege y Marcelo Burgos. Entrevistado en 2005 por el historiador Danny Monsalvez, Pedro Henríquez recuerda que atiende a los marinos como abogado, aunque sabe que Juan Cárdenas es “un hombre próximo al MIR”. El abogado no conoce a sus defendidos: “me atenía a sus versiones, yo asumía la defensa como abogado”. No tiene relaciones políticas con los otros dos abogados y sólo los conoce como colegas. Henríquez recuerda cómo se le impedió ver a los detenidos, sin darle ningún argumento, y que cuando consigue entrevistarse con ellos aún conservan marcas de las torturas (Monsalvez,2005).

A partir del viernes 10, los abogados Pedro Henríquez y Hernán Mege se presentan en las puertas de la base naval de Talcahuano “a las más diversas horas” explica el primero y piden entrevistarse con los detenidos. La guardia les niega la entrada. Insisten el sábado 11, el lunes 13 y el martes 14, con igual resultado. Un oficial le responde que tiene órdenes de no dejar entrar a nadie y la guardia les dice que el fiscal naval está con su tribunal en la isla Quiriquina. Los abogados concurren cinco veces al domicilio del fiscal Jiménez y cinco veces les responden que no está.

La trasgresión de los derechos de la defensa resulta evidente. Por primera vez un mando militar, a cargo del almirante Jorge Paredes, jefe de la II Zona naval, ejecuta una operación de ocultación de prisioneros para mantenerlos fuera del derecho y encubrir así las torturas.

Mientras asisten a la agonía del estado de derecho, los abogados multiplican las declaraciones públicas y recurren al Colegio de Abogados. Mege y Burgos presentan entonces un recurso de amparo ante la corte marcial de Valparaíso y un recurso de protección ante el Colegio de Abogados de Concepción por el impedimento al ejercicio de la profesión.

Sólo el jueves 16 los abogados son recibidos por el fiscal Fernando Jiménez, quien se lava las manos afirmando que los ingresos al recinto militar dependen de las autoridades de la base. Le piden entonces entrevistarse con Juan Cárdenas de urgencia, ya que hay evidencias de que ha sido bárbaramente torturado. El fiscal se compromete a permitir la entrevista al día siguiente y le comunica su decisión al capitán René Gajardo, encargado de los detenidos, en realidad un torturador. Ambos oficiales faltarán a su palabra. Cuando los abogados se presentan el viernes 17 a las 16 horas, el mismo capitán Gajardo les informa burlonamente que “ lamentablemente esas personas ya no están en la zona ”, pues van navegando a Valparaíso. Chile Hoy 63, 24-8-73; EL Diario color, 15-8-73: Punto Final, suplemento, 28-8-73

Recién el sábado 18, los abogados Pedro Henríquez y Hernán Mege consiguen entrevistarse con cuatro marinos detenidos en Talcahuano. El capitán Gajardo niega el contacto con los otros arguyendo que no han solicitado su defensa, lo que es falso. Al día siguiente, cuando los abogados finalmente consiguen verlos, los marinos explican que sí han pedido la asesoría Chile Hoy 63, 24-8-73, pero las autoridades del Apostadero naval les habían aconsejado de no hacerse defender por “abogados políticos”, ya que la propia Armada les proporcionaría “defensores” . Chile Hoy 63, 24-8-73. Durante las entrevistas, los abogados confirman la magnitud de las torturas. Más adelante, los detenidos tienen derecho a visitas restringidas de la familia directa. Durante esos días, la Infantería de Marina allan casas de los detenidos, donde no encuentran sino algunos libros sobre cuestiones sociales Chile Hoy 63, 24-8-73.

*Extracto del Libro, Los que dijeron “NO”, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich Tomo II, 148-149

 

El Rol del Gobierno

El Gobierno modifica la calidad jurídica del caso.*

La situación juríca de los detenidos es ambigua. El fiscal naval sólo está facultado para encargar reos a los detenidos por “incumplimiento de deberes militares” es decir, una simple falta, sancionada con la baja del servicio o, como máximo, con 541 de cárcel. Así lo hace.

Para iniciar un proceso por sedición o motín, se requiere el acuerdo del Gobierno. En efecto, según la Ley de Seguridad del Estado esta acusación es desición privativa del Poder Ejecutivo y sólo puede iniciarse a pedido del Presidente, del Ministro del Interior o del intendente competente (Ley 19.927). En resumen, el juez naval no puede acusar a los marinos de sedición – ni a los dirigentes políticos que se reunieron con ellos – sin el acuerdo del Gobierno de Allende.

por ese motivo, el fiscal Jiménez que instruye el proceso en Talcahuano, no puede configurar otro delito que el de “incumplimiento de deberes militares” y enviar enviar a los detenidos de vuelta a Valparaíso. Existe el antecedente de 1961, cuando se había iniciado un proceso por sedición contra los estudiantes – marinos de la Escuela de Ingeniería Naval sin demanda de la autoridad política. El abogado Emilio Contardo había explotado esta irregularidad y ganado un recurso de amparo.

El intendente de Valparaíso inicia la acción por sedición

Por esos días, la mayoría parlamentaria de derecha utiliza a destajo su facultad de acusar constitucionalmente a ministros y a altos funcionarios, suspendiéndolos de sus funciones. Uno de los suspendidos es el intendente de Valparaíso, el radical  (y popular locutor deportivo) Carlos González Márquez, quien debe dejar su cargo el 14 de junio. Lo sustituye Juan Orella como intendente interino, hasta que el presidente designa intendente, también subrogante, al auditor militar Hernán Concha Salas, un abogado jubilado del Ejército con el grado de coronel y asesor del Ministerio de Defensa.Éste entra en funciones el 20 de julio. El nuevo intendente había sido recomendado desde el Ministerio de Defensa, probablemente por el general Prats. Allende conversa con él sólo unos 10 minutos y le confía la Intendendencia (Vega 1983, 216-217).

La nominación de Hernán Concha, con un perfil político más bien neutro y sin tradición en la izquierda, se explica porque Allende busca aplacar el aluvión de acusaciones contra sus funcionarios, designando a personas vinculadas con las fuerzas armadas, más difíciles de atacar por la mayoría parlamentaria. Pero el nuevo intendente carece del temple que requieren las circunstancias y su debilidad abrirá una grieta decisiva en las últimas líneas de defensa del Gobierno.

Para el juez naval, el propio almirante Merino, es indispensable que el Gobierno se constituya parte en el proceso contra los marinos, acusándolos de sedición y motín.

Se concreta entonces un trámite surrealista: el almirante Merino, quien está perpetrando el delito de sedición desde hace meses, si no años, corre detrás de las autoridades para que firmen un documento que le permita acusar de sedición a los marinos que quieren defender la legalidad. Y lo increíble es que va a conseguirlo.

Ya en Junio, cuando el único marino detenido es Julio Gajardo, de El Belloto, Merino presiona con regularidad al abogado de la intendencia, Luis Vega, para que presente una denuncia en nombre del Gobierno. Después del arresto de los marinos de la escuadra el almirante pide al abogado una acción por “golpe contra la Armada” y “asesinato de oficiales”, afirmando que hay numerosos detenidos confesos. Como esos delitos no están tipificados, Vega consulta al subsecretario del Interior, Daniel Vergara, quien exige antecedentes y le instruye que no haga nada mientras estudia el caso. Vega responde al almirante: “Deme los antecedentes y procederé”, a lo que el almirante replica que son reservados (Vega, 1983, 215-216).

Al mediodía del viernes 20 de julio, se organiza un cóctel de bienvenida del nuevo intendente Hernán Concha, al que asiste el ministro del Interior Carlos Briones                 (El Mercurio de Valparaíso, 20-7-73) y el propio almirante Merino. Éste último pide un apartado con el ministro y con Luis Vega para reprocharles que durante 40 días no se haya presentado la denuncia contra los “marinos sediciosos”. Vega responde que no se pueden presentar denuncias contra personas innominadas y basadas en hechos desconocidos. El abogado Emilio Contardo, también presente en el cóctel, recuerda cómo el almirante aborda insistentemente al Ministro para que el Gobierno introduzca el requerimiento. Pero Contardo y Vega advierten la maniobra y explican al ministro que, de aceptar el pedido, colocaría un arma poderosa en manos de un golpista; “le abrimos los ojos, le pedimos que ni por nada Allende, él o el Intendente accedieran a formular el requerimiento”. El ministro comprende y se niega  ( [E] Contardo, 2001; Vega, 1893, 217).

Pero Merino vuelve a la carga, sin duda porque la acusación es de suma importancia para justificar el golpe, y presiona a fondo al nuevo intendente. Emilio Contardo recuerda cómo Hernán Concha, muy exigido por Merino,, no tine el reflejo de consultar a su superior directo, el ministro del Interior Orlando Letelier, sino que llama a su antiguo superior, el general Prats, entonces ministro de Defensa, conforme a las rutinas propias de un ex auditor del Ejército. El general le habría respondido algo como “bueno, si insiste tanto, hágalo y veremos lo que pasa” [E] Contardo, 2001. Ni el intendente ni el general captan el verdadero alcance del arma que ponen en manos de Merino.

El almirante informa entonces a Luis Vega que acepta transmitir los antecedentes en poder de la justicia naval (las “confesiones”) conviniendo que el abogado trabajará solo. Le entrega un sobre “con toda clase de timbres y siglas secretas”, pero, de su contenido “no emanan pruebas para fundamentar acción legal alguna”, concluye el abogado. se trata sólo de “confesiones”, y ese mismo día se entera de cómo han sido arrancadas, a través del testimonio de una madre. Luis Vega afirma que decide iniciar una “dudosa acción por ‘desobediencia militar’ ” en contra de 46 marinos ( Vega, 1893, 217 ).

En realidad, el abogado hace más que eso. Cuando el lunes 13 de agosto, Julián Bilbao, el fiscal del caso en Valparaíso, se declara incompetente para continuar el sumario y, considerando que los hechos son constitutivos de delito, transmite el expediente al juez naval ( Causa 3926, foja 40 ), es decir a Merino, éste vuelve a presionar al intendente, arguyendo que la insubordinación en la Armada estaba destinada a atacar poblaciones de Valparaíso [E] Moris, 2005. Finalmente, el intendente cede, llama al abogado Luis Vega y le ordena redactar el requerimiento.

Este documento clave modifica la calidad jurídica del caso, al permitir la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado contra los marinos. Es redactado el martes 14 por Luis Vega, y lleva su firma y la del intendente Hernán Concha. Dice así:

“ Los hechos según expresa el oficio en cuestión constituirían los cuerpos de delitos que prescriben los artículos 274,275 y siguientes del Código de Justicia Militar, Libro ɪɪɪ, T. ɪv y v. En consecuencia, con mérito del Oficio confidencial de mi referencia, ejerzo el derecho que me confiere el art. 26 inciso 1 de la Ley 19.927 sobre Seguridad del Estado y a nombre del gobierno requiero la intervención de VS., Otrosí: sírvase SS tener por designado abogado defensor del gobierno a Luis Vega Contreras” . ( Causa 3926, foja 43 ).

Emilio Contardo recuerda que acaba de regresar de Santiago cuando Vega se lo anuncia hacia el mediodía: – “ Desgraciadamente tuve que hacer el requerimiento ”.  “ ¡No puede ser! ” ¿Cómo lo hiciste? ¿Por qué?.- “me lo exigió el Intendente”.- “ Y por qué no te negaste ”.- “ No, me lo exigió ahí, parado al lado mío, que lo redactara”   [E] Contardo, 2003. “ Y entonces nos dimos cuenta de que iba a provocar el desafuero de Altamirano”  [E] Contardo, 2001.

Quizá sin percatarse, el intendente viene a poner en manos de los oficiales conspiradores un poderoso instrumento jurídico que les permite atacar por sedición no sólo al diputado Oscar garretón, sino sobre todo al senador Carlos Altamirano, jefe del partido del Presidente. Estos cargos serán pronto la principal justificación del golpe y del “ Plan Z ”.

Altamirano recuerda que el gobierno, que ya ha perdido la iniciativa, ni siquiera intenta investigar las denuncias de los marinos, “ simplemente se aceptó las presiones de Merino y se aplicó la Ley de Seguridad Interior del Estado ”  [E] Altamirano, 2003.

El Gobierno, representado por el intendente de Valparaíso, volverá a introducir una acción jurídica similar 10 días más tarde, el 24 de agosto, esta vez contra los marinos de las escuelas. La persistencia indica que se trata de una política, más allá de un eventual error del intendente.

La continuación de los procesos, ahora por sedición 

Uan vez que la Armada ha obtenido del Gobierno la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del estado contra los marinos, el contraalmirante Daniel Arellano (opuesto al golpe, será ministro de Hacienda entre el 28-8 y el 11- 9) designa, el 16 de agosto, a Victor Villegas fiscal adhoc, es decir con dedicación exclusiva ( Causa 3926, foja 44). Éste abogado capitán de corbeta opera en Valparaíso y tiene ahora prerrogativas para procesar a los detenidos por sedición y motín.

Reglamentariamente, el caso se rige por la justicia militar en tiempo de paz: un fiscal se encarga de la instrucción del sumario con más celeridad que en un procedimiento ordinario. La sentencia en primera instancia es dictada por el juez naval – el oficial de más alto grado de la Fiscalía – y en segunda instancia por la corte marcial de Valparaíso, compuesta de dos ministros de la Corte de Apelaciones, de un almirante o capitán de navío activo o en retiro, y del auditor general de la Marina. Código de Justicia Militar, art. 48, 29.

La nominación del juez naval es precedida de un conflicto de competencia entre los almirantes Weber (jefe de la escuadra) y Merino (jefe de la Primera Zona Naval), quien se muestra reticente a hacerse cargo del proceso. “ A lo mejor ya estaba conspirando ”, comenta Víctor Villegas con cierto sarcasmo, y el proceso le resulta una “ papa caliente ” que lo expone. Finalmente, Villegas sugiere que, como la reunión con Altamirano y Enríquez tuvo lugar en Santiago y la capital forma parte de la Primera zona, el caso le correspondería a Merino, aunque el proceso está caratulado “ Sedición en la escuadra ”. Así se hace. [E] Villegas, 2000.

Una vez que los equipos de torturadores y los fiscalers Bilbao y Jiménez han arrancado las “ confesiones ”, el proceso entra en una fase más legal, aunque siempre pende la amenaza de nuevas torturas.

   *Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich Tomo II,176 – 180.

Procesos y Justicia

El debate jurídico: ¿la Ley o las órdenes del superior?*

El fundamento de la acusación por sedición en contra de los marinos –y pronto contra Altamirano, Enríquez y Garretón- se basa en los artículos 274 y siguientes del título V del Código de Justicia Militar, que en síntesis, sanciona a quien induzca a las tropas a “promover por cualquier acto directo la insubordinación en sus filas”.

Código de Justicia Militar Título v. delitos contra el orden y seguridad del Ejército, §1. Sedición o motín. Art. 272. Los militares que, en número de cuatro o más, rehúsen obedecer a sus superiores, hagan reclamaciones o peticiones irrespetuosas o en tumulto, o se resistan a cumplir con sus deberes militares, serán castigados como responsables de sedición o motín. El que lleve la voz o se ponga al frente de la sedición, los promotores y el de mayor graduación, o el más antiguo si hubiera varios del mismo empleo, a la pena de presidio militar mayor en su grado máximo a muerte cuando el delito tenga lugar frente al enemigo, o de rebeldes u otros sediciosos, o si el motín ocasionare la muerte de alguna persona. A la de presidio o reclusión militares mayores, en cualquiera de sus grados, o en los demás casos.                                                                                                                                                                     Los meros ejecutores del delito, si concurrieren en él las circuntancias agravantes indicadas en el inciso anterior, a la pena de presidio o reclusión militares mayores en sus grados mínimos a medios; y a la de presidio o reclusión militares menores en sus grados medio a máximo en los demás casos.

Art. 274. Todo individuo, militar o no, que sedujere o auxiliare tropas de las instituciones armadas para promover por cualquier acto directo la insubordinación en las filas, será reputado como culpable de sedición y tenido como promotor de ella.

Art. 275. Será considerado siempre como promotor del delito de sedición, el que, estando la tropa sobre las armas, o reunida para tomarlas, levante la voz en sentido subersivo, o de otro modo excite a cometer  este delito.

Art.278. La conspiración para el delito de sedición o motín, se castigará con la pena inferior en un grado a la que corresponda al delito, y la proposición con la inferior en dos grados.

En agosto de 1973 se inicia un álgido debate de fondo que aún es de actualidad.

¿Quién tiene la preeminencia: la Ley o las órdenes de un superior ? La misma interrogante se puede formular de otra manera: ¿Un subordinado tiene derecho a negarse a ejecutar una orden ilegal y apelar contra ella?

Las bases jurídicas del debate están en el Código de Justicia Militar, que en su título VII, prevé el derecho a suspender el cumplimiento de una orden y dar cuenta al superior cuando ésta tienda notoriamente a la perpetración de un delito, pero si el superior insiste debe cumplirse.

Código de Justicia Militar Título VII. Delitos de insubordinación

Art. 334. Todo militar está obligado a obedecer, salvo fuerza mayor, una orden relativa al servicio que, en uso de atribuciones legítimas, le fuere impartida por un superior.                                                                                                                                              El derecho a reclamar de los actos de un superior que conceden las leyes o reglamentos, no dispensa de la obediencia ni suspende el cumplimiento de una orden de servicio.

Art 335. No obstante lo prescrito en el artículo anterior, si el inferior que ha recibido la orden sabe que el superior, al dictarla, no ha podido apreciar sufucientemente la situación, o cuando los acontecimientos se hayan anticipado a la orden, o aparezca que ésta se ha obtenido por engaño, o se tema con razón que de su ejecución resulten graves males que el superior no pudo preveer, o la orden tienda notoriamente a la perpetración de un delito, podrá el inferior suspender el cumplimiento de tal orden, y en casos urgentes, modificarla, dando inmediatamente cuenta al superior. Si éste insistiere en su orden, deberá cumplirse en los términos del artículo anterior.

Y sin ninguna duda, ordenar a la tropa participar en un golpe de Estado constituye un delito. En efecto el mismo Código (§ 265) explica que son reos de rebelión o sublevación militar los militares que incurrieren en cualquiera de los delitos contemplados en el título ɪɪ  libro ɪɪ del Código Penal, que es muy claro: alzarse a mano armada contra el Gobierno es un crímen.

Código Penal. Titulo  ɪɪ. Crímenes y simples delitos contra la seguridad interio del Estado.

Art. 121. Los que se alzaren a mano armada contra el Gobierno legalmente constituído con el objeto de promover la guerra civil, de cambiar la Constitución del Estado o su forma de gobierno, de privar de sus funciones o impedir que entren en el ejercicio de ellas al Presidente de la República o al que haga sus veces, a los miembros del Congreso Nacional o de los Tribunales Superiores de Justicia, sufrirán la pena de reclusión mayor, o bien la de confinamiento mayor o la de extrañamiento mayor, en cualquiera de sus grados.

El Código de Justicia Militar (§ 269), sanciona también al militar “que no empleare todos los medios que estuviesen a su alcance para contener la rebelión o sublevación en las fuerzas a su mando”. En otras palabras, la ley sanciona al militar que no se oponga a un golpe. No obstante, la ley contempla un rebaja de pena a los meros ejecutores de una rebelión que se sometan a las autoridades (§ 268) y exime de responsabilidad a “cabos y soldados que actuaron bajo el mando de sus superiores directos” (§ 271).

Finalmente, la Constitución Política de 1925 es categórica: nadie puede arrogarse la representación del pueblo y ninguna autoridad puede atribuirse otros derechos que los conferidos por las leyes, ni aun pretextando circunstancias extraordinarias.

Constitución Política de 1925. Art. 3. Ninguna persona o reunión de personas pueden tomar el título o representación del pueblo, arrogarse sus derechos, ni hacer peticiones en su nombre. La infracción de este artículo es sedición.

Art. 4. Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido por las leyes. Todo acto en contravención a este artículo es nulo. www.bcn.cl/lc/cpolitica/1925.pdf, pc 12-8-07

    En el fondo, el único argumento de la acusación son los proyectos de los marinos de desobedecer y arrestar a sus superiores. Los marinos detenidos, en efecto, se aprestaban a insubordinarse contra ellos porque tenían evidencias de que preparaban un alzamiento armado contra la autoridad legítima. El gran argumento de la defensa es que los marinos buscan mantener el imperio de la Ley contra la insubordinación de gran parte de sus jefes.

   *Extracto del Libro, Los que dijeron “ NO “, Editorial LOM, del Historiador Jorge Magasich Tomo II, 193 – 194.

Documento desclasificado sobre las irregularidades procesales publicado por el Dpto. de Estado, de  Los Estados Unidos

Villa Grimaldi

http://villagrimaldi.cl/noticias/marinos-antigolpistas-la-justicia-se-acerca/ 

Ammesty International

Ernesto Zúñiga Vergara Q.E.P.D.

CATEGORÍA: ACTUALIDAD

Corte de Apelaciones eleva condenas contra tres ex PDI que acribillaron a ex marino y militante del MIR en 1982

Según destacó el abogado querellante, Pablo Fuenzalida, esta resolución «sin duda viene a hacer justicia con los familiares de Ernesto Zúñiga 38 años después de cometido el crimen, ya que el fallo de primera instancia permitía cumplir en libertad las penas a los autores ya que habían sido condenados sólo en calidad de cómplices».

La Tercera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago aumentó las penas de tres miembros en retiro de la PDI por el homicidio del ex marino constitucionalista y uno de los jefes militares del Movimiento de Izquierda de Revolucionario, MIR, Ernesto Enrique Zúñiga Vergara, ocurrido el 16 de enero de 1982, en la comuna de Pudahuel.

La Sala, integrada por las ministras Adelita Inés Ravanales, Jenny Book y Verónica Cecilia Sabaj, de forma unánime, reconsideró la participación de Martiniano Arias Fernández, Manuel Flores Jorquera y José Hernán Huaiquimil Uribe, desde cómplices a autores del homicidio simple, aumentándoles las penas de 3 años a 5 años y un día de presidio mayor en su grado mínimo.

Cabe destacar que el tribunal de alzada desechó la media prescripción de la acción penal considerando que esta institución es inaplicable a los crímenes de lesa humanidad.

Para el abogado querellante, Pablo Fuenzalida, del Estudio Jurídico Caucoto Abogados, esta resolución «sin duda viene a hacer justicia con los familiares de Ernesto Zúñiga 38 años después de cometido el crimen, ya que el fallo de primera instancia permitía cumplir en libertad las penas a los autores ya que habían sido condenados sólo en calidad de cómplices».

Ernesto Zúñiga tenía 29 años, cuando fue interceptado por los tres miembros de la PDI ya indicados, el 16 de enero de 1982. Este crimen se produce con ocasión de la operación retorno del MIR a principios de los ’80.

Según se establece en la investigación, Zúñiga, al percatarse de la presencia de efectivos de investigaciones cuando transitaba por la calle Teniente Cruz, en la comuna de Pudahuel, se sube a un bus del transporte público donde finalmente fue asesinado. Su autopsia arrojó que recibió al menos 24 impactos de bala.

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Corte de Santiago condena a tres PDI por asesinato en 1982 de ex marino constitucionalista

Corte de Santiago condena a tres PDI por asesinato en 1982 de ex marino constitucionalista

En Derechos Humanos

4 de agosto de 2020

 [resumen.cl] La Corte de Apelaciones de Santiago condenó a tres funcionarios en retiro de la Policía de Investigaciones (PDI) por su responsabilidad en el delito de homicidio simple de Ernesto Enrique Zúñiga Vergara, de 29 años de edad, ex marino constitucionalista, militante del MIR y miembro de la Resistencia contra la dictadura. El crimen fue cometido el 16 de enero de 1982 en la comuna de Pudahuel, en Santiago.

Ernesto Zúñiga, originario de Valparaíso, era uno de los tantos marinos y miembros de las Fuerzas Armadas que se hicieron parte de los objetivos de construir un futuro mejor que animaban al pueblo chileno a comienzos de los años 70.

Durante el gobierno de Allende, los marinos constitucionalistas y antigolpistas fueron un respaldo permanente al gobierno popular. Sin embargo, antes del golpe, en julio y agosto de 1973, la asonada golpista impuso la detención de la mayor parte de ellos, entre los cuales fue apresado Zúñiga Vergara.

Luego de años de presidio arbitrario, Ernesto Zúñiga logra ser liberado en abril de 1978. A poco de recuperar su libertad se integra a la resistencia contra la tiranía, participa de las actividades milicianas y de las primeras acciones de combate urbano de fines de esos años.

Finalmente, fue detectado por unidades represivas que lo emboscaron y asesinaron a comienzos de 1982. Mediante tortura de otros detenidos, se enteran que el marino rebelde debía concurrir a una vivienda en la comuna de Pudahuel (Santiago) y montaron un operativo para concretar su asesinato. Zúñiga Vergara descubre la presencia de agentes represivos en el entorno e intenta escapar del lugar subiendo a un micro de recorrido público.

Las unidades represivas emprenden la persecución, interceptan el bus en la intersección de las calles Teniente Cruz con José Joaquín Pérez, los tres acusados de homicidio suben al bus y proceden a ejecutarlo. La autopsia reveló que Ernesto Zúñiga recibió al menos 24 impactos de proyectil balístico.

En fallo unánime (causa rol 5.702-2018), la Tercera Sala del tribunal de alzada de Santiago integrada por las ministras Adelita Ravanales, Jenny Book y Verónica Sabaj – resolvió condenar a 5 años y un día de presidio a Martiniano Arias Fernández, Manuel Tibaldo Flores Jorquera y José Hernán Huaiquimil Uribe, en calidad de autores del ilícito, al cambiar su participación de cómplices de homicidio calificado a autores de homicidio simple. En el fallo de primera instancia el ministro Mario Carroza sólo había calificado la participación de los únicos inculpados cómo cómplices de un delito sin especificar culpables. La Corte revierte esta sentencia y fundamenta las causales que acreditan la comisión del delito en calidad de autores.

En lo sustancial el fallo de la Tercera Sala de la Corte de Santiago señala:

«Por ello, aun cuando se estimare que los encartados se hubieren concertado en torno a materializar y hacer efectiva una orden de detención decretada en contra de Ernesto Enrique Zúñiga Vergara, los tres estuvieron en conocimiento que eran portadores de armas de fuego cargadas – y las usaron, proceder que se evidencia del Informe de Autopsia N° 159/82 rolante a fojas 17 y 124, en que se indica que existieron numerosos impactos de bala -al menos veinticuatro-, que provocaron la muerte – ‘politraumatismo esquelético y visceral por balas’ – relacionado con el certificado de defunción que obra a fojas 143. Asimismo, se señala en el Informe Pericial Balístico N° 791/2013, que rola a fojas 404, que es posible por la cantidad de disparos que recibió la víctima, que los tres efectivos policiales los efectuaron de manera conjunta, a pesar de que no es factible determinar cuántos realizaron cada uno de ellos, sin descartar con ello, la presencia de otros tiradores, quienes los hicieron desde el exterior del microbús hacia el interior del mismo«.

«De esta forma -prosigue-, de acuerdo a la dinámica de los hechos, el protocolo de autopsia y el resultado del examen médico policial externo realizado, es dable colegir que Zúñiga Vergara recibió al menos veinticuatro disparos -máximo veintinueve- desde adelante hacia atrás, provenientes de los tres encartados, por cuanto de otra manera, no se entiende lo razonado por el sentenciador en el considerando noveno, a saber: ‘Que el modo en que verosímilmente ocurrieron los hechos, no son concordantes con las versiones entregadas por los procesados Flores Jorquera y Huaiquimil Uribe, ya que uno dice haber disparado solamente en dos oportunidades y el otro, ni siquiera haberlo hecho, pero el cuerpo de la víctima tiene 24 impactos de bala, si a ello le agregamos que Arias Fernández dice que tampoco dispara, significaría que todos los disparos recibidos por Zúñiga Vergara son efectuados por efectivos que se encontraban en el exterior del bus, lo que no es lógico ni racional, acorde con lo señalado en el informe de autopsia.

(…) A su vez, tal como lo hemos señalado en los motivos precedentes, si bien existe un testigo que afirma que Zúñiga Vergara extrae un arma de fuego, no existe la misma certeza que le dispara a los encausados, ya por la inexistencia de cartuchos en el sitio del suceso, de fotografías del cargador del arma y la inexistencia de la granada a la cual alude el Parte de la Brigada Investigadora de Asaltos, y además porque las encontradas en el sitio del suceso no corresponden al arma periciada, lo cual es extraño e inusual, por el contrario al no haber informes periciales de las armas de los funcionarios policiales, se debería estimar que los tres encausados disparan en contra de la víctima, aunque no se puede establecer cuantos disparos llega a realizar cada uno de ellos«.

Más adelante el tribunal de Santiago agrega: «En este orden de ideas, se desestima la calificación de la participación efectuada por el sentenciador -en el considerando undécimo-, por cuanto los encartados no intervinieron dolosamente en un hecho ajeno. Muy por el contrario, concurrieron a la ejecución de la conducta típica -dar muerte a Ernesto Enrique Zúñiga Vergara-, contando con el dominio del hecho, realizando ciertos actos descritos en forma expresa por la ley, que no dicen relación con un carácter preparatorio o de colaboración ulterior a la consumación».

Y continúa: «No obstante, lo expuesto precedentemente, en la descripción de los presupuestos fácticos no se indicaron los actos que los sujetos activos hubieren realizado antes o durante la ejecución del hecho y que el autor considerare necesarias para materializar su cometido, los que habrían permitido estimar la participación de los encartados en calidad de cómplices, en los términos del artículo 16 del Código Penal. Muy por el contrario, según se ha expuesto, se precisaron conductas propias de la autoría, consistentes en ejecutar el hecho delictivo, disparando los tres funcionarios policiales Arias Fernández, Flores Jorquera y Huaiquimil Uribe, causándole la muerte al afectado, contexto que permite aseverar que aquéllos tuvieron dominio o control final del hecho o de su desarrollo, esto es, la capacidad de decidir acerca de la consumación o no de un acto que se supieron que era ilícito, considerándose su participación, en calidad de autores, en los términos del artículo 15 N° 1 del Código Penal«, concluye.

https://resumen.cl/articulos/corte-de-santiago-condena-a-tres-pdi-por-asesinato-en-1982-de-ex-marino-constitucionalista

  • Fotografía principal: Marineros Constitucionalistas presos en la Penitenciaría de Santiago. De pié, de Izq. a Der.: Pedro Blaset, Jaime Salazar, Hugo Maldonado, Pedro Lagos, Juan Cárdenas. De rodillas, Izq. a Der.: Sergio Fuentes, Ernesto Zúñiga, Juan Roldán | Fuente: http://www.marineros-constitucionalistas-chile.com/

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El 16 de enero de 1982, Ernesto llega a una casa en el barrio de Pudahuel, que está siendo allanada; lo reconocen e intenta escapar. Los agentes de la CNI que lo persiguen lo acribillan  en un bus.

Su nombre quedó estampado para la historia en el Monumento a los Ejecutados por motivos políticos en el Cementerio General de Santiago.

 

Marineros Constitucionalistas presos en la Penitenciaría de Santiago. De pié, de Izq. a Der.: Pedro Blaset, Jaime Salazar, Hugo Maldonado, Pedro Lagos, Juan Cárdenas. De rodillas, Izq. a Der.: Sergio Fuentes, Ernesto Zúñiga, Juan Roldán.

Suprema confirmó fallo y condenó a detectives (r) por homicidio de exmarino antigolpista y militante del MIR Ernesto Zúñiga en 1982

Exagentes Martiniano Arias Fernández, Manuel Tibaldo Flores Jorquera y José Hernán Huaiquimil Uribe fueron condenados a 5 años y un día de presidio, en calidad de autores de un delito de lesa humanidad.

 

Por El Ciudadano 

09 enero 2024

La Corte Suprema rechazó los recursos de casación en la forma y en el fondo interpuestos en contra de la sentencia que condenó a 3 efectivos en retiro de la Policía de Investigaciones, en calidad de autores del delito consumado de homicidio simple de Ernesto Enrique Zúñiga Vergara (29 años, en la foto), cometido en enero de 1982, en la comuna de Pudahuel.

En fallo dividido (causa rol 104.326-2020), la Segunda Sala del máximo tribunal -integrada por los ministros Haroldo Brito, Manuel Antonio Valderrama, Jorge Dahm, Leopoldo Llanos y la ministra María Teresa Letelier- confirmó la sentencia impugnada, dictada por la Corte de Apelaciones de Santiago, que condenó a Martiniano Arias Fernández, Manuel Tibaldo Flores Jorquera y José Hernán Huaiquimil Uribe a 5 años y un día de presidio, en calidad de autores de un delito de lesa humanidad.

Revisa el fallo completo AQUÍ

Los hechos

En la sentencia de primer grado, el ministro en visita extraordinaria Mario Carroza Espinosa dio por establecidos los siguientes hechos: 

«1.- Que, con fecha 18 de noviembre de 1981, a raíz de diversos asaltos a bancos y los homicidios de tres funcionarios de la Policía de Investigaciones de Chile en atentado, la jefatura de esa institución ordena su investigación a un grupo operativo especial, entregándole la jefatura al comisario Martiniano Arias Fernández de la dotación de la Brigada Investigadora de Asaltos, B.I.A.;

2.- Que en virtud de este mandato, la Brigada realizó diversas averiguaciones, las cuales arrojaron la individualización de una de las personas presuntamente vinculada a los hechos investigados, esto es, al integrante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Ernesto Enrique Zúñiga Vergara, que en ese entonces respondía a los nombres políticos de ‘Carlos’ o ‘Esteban’, y se logra establecer en base a testimonios recopilados a otros detenidos, que en algún momento este debería concurrir a una casa ubicada en calle Teniente Cruz de la comuna de Pudahuel;

3.- Que al contar con esta información, el día 16 de enero de 1982, cerca del mediodía, se dispuso un operativo de vigilancia en las inmediaciones de la calle Teniente Cruz por Martiniano Arias Fernández, a la espera de la posible llegada de Ernesto Zúñiga Vergara, quien al acercarse al lugar percibe la presencia de los policías en el sector y decide abordar apresuradamente un microbús de la locomoción colectiva, una acción que lleva a los funcionarios policiales a seguirle con sus vehículos;

4.- Que en esa persecución, los agentes de la Brigada logran darle alcance en la intersección de las calles Teniente Cruz con José Joaquín Pérez, y desde uno de los vehículos desciende Martiniano Arias Fernández con dos de sus subalternos, Manuel Flores Jorquera y José Hernán Huaiquimil Uribe, con los cuales sube al vehículo en que viajaba Ernesto Zúñiga Vergara y el resto de los funcionarios policiales que les acompañaban lo rodean externamente;

5.- Que, ya en el vehículo, los funcionarios Martiniano Arias Fernández y Manuel Flores Jorquera se dirigieron de inmediato hasta los asientos posteriores en que se encontraba la víctima, quien al percatarse de la situación, habría procedido a extraer desde sus vestimentas un arma de fuego, respecto de la cual no ha sido posible establecer en autos que la haya utilizado, ya que antes es herido por los funcionarios policiales, quienes en un accionar desmesurado y en forma indiscriminada, utilizan sus armas de fuego para eliminarlo, tanto aquellos que suben al vehículo como los que se encontraban en el exterior, actuando evidentemente con el solo propósito de ejecutarle, ya que su cuerpo en la autopsia presentó al menos veinticuatro impactos de bala, circunstancia que sin lugar a dudas le ocasionó la muerte inmediata en el lugar».

Marino antigolpista

Ernesto Zúñiga Vergara formó parte del grupo conocido como los «marinos constitucionalistas» o «marinos antigolpistas», conformado por funcionarios de la Marina de Chile, principalmente de la tropa, que intentó organizarse para desbaratar el plan golpista que planeaban los oficiales de la Armada en 1973.

El grupo fue detectado por la inteligencia naval y desarticulado, siendo sus integrantes detenidos y brutalmente torturados a partir de agosto de ese año.

La situación de los marinos antigolpistas marcó las últimas semanas del gobierno de Allende. Las denuncias de las torturas causaron conmoción en el pueblo que ya empezó a presentir lo que iba a pasar.

Compartimos a continuación un testimonio sobre Ernesto Zúñiga Vergara, escrito por su compañero en la Marina, Jaime Salazar.

A 40 años de la ejecución de Ernesto Zúñiga Vergara

Al cumplirse 40 años de la muerte de nuestro camarada y amigo Ernesto Zúñiga es que en nombre de los marineros anti golpistas comparto este pequeño recordatorio que con la ayuda de amigos he logrado componer.

En las situaciones que vivimos durante los años de marina como en los cinco años de prisión Ernesto fue un optimista por naturaleza, además aprovecho el tiempo para educarse en la historia y las luchas de nuestro pueblo. Después de obtener la libertad prefirió quedarse en chile para luchar contra la dictadura hasta el sábado 16 de enero de 1982, en que 24 balas de la dictadura terminaron con su vida. Un gran abrazo a su memoria, además de los parabienes a todos los ex marinos que compartimos la misma historia. Desde Oakland California Jaime Salazar.

                                          Camarada inolvidable

El 17 de enero de 2015, en el cementerio general de Santiago de Chile, con gran solemnidad y emoción, se realizó el traslado de los restos de Ernesto Enrique Zúñiga Vergara al memorial de los caídos durante la dictadura militar. Transcurridos 33 años desde su muerte, en una emotiva ceremonia, recibió el homenaje de más de un centenar de personas, entre ellas camaradas del MIR, amigos, ex prisioneros políticos, ex marinos anti golpistas de la Armada de Chile, familiares y su compañera, además de una escuadra de camaradas del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Todos los allí presentes saludamos la vida de un jovial marinero, activo luchador contra la dictadura cívico militar, quien dio su vida en la lucha por la democracia y la revolución social. Muchos de los asistentes viajamos desde distintos países para estar en esa instancia, junto a su madre la señora Marta y su familia, para recordar y homenajear a nuestro camarada inolvidable. Fue el homenaje que se merecía quien lo dio todo en la lucha contra la opresión, que además enfrentó cada etapa de su vida con un optimismo extraordinario, inclusive en los momentos más duros y dolorosos que le tocó vivir.

Nuestro camarada, contingente, amigo Ernesto, conocido como “Tito”, “Mexicano”, o “Manuel”, nació en Santiago de Chile el 14 de abril de 1952.  Hijo de don Luis Zúñiga -autodidacta, afiliado a la fraternidad Rosa Cruz, obrero metalúrgico, administrador de fundo y empleado del ministerio de Obras Públicas-, y de doña Marta Vergara Marín.

Ernesto, en su niñez, “siempre fue muy pícaro, social, juguetón, amistoso, y cariñoso”,según lo recuerda su hermana Ana María. Durante 4 años la familia vivió en la localidad de Marchihue, de la cual Ernesto tenía lindos recuerdos, y en donde don Luis trabajó como administrador. En 1962 la familia se instaló en la población Dávila, barriada de trabajadores en la comuna de San Miguel, en Santiago. Allí asistió a la escuela pública del sector y se unió a los boys scouts. Ana María lo recuerda como un hijo y hermano cariñoso, muy afectivo e inquieto, siempre preocupado por su mamá y sus dos hermanos menores.

En enero de 1969 ingresó a la Escuela de Grumetes de la Armada de Chile, ubicada en la Isla Quiriquina, bahía de Concepción. En esa escuela matriz se forman los futuros marineros de la Armada, todos ellos provenientes de las capas populares del país. Allí, siendo recluta de la segunda división, un sargento le puso el apodo “Mexicano”, lo que recuerda nítidamente Guillermo Castillo, quien compartió ese periodo y también la prisión: “Estando en formación, quizás a mediados de febrero de 1969, un sargento torpedista de apellido Iturra gritó ¡Ponte bien el gorro weón! Ernesto no era de cabeza grande como Oscar Carvajal o yo, que el gorro nos quedaba chico. El sargento se acercó y se lo acomodó, al mismo tiempo que gritó de nuevo ¡Parecís mexicano weón! …Comprenderán que recién estábamos llegados y Ernesto quedó así, como el MEXICANO… Años después, cuando nos reencontramos en prisión … seguía siendo apodado el Mexicano.”

En enero del año 1970, después de terminar su instrucción básica y ya como marinero segundo, fue destinado a una de las divisiones de Artillería del crucero Prat. En dicha unidad, buque insignia de la Escuadra, recorrió las costas chilenas y, según platicábamos, le permitió tener una mejor visión y sentido de la gente de su pueblo, observando a sus compañeros, al mismo tiempo que se educaba y compenetraba más de la vida naval, la que Ernesto disfrutaba a plenitud.

Lo primeros días de enero de 1971, fue trasladado a la Escuela de Artillería de la Armada, ubicada en Las Salinas, Viña del Mar, donde se especializó de Mecánico Artillero. Fue allí donde nació la amistad que nos unió hasta el final. Allí Ernesto aprovechó su tiempo libre para tomar clases de karate, demostrando siempre un alto espíritu de cuerpo, felicidad y optimismo. Durante los dos años en la escuela de especialidades de la Armada, Ernesto fue un preocupado de sus estudios y de su familia, siempre mostrando un gran sentido del humor, que lo demostraba donde estuviera.

Desde Viña del Mar, Ernesto y otros santiaguinos viajábamos juntos para visitar a nuestras familias en Santiago. Ana María, su hermana, recuerda con mucha claridad esos momentos: “cuando él estaba, la casa estaba completa”

Recuerdo que Ernesto arrendaba un cuarto en el departamento de la señora “Juanita” en la avenida Francia 627 de Valparaíso, lugar que compartía con otros marineros de su promoción, además de Nelson Bravo y José Ojeda. Ese cuarto lo ocupaban principalmente para cambiarse de ropa, ya que era costumbre nuestra andar vestidos de civil en la calle, aunque estaba prohibido por los reglamentos. Pero había asuntos más importantes que los reglamentos.

Durante los dos años de estudio, enfrentamos diferentes situaciones extracurriculares en la Armada, como participar en brigadas forestales apagando incendios de bosques en el área de Valparaíso, por lo cual recibimos una recomendación de mérito. También  apoyando a nuestro pueblo para paliar los daños del terremoto del 8 julio de 1971, que afectó duramente el área de Valparaíso y Viña del Mar, ocasión que nos tocó construir mediaguas de día y hacer patrullajes nocturnos en las zonas pobladas de los cerros y en la ciudad. Y luego apoyar  al Estado de Chile  durante el Paro de Octubre de 1972, el paro de los patrones para sabotear al gobierno popular. Todo eso afectó nuestros estudios. 

Sin embargo sacamos adelante los dos años de estudio junto a Ernesto, quien nos hacia reír a todos con sus chistes y ocurrencias; era un comediante nato.

Quiero hacer notar que junto a Ernesto disfrutábamos el hecho de ser marinos y de tener a nuestro alcance la tecnología naval, pero a su vez repudiábamos el clasismo y la arrogancia de los oficiales, en su mayoría provenientes de las clases acomodadas de nuestro país.

El año 1973 integró la tripulación del destructor Blanco Encalada, ya como mecánico especialista, a cargo de la mantención de las torres de 5 pulgadas, o batería principal del buque. A bordo de su unidad asumió un papel preponderante ante la asonada golpista de los oficiales, como integrante del movimiento de marineros anti golpistas. Informándose y reclutando adherentes a la causa anti golpista-constitucionalista, ampliando la base de apoyo. Fueron justamente Ernesto Zúñiga y Orlando Véliz los camaradas que me reclutaron para integrar el movimiento, al cual ingresé con total convencimiento.

Ernesto participaba activamente junto al sargento Juan Cárdenas, informando de los planes golpistas a dirigentes políticos de izquierda, como Oscar Garretón, jefe del “Mapu”, y a  mandos medios de los partidos comunista y socialista. El 3 de agosto del 73 integramos  el grupo de marineros que se reúne para entregar información a la dirección  del MIR, quienes a su vez invitan a Carlos Altamirano, senador del partido socialista, a escuchar  nuestras  denuncias. Fue gratificante para nosotros informar a una autoridad del Congreso de los planes golpistas y sediciosos de los oficiales de la Armada. Ernesto era optimista respecto a lo que estábamos haciendo y nos contagiaba con su optimismo.

Fuimos detenidos el 6 de agosto y acusados de incumplimiento de deberes militares. En un principio, por reunirnos con líderes políticos denunciando el golpe de Estado en marcha. Mientras al mismo tiempo, con toda impunidad, los oficiales golpistas se reunían con lideres de la derecha golpista (todo ello conocido hoy en los documentos desclasificados del Departamento de Estado norteamericano y en las memorias publicadas por los propios golpistas, como el almirante Merino, el almirante Huidobro y otros).

Ese mismo día se iniciaron los interrogatorios y torturas en contra de Juan Cárdenas y otros compañeros. Ernesto es mantenido incomunicado durante una angustiante semana. El 10 de agosto, junto a Juan Cárdenas, Alberto Salazar, Pedro Lagos, Oscar Carvajal, somos llevados por vía aérea, en forma ilegal, violando las normas del debido proceso, a Concepción, y desde allí a la base naval de Talcahuano, donde fuimos torturados por un destacamento de infantes de marina bajo las órdenes del capitán Kohler. En esa operación brutal se destacaban los tenientes Buster, Jaeger, Letelier, Luna, Alarcón, Tapia, Maldonado, Leatich (como cuenta en el proceso judicial).

Además, Ernesto tenía una pistola personal. Hubo una investigación exclusiva por la que también  fue torturado, y en la cual yo recibí parte del tratamiento. Ernesto, con una gran  habilidad, sortea  la investigación y logra  proteger a V.V., un amigo que escapó del encarcelamieto, y que nunca supo que por protegerlo recibimos golpes y torturas extras.

Luego tiene que declarar ante el fiscal naval, capitán Jiménez, después de un par de días que debió dormir sentado, soportando el frio de la zona, en las butacas del gimnasio de la base naval de Talcahuano, junto a marineros de otras unidades, entre los que recuerdo a Carlos García, en condiciones bastantes precarias. Además, soportando las secuelas de la tortura y una puñalada de bayoneta en su espalda, que requirió atención.

Una noche fuimos trasladados a la Escuela de Grumetes de la isla Quiriquina, en donde se nos sumaron Juan Roldan y Sergio Fuentes, alli nos atendieron las heridas, y se nos dio medicinas para deshinchar los moretones que todos teníamos. Además, nos sobrealimentaron para que recobráramos nuestro color. Desde la isla fuimos trasladados en el destructor Orella, bajo amenaza permanente de tirarnos al mar y con hostigamiento durante toda la noche para no dejarnos dormir. Arribamos a Valparaíso el día 18 de agosto en la mañana, donde continuó nuestra incomunicación en el cuartel Silva Palma, hasta fines de agosto. Ernesto fue uno de los últimos marineros en recuperar la libre plática (junto con Cárdenas, Blaset y yo).

Al salir de la incomunicación los últimos cuatro marinos, el sábado 25 de agosto de 1973, hubo reunión de la mayoría de los acusados en la celda grande del cuartel, bajo el liderazgo de Juan Cárdenas. Decidimos escribir varias cartas, y destaco la que enviamos a Salvador Allende y a nuestro pueblo para denunciar nuestra situación,  “lo que hoy es una carta pública e histórica.”

Estando detenidos en dicha prisión naval  ocurre el golpe de Estado, lo que marcó un periplo de injusticias y dolor para todo nuestro grupo. Incluso nuestro camarada es llevado a Santiago por el teniente Benavides, secretario del fiscal naval, para que reconozca la casa en donde se reunió con el senador Carlos Altamirano, lo cual no fructifica,  por lo que Ernesto es maltratado nuevamente tanto en el traslado como en las estadías en recintos militares, donde se le realizan simulacros de fusilamiento. Al igual que todo el proceso de tortura y maltrato, Ernesto lo toma posteriormente con humor y hace chistes de las diferentes situaciones que le tocó vivir, desarrollando “un optimismo irresponsable”, como lo definió Hugo Maldonado, ya que Ernesto hasta en las situaciones mas duras y traumáticas que vivíamos encontraba el instante para hacernos reír ,

El 22 de octubre de 1973 fuimos trasladados a la Cárcel Pública de Valparaíso. La cuarentena de marinos acusados de “sedición” hemos sido alojados  en el teatro del penal, un lugar que no reunía los mínimos estándares de habitabilidad.

El día 14 de diciembre, todos los marinos prisioneros somos trasladados a un campo de concentración en las alturas de Colliguay. Junto con los otros presos políticos que encontramos allí, sumamos alrededor de 200 a 250 prisioneros, cantidad que variaba según los requerimientos de la represión. Allí fuimos sometidos a una gran cantidad de abusos por parte de la infantería de marina de la Armada de Chile, quien estaba a cargo del campo de concentración llamado “Isla Riesco” o “Colliguay” o a veces “Operativo X”. Este campo no reunía las medidas mínimas de salubridad, no tenía agua, electricidad, ni buen acceso desde otras zonas, lo cual era difícil también para los carceleros. Empezando el mes de marzo de 1974 y con el trabajo forzado de los prisioneros, se inició el acondicionamiento de otro campo y luego el traslado de los prisioneros, hacia la localidad de “Puchuncaví”, al campo de prisioneros también llamado Melinka, tarea que se completó a mediados de abril.

No puedo dejar de mencionar un hecho anecdótico ocurrido cuando estábamos todavía prisioneros en la montañas de Colliguay. Era un día de marzo de 1974 y habitábamos la cabaña 10. Durante la formación previa al encierro esa calurosa tarde, Ernesto me habla y yo le respondo, protagonizamos un diálogo en voz baja, que terminó con una típica humorada suya, que hizo reír a todo el pelotón. El jóven teniente de guardia en ese momento preguntó: ¡De qué se ríen! Un sargento y algunos soldados se acercan a nosotros, rodean la formación de modo amenazante y se produjo un silencio sepulcral. Solamente se oía el vuelo de los mosquiotos. ¡De qué se ríen!, repitió el oficial. Todos guardamos silencio. ¡Muy bien, entonces todos a correr hasta los estanques de agua y regresan!, gritó. Ernesto y yo tomamos la delantera en la carrera, ya que éramos de los más jóvenes, teníamos 21 años de edad, junto a dos estudiantes secundarios de 16 o 17 años, que todavía portaban su uniforme escolar. Los demás eran mayores, líderes sindicales y militantes socialistas y comunistas. Se levantó una polvareda mientras corríamos.

Cuando estábamos a mitad de camino, de regreso, el teniente gritó que los dos últimos que lleguen serán castigados y sometidos a un picadero. Ernesto iba primero en la carrera. Dirigiéndose a mí, me dice “Jimmy, no podemos dejar que otros paguen por nosotros”. Asentí a sus palabras y sin hacer más comentario comenzamos a correr más lento para que todos nos sobrepasaran. A poco de llegar a la meta, le dije: “Ernesto ¿sabes lo que nos espera?”  “Claro que sí”, me respondió, “pero no podemos dejar que este huevón se ensañe con los viejos”.

Siendo los dos últimos en la meta, el oficial envió a todos los demás a sus respectivas cabañas. Quedamos solos frente a él, los soldados mantuvieron cierta distancia. Nos preguntó nombre, origen y lugar de trabajo antes de ser detenidos. Le informamos que éramos marinos acusados de sedición. ¿Saben lo que les espera?, preguntó. Le respondimos que sí, manteniendo la mirada franca y preparándonos para lo que venía. El teniente nos miró fijo y dijo: ¡Bien hecho muchachos! Nos mandó de regreso a nuestra cabaña. Quedamos gratamente sorprendidos por la actitud del oficial, ya que esperábamos el castigo de rigor en estos casos como prisioneros de guerra. “De la que nos libramos”, me comenta Ernesto. Esto quedó en el recuerdo de esos días, en ese perdido y polvoriento campo de prisioneros entre las montañas.

Sin embargo, los últimos días de ese mes de abril, a poco de haberse instalado en el campo de Puchuncaví, Ernesto y sus camaradas son retornados a la Cárcel de Valparaíso y esta vez son destinados a las celdas de la tercera galería, compartiendo con los presos políticos de Valparaíso. Allí intensificó su educación política, histórica y filosófica, además de retomar las prácticas de karate junto a otros entusiastas camaradas como Gastón Gómez y Jaime Espinoza.

En la Cárcel de Valparaíso, con un gran optimismo, Ernesto refuerza el compromiso con su pueblo y se suma a los grupos de estudios del “MIR”, integrando una de las células de instrucción, donde el organizador resultó ser otro ex marinero, miembro de la dirección del MIR, Carlos Díaz Cáceres, contingente del año 65 al igual que José Ojeda, Teodosio Cifuentes y José Lagos.

Durante el invierno del año 76 el juez naval de Valparaíso dictó sentencia contra los marinos, condenando a la mayoría a 3 años de prisión, que se cumplieron en agosto de ese año. Los que teníamos condenas más altas fuimos trasladados a la Penitenciaría de Santiago, en octubre: Ernesto, Cárdenas, Pedro Lagos, Juan Roldan, Pedro Blaset, Sergio Fuentes y yo, con la excepción de Alberto Salazar, que gestionó su trasladado a Concepción para estar más cerca de sus padres y  familia.

Allí, en la Calle Dos del penal, Ernesto se encontró con una gran unidad y organización de los presos políticos, lo que permite la expansión de sus conocimientos y refuerza su actividad

educativa. Además de estrechar la comunicación con su familia, y en especial con su madre, Marta Vergara.

El día 20 de abril de 1978, después de cinco años de prisión, Ernesto y sus camaradas, más la totalidad de los presos políticos condenados y rematados, son notificados primeramente de un decreto de expulsión del país, pero luego son dejados en libertad, de acuerdo a la Ley de Amnistía recientemente dictada.  Sin embargo, la mayoría de ellos optó por salir al extranjero. Algunos decidieron quedarse, de los cuales unos pocos se abocaron a luchar contra la dictadura. 

Al salir de prisión Ernesto se integra a paso firme en la resistencia contra la dictadura, en primer momento junto a Sergio Fuentes y Carlos García en organizaciones populares y poblacionales. Además, se une románticamente a una compañera (Yoyi) viuda con dos hijos pequeños.

Su carácter siempre afable, bonachón y comediante es acompañada por la madurez, por las responsabilidades intrínsecas de la vida clandestina. Asumió nuevas responsabilidades políticas,

participando en campañas de propaganda y operativas, como la captura de camión Soprole, para repartir alimentos en las poblaciones más pobres de Santiago. Luego como miembro de la Fuerza Central del MIR, estructura operativa donde tuvo  una destacada actuación, tal como lo recuerda el compañero Guillermo Rodríguez en su libro “Destacamento miliciano José Bordaz”: “Llegamos a una casa de un piso, amplia, con un galpón lateral usado para guardar el vehículo, con el que entramos tal como lo había indicado el conductor. Entramos por la puerta de la cocina a una casa en la que se notaba, vivía una familia, en ese momento ausente. El chofer, que resultó ser un hombre de movimientos nerviosos y rápidos, presto a la talla y las bromas livianas, me fue presentado como Manuel, de quien sólo un par de meses después sabría que era uno de los ex marinos detenidos antes del golpe militar y que era el que “la llevaba”, al decir de estos tiempos, el militante símbolo del arrojo, coraje y valentía de la Fuerza Central, asesinado en 1982 en las calles de Pudahuel en una emboscada de la CNI.”

Recuerdo que durante la primavera del año 1981 nos encontramos por coincidencia en la vereda norte de av. Matta, en Santiago, y compartimos una empanada en un lugar que él conocía. Allí platicamos un par de horas, él me contó que todos sus camaradas y su familia le pedían que saliera del país, a lo que el se estaba negando; yo le insistí que sería bueno que se fuera por un tiempo, se podría especializar en alguna técnica que le gustara. Allí brindamos por la salud y bienestar de nuestro camarada en prisión.

El sábado 16 de enero de 1982 Ernesto es asesinado a bordo de un bus de Santiago. Según los datos del proceso, los agentes del Estado fueron directamente a terminar con su vida. Su muerte significó una gran pena, dolor, además de un inmenso vacío para su familia y los amigos. 

Todos los ex uniformados que se quedaron en Chile, estaban consientes del tremendo peligro que corrían bajo la dictadura: el cabo Alberto Salazar y Ernesto pagaron con sus vidas; Carlos García

estuvo mas de 11 años en prisión un segundo periodo, para luego salir condenado al exilio en Bélgica; Luis Rojo, luego de arrestos y más torturas, salió rumbo a Australia. Pedro Blaset fue detenido durante unas semanas por la CNI. Ricardo Tobar y Bernardo Flores, aunque no fueron detenidos, sí fueron vigilados en algunos casos en forma evidente (seguimiento japonés) y hostigados por agentes del Estado.

Este poema fue escrito para Ernesto que fue conocido como “Manuel”en la clandestinidad.

                        Manuel

Seguramente caíste abatido

Con tus ojos mirando el cielo

Amplio, lleno de resonancias libertarias

Como tus sueños de amaneceres nuevos.

No te conocí

Pero ¿Quién necesitaba conocerte?

Tenaz e inquebrantable

Entre calles laberínticas

Silencioso

Esquivando sombras

(conspirativo)

Fuiste tejiendo futuros

Fuiste echando semillas en la dureza de la tierra

Tu, humilde hijo del pueblo

Compañero combatiente Ernesto Enrique Zuñiga.

Los esbirros te llamaron asesino

Pero ¿Qué importa?

Las balas que atravesaron tu cuerpo noble

Continuaran explotando en miles de fragmentos

De voluntad de lucha

Hasta que ese amanecer que tanto soñaste

Llegue a la tierra que hoy cubre

Tu mirada todavía rebelde…

Walter Fuentes (chileno residente en California)

Este relato de AMA, lo hemos desarrollado como homenaje y cariño a nuestro inolvidable camarada. Gracias a los aportes de: Guillermo Castillo, Carlos García, Oscar Carvajal, Sergio Fuentes, Osvaldo Flores, Guillermo Rodríguez, Walter Fuentes y su hermana Ana María.

Por la Agrupación de marineros anti golpistas. 

Jaime Salazar   diciembre de 2021

Ricardo Tobar Toledo

Testimonio del marinero constitucionalista Ricardo Tobar Toledo

 Mi desazón, tristeza y decepción de las autoridades que no escucharon las denuncias que habíamos hecho, me produjo un profundo dolor no por mi, sino por lo que le pasaría en primer lugar a mi familia y a la ciudadanía en general, que con el correr del día, se iba confirmando todo aquello que sucedería con las personas que pensaban diferente. Que solo había uno de los dirigentes que nos había escuchado y creído de lo que pasaría,  Miguel Enríquez, secretario general del Mir, y todo ese movimiento, que en los días de agosto marchaba por Valparaíso para que  dejaran en libertad a quienes habían detenido y denunciando las flagelaciones a que estaban siendo sometidos.

El caos era general en Quintero, nosotros encerrados en casa de Bravo, quemando cuanto documento y libro comprometedor encontrábamos, Nelson tenía mucha literatura afín, escritos, etc. Parlamentábamos para saber que hacer y resolvimos salir, separadamente, en los momentos que se podía, a ver cual era la mejor salida de Quintero, dándonos cuenta que TODOS los accesos estaban cubiertos por militares pintarrajeadas  sus caras, eran de la base aérea de la fach, nos quedamos en la casa a lo que fuera, no existía miedo, teníamos alguna esperanza, de que con lo que cada uno tenía como argumento probatorio de nuestra ausencia, pero sabíamos además que no era una coincidencia el estar juntos.

Pasado tres días del fatídico 11, el viernes 14 a las 21.00 pm, la ciudad se llenó del ruido de disparos, a diestra y siniestra, gritos de ¡¡“no se muevan, alto o mueren, tírense al suelo, ahí cayó uno, mata a ese otro, etc”!!, nada de eso vimos, ni siquiera nos asomábamos a la ventana. Al día siguiente Nelson salió a comprar pan,  y a su regreso nos dice “el señor de la panadería dice que habían matado a 5 personas que estaban esperando movilización y que para él era el último día que vendería pan y otras cosas que tenía”, fue el primer conocimiento de personas asesinadas, en la tarde de esa jornada, 15 de septiembre, veíamos pasar camiones repletos de personas, ¿hacia donde iban?  Ni idea. Pero en esa tarde , todas las casas estaban siendo tapadas sus ventans con frazadas, esto era realizado por militares y curiosamente, la casa de Nelson pasó por alto, cosa que nos dimos cuenta y lo comentamos, fue el día en que nos abrazamos pero sin alarmar  a la esposa de Nelson, Angela,  y sus dos pequeños hijos.

La siguiente jornada, el 16 de septiembre a las 19.00 hrs, estando sentados esperando no se qué, (cada uno de nosotros esperábamos alguna arremetida, Nelson de esa ciudad, además, alumno del liceo de esa localidad, de alguna manera algo sabrían de él como integrante del movimiento revolucionario) por lo que  sabíamos que nos andarían buscando de la armada y tarde o temprano llegarían a nosotros, hasta que un fuerte ruido en la puerta y el perro que dejó de ladrar después de un balazo, habían matado al perro, entraron a la casa 6 militares a punta de fusil ametralladora M16, con su bayoneta calada (puesta en el cañón) apuntándonos y sacándonos al patio en donde nos pararon con las manos en alto contra el muro, nos pusieron, a Angela y sus dos pequeños, uno en brazos y el otro de la mano, yo, José y Nelson, mientras registraban la casa rompiendo lo que encontraban a su paso, pero encontraron el uniforme de Nelson y José además de un afiche detrás de una puerta, del Che Guevara. Mientras afuera, algunos de esos militares que se quedaron custodiándonos, nos golpeaban con las culatas de esas armas, querían saber que hacíamos, pero en esos momentos aparecen los que habían entrado a registrar, preguntando de quienes eran los uniformes de la marina que estaban ahí, a lo cual mis amigos contestaron que era de ellos, por supuesto a culatazos me preguntaron que quien era yo, a lo que les di mi grado y procedencia diciendo que también era de la armada pero que estaba con licencia médica, que lo demostrara me dijeron, a lo que saqué el documento que acreditaba tal condición y nunca más vi ese papel.

Al paso de minutos, los niños se pusieron a llorar, Nelson había sido “clavado”   con un yatagán, y dio un grito terrible, esto hizo que Nelson lanzara un alarido de dolor y esto asustó a los niños que empezaran a llorar, pero el oficial (Tte. de aviación Almarza) le dijo a uno de ellos que lo hiciera callar,  y éste le lanzó un culatazo sin contar que yo lo miraba a lo cual me lancé sobre el niño para protegerlo y la reacción del militar fue invertir el arma y retirarlo de inmediato pero había puesto mis manos para aguantar el golpe lo que al retirar el arma tajea mi dedo pulgar y al apoyarse en mi mano también la palma, sangro bastante, al pararme veo también sangrar a Nelson de su costado izquierdo, fueron momentos en que solo quería desaparecer. Luego nos trasladaron en un camión, pero no sin antes pasar por distintos lugares en que sacaban a personas y las “tiraban sobre nuestro”, creo que se llenó el camión de personas, todos nos bajamos del camión vendados los ojos ( lo hicieron cuando nos sacaron de la casa), nos llevaron al interior de esa base de la fach, nos sacaron la venda y empezó el interrogatorio en forma separada, mientras interrogaban a mis compañeros a una persona militar que ahí estaba, le pregunte como se llamaba el oficial que me había llevado a esa oficina y me contestó , “”Tte. De aviación Almarza”  asi supe el nombre de ese oficial de cara negra al carbón con pintura de guerra que había hecho el allanamiento en casa de mi amigo. A las dos de la mañana nos trasladan a la repartición de origen, la Escuela de Armamentos de las Salinas,  nos recibe la guardia que en esos momentos estaba y llaman al Comandante quien vivía al lado de la Escuela.  Ordenan a que nos lleven al segundo piso, lugar de las salas de clases y mi primer sobresalto fue escuchar golpes y gritos de mujer, la estaban torturando, fue entonces que por detrás nuestro nos toman y con algunas patadas, nos tiran al suelo, nos amarran y nos ponen capuchas, ahí empieza lo que es sentir golpes, de toda clase, patadas, culatazos, el teléfono (golpes de mano en las orejas), combos, etc. En la madrugada o quizás en la mañana temprano soy conducido a la cancha de futbol, (conocía la escuela de memoria, estuve bastantes años ahí) y sabía donde pisaba, veía mis zapatos y el suelo,  estaba oscuro, en esa cancha a un costado existía un paredón de barro con paja, donde  los oficiales practicaban tiro de pistola, me pararon delante de ella y me informaron que me fusilarían, pero me dieron a elegir, que diera los nombre de todos los miembros de la escuela que estaban involucrados, sin que dijera que era Bravo u Ojeda, contesté de inmediato “solo somos los tres, nadie mas está en esto”, y me llegaban patadas y combos de quienes me sostenían de cada brazo; las preguntas se sucedían y me preguntaban si conocía a fulano o sutano a lo que les contestaba que si, y no me podía negar, ya que sabrían igual si era cierto o no, ya que a muchos si los conocía, habían estado en la escuela y con muchos fuimos seleccionados deportivos por lo tanto no les mentí, pero tampoco dije algún nombre que no había salido en alguna lista, a los golpe, mis gritos debieron escucharse en toda la región, sabía por el maestro de artes marciales que el grito, da fuerza y mitiga dolores de golpes, lo use en todos los interrogatorios que me hicieron con golpes, “cagaste” fue lo que me dijeron, hoy mueres como traidor a la patria, te fusilaremos y ahí al frente está el mar y te comerán los pescados, en realidad,  lo que sentí en ese momento fue un hilo frio correr por mi espalda, pensé en mi familia, en mis  amigos, en todo el mundo, estaba aterrado, pero fueron muy pocos segundos, porque sentí el tirón en mis brazos y dije “solo no me voy”  “cada weon que me tiene sujeto se irá conmigo”, sentí la preparación de las armas, la voz de ese oficial que no supe quien era, estaba encapuchado, el tirón que realicé y la ráfaga que suena con eco aterrador por el silencio que había y que llega a mis oídos, sin dolor, sin angustia, sin conciencia, solo recuerdo que me levantan del pelo y me tiran sobre una silla y me sacan la capucha, detrás de un escritorio estaba el Capitán Cárdenas, él era jefe de estudios de la escuela, haciéndome mil preguntas, que además me dice, “Tobar, acaso se cayó que está sangrando”,ese capitán había sido nombrado fiscal pero se declaró incompetente;  habían pasado más o menos cinco o seis horas, hasta ese momento no me había dado cuenta, mi espalda sangraba bastante, luego de ese momento de interrogatorio, alguien me dice por detrás, nuevamente estoy encapuchado, “desde la cancha te trajeron a patadas y un marino te clavó un yatagán a cada lado de tu espalda”, claro, en ese momento me llevaban al policlínico que existía en las salinas y me cocieron a ambos lados, bajo el omoplatos, asi nada mas, y lo hizo un enfermero estando yo, sentado en la camioneta, en la parte de atrás, creo que a Nelson  también lo llevaron, no estoy muy seguro, estaba muy adolorido, que dicho sea de paso, nunca nos pusieron juntos, si dormí algo, no lo se, solo recuerdo que estuve en el paredón.

Esa tarde, 18 de septiembre, 18.00 hrs. Nos trasladan en un bus de la Armada, encapuchados, (como si no conociéramos el lugar de llegada) hasta el cuartel Silva Palma, la cárcel para uniformados de la armada, hasta antes del 11 de septiembre, ese lugar cumplía la función de  mantener detenidos a los marinos que cumplían castigos de arresto con mas de 30 días, porque con menos, se hacía en las reparticiones de origen. Llegados ahí, nos lanzan como sacos de papa sobre un camastro, a mi me lanzan sobre la cama de J. Salazar, el cual me reconoce, pero otros, recuerdo, que no nos conocíamos, gritaron , cuidado con esos, no vayan a ser sapos, pero de inmediato , Salazar, Zuñiga, y Espinoza, que nos reconoce, les dice, hay que ayudarlos, son los de la escuela de armamentos. Sumamos algo asi como ochenta o más, que a la postre fuimos 88 los que estuvimos presos. Muchos por falta de meritos fueron puestos en libertad ( alrededor de 200 mas o menos sumábamos  en total, según los procesos).

El interrogatorio que me tocó, sin describir la tortura propinada, se basó, en acusarme que era un infiltrado del MIR, (me lo decían por el poster que encontró la fach en quintero del Che Guevara)  pero este movimiento nació el año 1965, y empecé mi carrera militar el 1964, que era cómplice del plan Z, que hasta esos momentos nos acusaban que nosotros lo habíamos planeado, que estaba en la marina para preparar guerrilleros, que queríamos matar a los oficiales, que nos tomaríamos los buques para bombardear Valparaíso, Viña del Mar y casa de los oficiales y un sinfín de falsas acusaciones, que a cada una de sus preguntas, me negaba rotundamente, en cada pregunta los golpes de diferentes formas caían sobre mi, provocando dolores intensos y por cada negativa que daba, ellos me decían que me condenarían a muerte porque estábamos en tiempo de guerra, que matarían a mi familia si no cooperaba ( a mis padres ya le habían informado que había sido fusilado cuando ellos me buscaban), estas y otras interrogaciones las realizaban en la fiscalía naval,  y ahí además usaban las torturas psicológicas, como las descritas ya que cuando nos trasladaban desde el Silva Palma a la fiscalía, me llevaban encadenado, lo hacían entre los pantalones, y me decían lo que se les ocurriera con tal que les dijera quienes mas estaban involucrados, a cada interrogatorio nos llevaban separadamente y a cada uno le preguntaban por el otro. Estuve en el cuartel hasta el día que me hicieron Consejo de Guerra (caratulado A-14) el 24 de octubre de 1973, en donde me acusaron de Deserción Calificada en tiempo de Guerra, ¿Cuál guerra?, nada pudieron probar, pruebas en mi contra fueron los registros de las calificaciones anuales, que no eran las originales, sino según se lee en el expediente, copias fieles de los originales, no dejaron que mi abogado probara dichos antecedentes, pedían para mi, cinco años y un día, quedando finalmente en tres años y un día de cárcel, al igual que a José Ojeda , a  Nelson Bravo, porque estaba con su decreto de retiro aprobado, lo dejaron  en libertad desde ese día, recuerdo que todos quienes conocíamos a Nelson, le pedimos que saliera del país de inmediato, lo que su padre hizo con él, llevarlo hacia Argentina, (1978 regresó, era patriota y con el llamado de Pinochet se la creyó, y fue detenido en concepción, esa es otra historia).

El paso por Silva Palma, de dos y medio meses, se hizo largo, lleno de incertidumbres, a pesar de haber sido condenado a tres años y un día, la tortura psicológica continuaba, había personal que se encargaba de ello, sin embargo el apoyo recibido por mis compañeros fue un tremendo alivio, al igual lo hacía cuando hablaba a compañeros más jóvenes que yo, mutuamente nos la arreglábamos para darnos ánimo y mucha solidaridad. Vimos llegar a muchas y muchos detenidos que iban a ser interrogados, los encerraban en una especie de celdas no mas de metro y medio, permanecían paradas/os, y a veces debí llevar algún alimento, mandado por nuestros custodios, pudimos cruzar solo algunas silabas, no nos dejaban hablar, solo señas cuando poníamos algún cigarrillo y un fosforo y un pedazo de raspador en su interior, el plátano era perfecto para eso.

La llegada a la cárcel fue llegar a un mundo totalmente desconocido, encontrarse con cientos de personas que habían pasado lo mismo  que me tocó soportar, torturados de diferentes formas, personas que habían sido encarceladas en buques mercantes, en la esmeralda, en centros de torturas que se habían habilitado para los efectos, jóvenes estudiantes, personeros del congreso nacional, gentes comunes que por el solo hecho de pensar diferente habían sido detenidos y castigados con las mas atroces de las torturas, sin diferencias de edades, ancianos, hombres de negocios, etc. Todos separados de los presos por delitos comunes, nos hicieron ocupar el tercer piso de la cárcel, tercera galería, y desde la segunda a la primera eran solo reos por delitos comunes, aunque el patio (cancha) era un espacio común al que accedíamos con algunos temores de encontrarnos con estos reos que se nos decía eran peligrosos, sin embargo aprendimos a sobrellevar esos peligros sin hacer nada mas que entender sus motivos y ganarnos su confianza para asi obtener el respeto que aisladamente a veces, ellos nos faltaban, éramos todos para todos en caso de algún problema.

Relacionarme con los demás presos políticos fue extraordinario, todos de diferentes  pensamientos y posiciones sociales, que sin hacer distingos fueron enormes aportes,  pasó lo mismo con mis compañeros que estaban separados de los civiles, en una especie de teatro que existía en la cárcel, al costado de una mini cancha que existía,  el reencuentro fue muy emotivo, algunos lloramos, nos abrazamos y contábamos nuestras experiencias pasadas las que fueron originadas por los mismos compañeros de armas, encargados de tenernos detenidos y que en algunos casos, hasta nos interrogaban. La solidaridad estaba a flor de esas pieles que ya estaban casi aclimatadas en esa cárcel. El compañerismo con algunos de ellos ya se había plasmado cuando aún éramos uniformados, con los demás, que conocí ahí, empezaron a florecer nuevas y ricas amistades ya que cada uno ponía de lo suyo para que asi sucediera. Cada uno de nosotros puso de si para consolidar el compromiso adquirido en defensa del país cuando denunciábamos que las ffaa darían un golpe militar, ¿Quiénes fueron desleales con el gobierno que había sido elegido por el pueblo? Cada uno de ellos, los golpistas, se ufanaba de haber “limpiado a las ffaa de traidores”, sin embargo sabíamos que eso era lo contrario, que nuestro proceder fue apegado a las normas dictadas en las leyes, que respetábamos la constitución que regía en esos momentos, leyes y normas que nos habían enseñado cuando ingresábamos a las filas de la institución. Nunca se nos dijo que nos enseñaban para propiciar un golpe de estado, en ningún reglamento sale eso y ellos contravinieron dicho mandato de la ley.

Aun en el año 1973, noviembre y diciembre, fuimos trasladados en camiones, encapuchados y amarrados cual saco de papas, hasta Colliguay ( hasta el momento en que se nos trasladaba, no sabíamos nuestro destino), un campo de prisioneros de guerra y presos políticos, algunos de mis compañeros habían sido sacados con antelación  de la cárcel con ese destino, habían ido a construir dicho campo, levantando alambradas y medias aguas como celdas de encierro. Le pusieron varios nombres, Operación X, Isla Melinka ó Isla Riesco, esto con el fin de desorientar a familiares que preguntaban por nosotros. El panorama que vimos al quitarnos la capucha fue desolador, alambres de púa alrededor, cerros inhóspitos, suelo gredoso y seco, el sol quemando con furia, y una voz que daba miedo al escucharla, Tte.2° González, el encargado de ese campo primero fue el sargento infante de marina Aguayo, el que con un grupo de marineros detenidos, construyeron ese campo, luego como encargado fue el Tte.2° (OM) González para quedar posteriormente el sub oficial (IM) Arancibia, que decía…” que ahí se haría lo que él mandase, que no estábamos de vacaciones, que tendríamos un régimen más que militar y si obedecíamos nadie saldría lastimado” ¿? Empecé a imaginar lo peor.

Nuevamente al conocer nuevas personas, también de diferentes partes, diferentes oficios, estudiantes, congresistas, alcaldes, regidores, trabajadores, obreros, etc, etc. Siendo cada uno de ellos un padre , un hermano, un amigo, un profesor, que ponía su voluntad para atender a los que llegábamos a ese campo prestando todas sus capacidades para hacernos sentir bien.

Los talentos afloraron, los deportes se sucedían, como también las amenazas por parte de quienes nos vigilaban, la tortura psicológica la aplicaban en todo momento, nos hacían cantar la canción nacional con aquella estrofa que los golpistas impusieron agregar, la debíamos cantar en la mañana y al ocultarse el sol por la tarde, nos hicieron cavar un pozo en suelo gredoso para tener agua, porque nos entregaban un vaso para beber y este pozo serviría para obtener algo más, sin embargo era agua llena de lodo, y servía para sumergir a alguno por razones de antojo ó castigo.

Por momentos el miedo se hacía sentir, sobre todo cuando me sacaron de ese campo, me amarran y me ponen una capucha, en realidad fue un grupo de los que estábamos ahí, nos embarcan en un camión y sentimos los mismos saltos que daba el camión por aquellos cerros sin caminos, el tiempo parecía no pasar, que después de mucho tiempo, la suavidad se sentía y hasta el olor a mar llegaba a mi nariz, nada veíamos, y al fin llegamos a destino, un bosque a la derecha y a la izquierda unas casas tipo A, alguien grito cuando le fue sacada la capucha…“son las casas de veraneo que construyó el compañero Allende para los trabajadores…estamos en Ritoque”, lo hicieron callar, nos sacan las amarras y nos ordenan seguir a quien oficiaba de jefe…” deben sacar esos materiales que vienen en ese camión..” era madera y mucho alambre de púa, clavos, y herramientas, era para cercar dicho campamento de veraneo el cual luego de algunos días se convirtió en campo de prisioneros políticos, después de la descarga de dicho material, retornamos a Colliguay, habíamos salido a eso de las 10.00 hrs a.m. y nuestra llegada fue a las 19.00 hrs, no participamos en alambrar dicho lugar.

Cada episodio vivido fue una situación de incertidumbre, no se sabía nada de nuestra situación, se vivía el día, sin saber que pasaría, ya que  algunas noche se escuchaban disparos y que luego nos decían que eran terroristas que trataban de atacar ese campamento ¿?. Nunca escuchamos o vimos personas que no fueran uniformados.

Pasadas todas las experiencias relatadas, dejando el regreso a la cárcel de lado, siempre anhelé pertenecer a las ffaa. sobre todo en la marina de guerra, sin embargo pensando en una institución democrática, en la que se eligieran los mejores para ser quienes dirigieran o dirijan las ffaa, que cada persona demuestr hasta donde podría llegar, escalara hasta lo mas alto, con sus capacidades y talentos, y no en forma vertical como hoy se hace, deben ser los mejores y para eso debería existir una sola escuela y que desde ahí se graduaran aquellos que asi lo demuestren.

El pasado reciente a demostrado como se han comportado los oficiales, no tan solo con el personal existente dentro de las filas, sino con una ciudadanía que sufrió con el golpe de estado; tienen como consigna haber nacido con la patria, pero han dejado al personal subalterno en despoblado, por ser de clase media hacia abajo, la oficialidad nace de los apellidos o porque alguno es descendiente de algún personaje de la historia de este país o simplemente con apellidos que heredan de ingleses, franceses, alemanes, etc. y que tienen las condiciones para pagar altos aranceles para poder pertenecer a dicha élite. Yo solo quería ser marino, pero en la Armada no hay democracia y por eso se dio el golpe cívico militar.

Ricardo Tobar Toledo

Cabo 2º  (Mec Elect.)  (C.F.)

Contigente 1964 (Avanzado)

 

Juan Manuel Segovia Arrué

Marinero 1° Artillero  
Dotación: Destructor Blanco Encalada
Detenido el 6 de agosto de 1973 en el Puerto de Valparaíso
Condenado a 3 años y 1 día por la Causa 3926/73

El marinero 1°, Artillero y constitucionalista, Juan Manuel Segovia Arrue fue arrestado el 6 de agosto de 1973 a bordo del destructor Blanco Encalada surto en Valparaíso. Purgó más de tres años de cárcel por defender la Constitución , las leyes y respetar a la autoridad legítimamente constituída.

 

Ficha antigua del marinero Arrue. Registro, marinero J. Salazar

Jaime Salazar Jeldres

Datos de Identificación

1.-Nombres: Jaime Ricardo

    Apellidos: Salazar Jeldres

2.- Fecha de Nacimiento: 05 de Mayo 1952

3.- Estado Civil: casado con Ellen Salazar

4.- Grado: Marinero 1°

Especialidad: Mecánico artillero

Unidad a la que pertenecía al momento de su detención: CL 04, Crucero Latorre

5.- Nombre del Comandante de la Unidad a la que pertenecía: Carlos Fanta Nuñez. QEPD

6.- Nombre del Jefe del Dpto. En el cual prestaba sus servicios: Teniente Jaime Postius Aedo

7.- Fecha,  Lugar y Hora app. de detención: Lunes 6 de agosto alrrededor de las 5-6 pm, en nuestra unidad Crucero Latorre

8.- Causas y Cargos de la detención: Causa 3926, condenado por Sedición o Motin , condenado a 8 años de prisión . anmistiado el año “78 despues de 4 años 8 meses y 15 dias de prision

9.- Características y Entorno de la Detención: a traves de los altavoces se nos llamó a presentarnos a nuestro oficial de división, el cabo de guardia empezó a buscarnos por el buque. En el camarote del teniente Postius se nos concentró a: Juan Dote Bravo, Luis Ayala , David Valderrama Opazo, Rodolfo Claros Cordova, Sebastian Ibarra y a Mi

10.- Quien participa en la detención( Nombres y Grado): Teniente  Postius y sargento (bt) Vera entre otros

11.-I dentificación del Lugar y del personal del Interrogatorio: se nos llevó al cuartel Silva palma, en mi caso fui incomunicado . El dia Viernes 10 fui trasladado  en avión junto a : Juan Cárdenas, Pedro Lagos, Alberto Salazar, Ernesto Zuñiga, Oscar Carvajal  y otros al  Fuerte Borgoño. Repartición perteneciente al Cuerpo de Infantería de Marina de la Armada, ubicado en la Península de Tumbes, Talcahuano. ( en donde fuimos torturados)

12.- Tiempo de incomunicación:  desde el 6 de Agosto hasta fines del mismo mes,

13.- A qué presidios y Campos de Concentración fué trasladado:

6-10 de Agosto cuartel Silva Palma ;

10 -18  de Agosto  Base Naval de Talcahuano, cuartel Borgoño, gimnasio de la      Base, Fiscalia Naval, Escuela de Grumetes

22 de Ocubre- 14 de Diciembre 1973  Cárcel Pública de Valparaíso (teatro del penal)

14 de Diciembre 1973 a fines de abril 1974 campos de concentraciones de Colliguay y Puchuncaví

Abril del 74 a  Octubre de 1976 cárcel de Valparaíso, tercera galeria (diferentes celdas)

Octubre 1976 al 20 de Abril de 1978 Penitenciaria de Santiago (calle 2 y 5)

14.- En qué recinto de detención lo sorprende el Golpe de Estado: Cuartel Silva Palma de Valparaiso

15.- Se extendió la represión a algún familiar?: Si , a mi hermana Erika fue visitada varias veces por Investigaciones. Los cuales se identificaron como tales

16.- Con quién compartió celda y/ o cabaña?:

         Con la gran mayoria , en el Silva palma estuve en la celda grande con más de 20 compañeros y luego en las celdas pequeñas con 9, luego  en la cárcel de Valparaiso estuvimo cerca de 40 compañeros compartiendo el teatro del penal , en los campos de concentraciones en diferentes cabañas con diferentes camaradas, por lo tanto de los marineros que pasaron por Valparaíso es mas fácil decir con quienes no compartí celda, son 4  López, Cordero, Jaramillo y Ramón Gonzales , con todos los demas en algun momento compartimos las mismas paredes

Antecedentes Procesales

17.- Fotocopias y/o  Documentos que acrediten fechas de Detención,

Ver proceso 3926 de la Fiscalía Naval. Actualmente lo tiene el Juez Jaime Arancibia, Ministro en Visita de nuestra querella por torturas.

18.- Nr°s de Proceso, Tiempos y Causas de las Condenas y Fiscalías que llevaron los casos y fecha en que queda en Libertad.

Las causas, condenas y fiscalías ya se indicaron más arriba. Quedé en libertad el 20 de Abril de 1978 .

19.- Caracteristicas y fecha de la Libertad (Condicional, Bajo Fianza, Conmutación de la Pena Por Extraňamiento, etc).

Fui anmistiado en Abril de 1978

20.- País y fecha  al cual salió Exiliado ó con pena de Extraňamiento.

Salí  hacia California EEUU, a fines de Mayo de 1978 al exilio

 

 

Marineros Constitucionalistas presos en la Penitenciaría de Santiago. De pié, de Izq. a Der.: Pedro Blaset, Jaime Salazar, Hugo Maldonado, Pedro Lagos, Juan Cárdenas. De rodillas, Izq. a Der.: Sergio Fuentes, Ernesto Zúñiga, Juan Roldán.

Carta del marinero Jaime Salazar, dirigida a sus padres. Escrita el 18 de agosto en el Cuartel Silva Palma.

Queridos padres,

Encontrándome en una situación bastante difícil, me dirijo a ustedes para ponerlos en conocimiento de mi situación. Por tener ideas afines con muchos compañeros de la tripulación que bajo presiones, amenazas, fomento del caos y golpismo por parte de un gran sector de oficiales, vimos la necesidad de reunirnos para intercambiar ideas, para evitar un golpe de Estado y una guerra civil. Actualmente me encuentro arrestado junto a un grupo de compañeros que apoyaron nuestras ideas.

Hemos sido torturados, ultrajados y maltratados de hecho, continuamente, tanto física como mentalmente, que nuestras vidas peligran y no tenemos seguridad de ellas. Quisiera, si es necesario, ver a mi padre, a Margarita, a Benjamín y a Claus para que comprueben, de hecho, mi estado. Si es necesario, pido la intervención de un abogado civil, el cual lo pueden conseguir por medio del alcalde Palestro y muéstrenle esta carta y que en lo posible el mismo alcalde envíe una persona de confianza para que vea mi estado. Saludos a todos.

(Publicada en Punto Final el 11 de septiembre 1973, día del golpe)

77 días en el Silva Palma

Por Jaime Salazar

 Madrugada del Martes 11 de Septiembre, 1973,   Cuartel (cárcel) Almirante Silva Palma, Valparaíso, Chile.

“Esculapio… esculapio… esculapio”,  repetía  en forma ininterrumpida la radio a pilas  que un marinero manipulaba. Esto nos despertó – en la celda grande (dormitorio) del cuartel – antes de la cotidiana diana.  “¡Chucha; algo esta pasando!”, dijo un cabo artillero. “¡Dale mas volumen!”, gritó un marinero llevándose una mano a su oreja como una antena.  “Las radios de Valparaíso están fuera del aire”, dijo otra voz desde no se donde. Alguien encendió la luz y apresuradamente nos levantamos de nuestras literas. “Es una clave radial de los golpistas¡  espetó alguien.

El ruido de las literas y de los cuerpos deslizándose; levantándonos todos a la vez, produjo un efecto zafarrancho. Sobre todo cuando los del tercer y segundo  nivel se lanzaron al piso para vestirse. “Parece que llegó la hora”, me dice Ernesto Zúñiga brincando al piso desde la cama contigua y esquivando a los compañeros que bajaban por su lado. Mirándome con preocupación y con los ojos bien abiertos, Zúñiga se ponía la camisa.

Al encender mas receptores, logramos sintonizar estaciones de Santiago. Se amenazaba con uso de la fuerza si no se acataban las ordenes de los militares golpistas. “¡Cresta!  Se esta produciendo un alzamiento militar” (lo que estaba ocurriendo nos daba la razón en nuestras denuncias, pero al mismo tiempo sería nuestra desgracia y tal vez la pena de muerte). La situación elevo mi adrenalina, mis sentidos se agudizaron al máximo debía prepararme para acción.

El cuartel disponía de tres celdas colectivas una de ellas la grande con 7 literas triple  y las otras pequeñas de tres  literas triples cada una. En cada  una dellas  había marineros de nuestro grupo;  alrededor de 30 mas o menos repartidos en las tres celdas. Un mes antes cuando se inicio la represión de la armada contra los marineros anti golpistas de nuestro grupo, las celdas estaban saturadas de prisioneros, con gente pernoctando en los pisos, pasillos, incluso dos prisioneros por cama!

Todo esto dramatizaba la situación que estábamos viviendo allí en el Cuartel Silva Palma, cárcel naval de la Armada de Chile en Valparaíso, lugar con una vista  panorámica del puerto. Estaba compuesto por una parte de construcción solida hormigón armado y/o mampostería  en su frontis y construcción de madera en la parte de atrás en donde estaban las instalaciones del personal de planta , comedores y otras dependencias  todo ello rodeado de unos cuidados jardines dispuestos en terrazas que nosotros mismos manteníamos. Todo esto sobre un cerro a unos 30 metros de altura sobre la bahía de Valparaíso.

El cuartel Silva Palma llamado de orden y seguridad, era el lugar donde la armada mantenía detenidos a todo el personal que cometía faltas a la disciplina.  Ahora era  usado para mantener bajo arresto a gran cantidad  de marineros que nos oponíamos a un golpe de estado que nuestros propios oficiales propiciaban.

Los marineros anti golpistas habíamos descubierto que la oficialidad de la armada, coludidos con personalidades de derecha planificaban un golpe de estado y para ello realizaban preparativos. Descubrimos reuniones conspirativas, sabotajes a la infraestructura del Estado, falta de respeto a la autoridad de gobierno, discursos  golpistas  Etc. Nosotros, como personal subalterno no podíamos seguir el conducto regular para denunciar esta situación, ello habría sido ingenuo ya que la mayoría de oficiales estaban en la conjura. Por lo tanto acudimos a informar a las autoridades de gobierno, ministros, senadores y políticos que nos merecían confianza.

La armada de Chile inicio la represión muchos meses antes en contra de su propio personal, aquellos que no estábamos por un golpe de estado,  mientras los oficiales planificaban e implementaban el golpe de estado lo cual hoy esta documentado con las declaraciones de los mismos golpistas y documentos desclasificados del congreso de los EEUU.  Y por supuesto los testimonios de muchos conciudadanos.

En el mes de Junio fue detenido el cabo Julio Gajardo en la base aeronaval del Belloto, Quilpué, posteriormente el 28 de Julio empezó la represión en la escuela de ingeniería de Viña del Mar y el 6 de agosto se inicio la represión en los buques de la escuadra y la base naval de Talcahuano. Yo fui  detenido  junto a una  gran cantidad de sargentos, cabos y marineros que habíamos denunciado a la oficialidad de la armada por  estar complotando contra el gobierno y el orden constitucional de la república. Nos habíamos reunido con algunos políticos susceptibles a nuestros reclamos, mientras que los oficiales golpistas se reunían con políticos que querían romper el orden constitucional de nuestra república.  Había sido arrestado un mes antes en el caso conocido por “sedición o motín” contra Juan Cárdenas y otros. En mi caso, sin ver a un juez o fiscal, sin orden de arresto,  fui detenido el 6 de agosto desde mi unidad: el Crucero Latorre junto a Luis Ayala 21 , Juan Dotte 21, Rodolfo Claros 20, Sebastián Ibarra 22 y David Valderrama 21  de las divisiones antiaéreas. Además  fueron detenidos los cabos Pedro Blaset 23 y José Lagos 25, ambos electricistas del departamento de maquinas. Durante 5 días fui mantenido  incomunicado, pensando que mis camaradas podrían estar bien.  Solo vi al soldado que me llevaba la comida o que me llevaba al baño .

La brumosa noche del 10 de Agosto de 1973 fue testigo de nuestros traslados “toma todas tus cosas que te vas “ ordeno el soldado IM.  mientras manipulaba su fusil  hacia mi pecho,  fui sacado del cuartel ahora sin vendas en mis ojos por lo que pude mirar mi entorno, una construcción de madera de la cual salí al fresco de la noche. Luego de unos pasos una escalera de concreto o piedras hacia abajo, un túnel oscuro, una terraza y la  cónica luz del alumbrado publico, otra escalera hacia la calle en donde había un camión celular, rodeado de marineros armados con fusiles de reglamento steyr.  Fui  introducido en un camión celular en donde ya tenían a mis camaradas Pedro Lagos 29 , Alberto Salazar 27, Ernesto Zúñiga  21 y Juan Cárdenas 38. Con todos ellos nos reunimos en Santiago con el Senador Carlos Altamirano y Miguel Enríquez líder del Mir. para  denunciar a la oficialidad golpista de la Armada que en forma descarada a veces implementaba los preparativos de un Golpe de Estado.  Además, en el camión habían  otras personas como mi contingente Oscar Carvajal y un operario de apellido Cisternas.  Durante todo el operativo de traslado fuimos custodiados por personal armado, desde el aeródromo del Belloto. Fuimos llevado vía aérea hasta Concepción en donde fuimos recibidos por un destacamento de soldados de la infantería de marina a cargo del capitán Luis Koehler. Fuimos trasladados en un camión amontonados, como sacos, todo esto bajo el abuso y maltrato de los soldados.  Esa misma noche fuimos torturados por la infantería de marina y su capitán Luis Koehler en el fuerte Borgoño de Talcahuano.

Esa noche fue una de las noches mas terribles, además solo se nos permitió dormir unos pocos minutos siempre rodeados y hostigados por soldados .

El día  Sábado 11 de agosto fuimos llevados antes el fiscal el cual uso todas las informaciones grabada en el tormento para ser usada como elemento de prueba. Este tipejo jamás reparo en nuestra condición física. Algunos no podíamos caminar , con nuestras caras hinchadas y moradas y los ojos rojos. Mi contingente Oscar Carvajal con sus oídos reventados casi no podía oír, Juan Cárdenas con su hombro fuera de lugar, Pedro Lagos con su cara irreconocible, su boca parecía una “rosa roja ardiente” todo para luego permanecer  incomunicados por semanas mas allá de los plazos legales y violando nuestros derechos constitucionales y humanos.

*En Talcahuano, nos interrogaron sin venda y estuvieron a cargo en forma de hecho, los Señores Koehler, el capitán Bunster, los tenientes Jaeger, Letelier, Luna, Alarcón, Tapia, Maldonado y Letich. Nos hacían decir lo que ellos querían en grabadora y pegándonos culatazos por todos lados y nos decían: “Tienen que hablar lo mismo donde el fiscal”. Y el fiscal nos preguntaba “Se siente mal, si les han hecho algo, díganme”. Llegábamos machucados. Apenas si podíamos hablar, otros no podían andar, otros con conmoción cerebral no podían venir a declarar. *(extracto  de carta al presidente Allende de la cual fui coautor).

En  la base naval de Talcahuano desde el 6 al 17 de Agosto de 1973 estuvimos sometidos al arbitrio de la infantería de marina (IM)  la cual nos tuvo  en diferentes lugares de detención e incomunicación. El Lunes 13 de Agosto en la noche nos tomaron a todos y a golpes y empujones nos llevaron al molo 500 y nos embarcaron en el transbordador  Meteoro  con rumbo a la Isla Quiriquina allí nos tuvieron unos días en la enfermería.  Estuvimos tan custodiados que hasta cuando íbamos al toilette teníamos a un grumete que nos apuntaba con su fusil. “quieres que cage de miedo, no lo conseguirás ya que cuando me apuntan me pongo estítico, por lo tanto apunta pa’otro lado” le dije al custodio, este me contesto  “mi teniente me dijo que no le quitáramos los ojos de encima”… huevon, la enfermería esta rodeada de guardias, y además estamos en una isla”. “Déjame cagar tranquilo y cierra la puerta huevón”  le respondí. Ya no me importaba que me volvieran a patear. El viernes en la tarde custodiados por gran cantidad de soldados armados se nos saco de la isla y se nos  embarco en el destructor Orella.  Al subir por las redes a bordo fue impactante para mi ver cuando un tripulante del destructor, Raul, se abalanzó sobre Alberto Salazar, su hermano, estrechándose en un gran abrazo, ante la mirada atónita de oficiales y tripulación. Allí se dispuso algunas literas  para nosotros pero cada cierto  tiempo alguien nos gritaba  “!! tirémoslos al agua!! tirémoslos al agua!!” despertándonos a cada rato. Llegamos a Valparaíso en la mañana del  Sábado 18 de Agosto directo a la oficina del Fiscal Villegas quien nos mantuvo la incomunicación por algunas semanas mas.

Yo y mis camaradas éramos contrarios a un golpe de estado y por ende defensores del orden constitucional.  Además me sentía identificado con un gobierno que lo veía como mío. Aunque este no era perfecto, representaba las aspiraciones de mi familia y de mi pueblo. Además no importando el gobierno de turno, habíamos jurado por la legalidad constitucional de la república. Yo había jurado el 21 de Mayo del 1969 en la Escuela de Grumetes de la Armada de Chile.

En los últimos días de Septiembre y cuando todos habíamos salido de las incomunicaciones, es decir estábamos en libre platica, el sargento Juan Cárdenas propuso redactar algunas cartas en las que participe como coautor.  Un compañero con buena letra fue nuestro escribiente.  Enviamos misivas al Cardenal, al Presidente Allende y otras personalidades de la vida política de nuestro país;  fue una carta en que todos los que allí estábamos plasmamos ideas.

El día martes 11 de Septiembre al  salir de las celdas y subir por las escaleras de piedra con rumbo al patio y los comedores, lo cual hicimos con precaución y ansias, pudimos ver desde nuestra ubicación en altura algunos eventos en el puerto. Una mirada nos bastó para darnos cuenta de lo que pasaba: destacamentos de marineros con vestimentas de combate (mezclillas, fornitura,  cascos y fusil), barricadas con marinos armados  en la avenida Altamirano, alrededor de la aduana y en calles principales. Vimos que la escuadra que se suponía debía estar en las operaciones Unitas con los norteamericanos estaba de regreso en la bahía.  Algunas unidades maniobraban sus cañones amenazantemente en dirección de los cerros de Valparaíso.  Helicópteros  navales hacían vuelos rasantes sobre algunos grupos de personas  y con sus altoparlantes repetían que regresaran a sus casas y que se respetarían los derechos de los trabajadores.

Al mismo tiempo un destacamento  de cosacos armados con fusiles HK se apostó en el  cuartel. También un pequeño destacamento de BT . (buzos tácticos) a cargo del teniente  Gaete, a los cuales Ernesto, Rodolfo y yo conocíamos pues habíamos tomados los exámenes para ser buzos tácticos a fines del año anterior. Observamos como el transporte Maipo,  barco de la Compañía Sudamericana de Vapores, atracaba en el molo de abrigo delante del crucero Latorre y de la Esmeralda.  Al principio no entendimos esto por ser inusual, pero días después fuimos testigos de como estos barcos se usaron como siniestras prisiones flotantes. Con gran desilusión pude percatarme que obviamente se estaba consolidando un golpe de estado y la oficialidad de la armada al igual que en otros momentos de nuestra historia republicana arrastraba la institución no en defensa de los legítimos intereses de la nación sino de los intereses económicos de la derecha chilena.   Tenia claro que si el golpe resultaba exitoso,  la situación para los que estaban conmigo se tornaría fatal, según nos habían sugerido algunos oficiales y soldados de la infantería de marina del cuartel.

La formación rutinaria de las 8 am en el patio principal del recinto fue muy tensa para mi y los demás acusados de sedición. Sentía un gran nerviosismo. Éramos unos 30 (otros 14 ya estaban en la cárcel publica de Valparaíso, además de un numero indeterminado de compañeros que vivían similar situación en el puerto de Talcahuano.) Esa mañana soleada, con una vista panorámica del puerto vimos el drama que se vivía en Valparaíso y el resto de nuestro Chile. Abel Osorio (oficial de Mar) secundado por los suboficiales  Carvajal y León llamó a la calma y planteo que estaban esperando instrucciones del alto mando, que por lo tanto como marinos debíamos seguir nuestra rutina. Y realizar las tareas  habituales .

Posteriormente  esa mañana mientras realizábamos nuestras tareas de limpieza y trabajos de mantención  seguimos escuchando la única frecuencia clara que captábamos… Radio Magallanes, a nuestro presidente y sus últimas palabras. Me impresiono mucho su determinación en aquel momento definitivamente dramático, su temple, su claridad, su valentía, y su gran liderazgo. En el aire se respiraba una inmensa amargura, pensaba en mi familia y su gran dolor, ellos eran partidarios del gobierno popular y que ahora perderían al presidente y tal vez su hijo.

 

A la hora del rancho (almuerzo) en que siempre se participaba con chistes risotadas y una gran algarabía, ese día fue  completamente diferente, hasta el “mexicano” Ernesto Zúñiga  que siempre nos hacia reír no dijo nada.  Comimos en total silencio, solo algunos escuetos suspiros. Creo que cada cual pensaba en sus familias o amigos. Nadie hablo, nadie dijo nada,  y lo recuerdo muy bien pues Nelson Córdova y yo éramos los rancheros en esa ocasión.

Aquella misma tarde la realidad nos golpeó de frente. Vimos camiones cargados de  prisioneros con rumbo al  molo de abrigo los cuales eran bajados a gritos y golpes. Vimos prisioneros tirados en el concreto como sacos y luego introducidos a patadas y culatazos al transporte Maipo o a la Esmeralda.  Prisioneros empezaron a llegar a nuestro cuartel, otros llevados a la Academia de Guerra Naval, edificio contiguo y conectado al lugar en que estábamos. Todos fuimos testigo de como el teniente Benavides  portando una carabina M1 escoltaba  prisioneros  desde la academia de Guerra naval, edificio contiguo,  hasta nuestro cuartel.  Este tipejo arrogante hacia gala de su poder y maquiavelismo, golpeando a mujeres y hombres mayores.

Fue un día lleno de un dramatismo y la angustia de no saber lo que ocurría en el resto del país ni con nuestros seres queridos ya que los golpistas controlaban todos los medios.  En la medida que transcurría el día, nuestros carceleros sufrían una transformación.  Nos empezaron a tratar con crueldad. La idea de fusilamiento rondaba en la boca de los cosacos, algunos de los cuales gritaban “se siente olor a pólvora” aduciendo que los fusilamientos llegarían pronto.

Aquella tarde vimos como el transporte cubano Playa Larga levantó anclas y sigilosamente se hizo a la mar pasando muy cerca del crucero Prat.  Luego se escuchó un cañonazo disparado desde una de las unidades de la armada.  El sonido retumbo en toda la bahía. Al poco tiempo aparecieron helicópteros que empezaron a sobrevolar la bahía y  hacer hostigamiento sobre el mercante cubano, comandado por Thales Godoy.

El destructor chileno  Blanco Encalada al mando del comandante Julio inicio la persecución del transporte cubano. Se produjo una escaramuza en alta mar fuera de las 12 millas.  Se realizaron disparos que no impidieron que los cubanos siguieran su curso hacia la libertad. Tiempo después sabríamos que el Playa Larga había atracado en el Callao Perú, con daños pero sin bajas.

Aquella tarde antes del encierro habló el carcelero Sargento  IM. Sanhueza.  En una alocución llena de odio planteó que se había ofrecido voluntario para interrogar a los upelientos (partidarios de la coalición de Allende Unidad Popular), y que el se haría cargo de hacernos la vida difícil. Además hacia gala de que tenia la “mano pesada”.  El día anterior, este vil personaje nos trataba de “hijos míos”.

Dentro de las celdas platicamos sobre nuestras opciones. Era la noche mas larga que recordamos. Según las informaciones, seriamos fusilados. En una de las celdas pequeñas el compañero  (hermano) Córdova leyó algunos pasajes de su biblia referente a hacerse invisible y luego dio su  bendición  a sus camaradas ante la posible ejecución. Otros desarmaron partes de las literas para proporcionarse partes metálicas para ser usados en la defensa. En la celda grande donde yo estaba, pensábamos que si esa noche se abría la celda a deshora, atacaríamos con las piedras, fierros y algunos cuchillos que teníamos a mano y trataríamos de revertir la situación. Aunque las posibilidades eran pocas,  haríamos difícil el trabajo de los cosacos. En esa misma idea el marinero Juancho (Fernández) planteo que debíamos dormir vestidos “por si las moscas” y además  debíamos  poner nuestro nombre en papelitos dentro de la ropa interior y calcetines ya que seria mas fácil que se nos identificara en el caso que se nos fusilara. Muchos así lo hicimos.  Escribí mi nombre en unos cuatro pequeños papelitos y los repartí en mi camisa, uno en cada pie y el otro en mi calzoncillo Después nos dimos un gran abrazo de despedida lo cual fue muy emocionante para los que allí estábamos.  Acto seguido  Ernesto Zúñiga planteó que debíamos morir con las botas puestas a lo que se replico que debíamos ensayar algunas consignas antes de morir como “Que viva el presidente Allende”, “Abajo los traidores” y  “Que viva Chile”.

Esa noche fue la mas largas que tenga memoria. Pensé mucho en mi familia y las palabras de mi padre de que en la historia de los trabajadores el sacrificio de algunos abonaría el camino de los que vendrán y de que si me llega la hora de morir estaré en el lado correcto de la historia, junto a mis camaradas, junto a los míos.

Ernesto dormía en la cama continua; platicamos hasta muy tarde, repitiendo varias veces que debíamos morir dignamente. Algunos se quedaron guardando la puerta. Recuerdo que “Juancho” y otros hicieron la primera guardia. Desperté muchas veces con sobresaltos para escuchar la voz amigable de un camarada “tranquilo Jimmy …no pasa nada”.  Aunque nada pasó esa noche, el rumor perduraría durante los 9 meses posteriores  en que la infantería de marina fue nuestro carcelero .

Al día siguiente en la formación de las ocho de la mañana, se nos catalogó de prisioneros de guerra.  Fue en ese momento que alguien menciono a la docena de compañeros que una semana antes habían sido enviados a la cárcel del puerto y de los cuales no sabíamos su situación.

El efecto inmediato del drama que vivíamos se acentuó con la desparición de todos nuestros abogados, ya que empezaron a ser perseguidos, se nos despojó de todos los diarios, revistas y libros  que teníamos.

Los días posteriores nos mostró una Armada de Chile que se ensaño con su propio pueblo. El Cuartel Silva Palma se transformó en un antro del dolor, el mal trato se generalizó.  Se habilitaron celdas pequeñas para incomunicación en el techo del edificio, a la vez, la Academia de Guerra Naval; un edificio contiguo, empezó a ser usada como cámara de torturas.  Por problemas de capacidad (creo) se trasladaban prisioneros entre los dos edificios. Es por ello que muchas veces vimos a oficiales como el teniente Benavides hacer esta tarea, hombres o mujeres con sus manos en la nuca bajando por las escaleras y dicho oficial golpeándolos con sus pies o con una carabina Garant M1.  Como fue el caso del suboficial electrónico Treviño de la escuela de telecomunicaciones, el  venia con su uniforme desgarrado de los símbolos y grados , el teniente venia detrás de él insultándolo y golpeándolo hasta introducirlo en una de las celdas del techo del cuartel.

Creo que al segundo o tercer día se nos ordenó sacar mesas, sillas y algunos utensilios desdel comedor de marineros  lo cual nos tocó a Nelson Córdova y yo, ya que éramos los rancheros; teníamos que servir el rancho o comida.  Al rato fueron traídas un grupo de mujeres prisioneras las que fueron encerradas en el comedor.  En la tarde tuvimos que regresar los utensilios al comedor y al hacerlo logre entablar un dialogo con las compañeras (luego de romper el hielo), les dije que nosotros también estábamos prisioneros y que éramos los marineros anti golpistas. Ellas me dijeron que venían de la Esmeralda , donde habían sido torturadas y algunas de ellas violadas.  Además habían escuchado que a nosotros se nos había fusilado en la mañana del 11 septiembre.

El día Viernes 14 de Septiembre en la tarde se empezaron a oír disparos por lo que se nos ordenó que nos dirigiéramos a nuestras celdas o dormitorios mientras nuestros carceleros corrían con sus HKs a tomar posiciones detrás de los muros donde se parapetaron.  Los disparos se intensificaron para luego transformarse en un tremendo traqueteo de armas automáticas. Escuchábamos los diálogos de los cosacos que se gritaban unos a otro “disparen hacia allá abajo”, “en el techo de los arsenales”, luego sentíamos que se disparaba en dirección de nuestra posición. Ellos estaban en el techo de nuestra celda.  Algunos de nosotros nos preparamos mentalmente para un rescate que pensamos que venia ya que la noche anterior escuchamos en una radio argentina que el general Prat venia desde el sur con unos regimientos leales lo que causó una gran algarabía y un uuurrraaa por el general constitucionalista .

De pronto vimos que algunos compañeros se encaramaron como gatos para mirar por un agujero que había entre unos bloques de cristal, cuando el cabo Ramírez espeto “Bájense de allí huevones! Una bala puede atravesar fácilmente los bloques de vidrios!!”. Queríamos ver la llegada de los compañeros..

En esta situación, los marineros anti golpistas constitucionalistas estuvimos hasta el 22 de Octubre. En mi caso, desde el 6 de agosto. Fueron 77 días  que marcaran mi vida por siempre. Posteriormente se nos trasladó a la cárcel publica de Valparaíso en donde se nos condenó en primera instancia a penas altísimas en un proceso lleno de irregularidades. El juez naval pedia mas de 20 años de cárcel para Juan Cárdenas, 15 años para los que nos reunimos con el Senador Altamirano y 10 para el grueso de mis camaradas . La corte a la larga reduciría las penas pero en los años posteriores, seguiríamos un camino de cárceles y campos de concentraciones por cinco años mientras nuestro querido país se sumía en una larga noche de terror que duraría 17 años.

El año 78, estando en la penitenciaria de Santiago, luego de pasar por diferentes lugares de reclusión, se produjo la amnistía por lo cual los últimos 8 marinos, el sargento de maquinas Juan Cárdenas, cabo radiotelegrafista Pedro Lagos, cabo artillero Alberto Salazar, cabo artillero Juan Roldan , cabo electricista Pedro Blaset, marinero artillero  Sergio Fuentes, marinero mecánico artillero Jaime Salazar y marinero mecánico artillero Ernesto Zúñiga, obtuvimos la libertad tras 4 años 8 meses 15 días  de cárcel (1976 días).  A los pocos días de la amnistía la mayoría de mis camaradas tuvieron que abandonar el país. En el Chile de 1978 había que tener cojones para quedarse en el país, con una dictadura sangrienta, que no nos quería para nada.

Los  que se quedaron lo hicieron a riesgo de sus vidas como Alberto Salazar y Ernesto Zúñiga, ejemplares y queridos camaradas que ofrendaron sus vidas en la lucha contra la dictadura. Los demás fueron hostigados por las fuerzas represivas. Luis Rojo fue detenido por la CNI en Viña del Mar tras lo cual busco refugio en Australia, Carlos García también fue detenido y enviado a prisión por mas de 10 años. En mi caso, luego de un mes salí a California aprovechando la visa que Jimmy Carter me proporcionó para radicarme en California en donde he permanecido hasta ahora, construido mi vida y una hermosa familia junto a mi compañera-esposa norteamericana por 38 años que con amor y sabiduría ha sabido apoyarme en los traumas y resaltar las virtudes de mi experiencia.

Jaime Salazar

Ex-marinero  mecánico artillero – U4631

En Oakland California

 

Alberto Salazar Briceño Q.E.P.D

Sale en libertad el año 1978, un año más tarde sería ejecutado

Placa recordatoria en Concepción

Claveles en honor al cabo Alberto Salazar 2017. Fotos donadas por la Agrupación de Marineros Antigolpistas de Chile.

El atentado

A las 22,15 horas del 23 de Junio de 1979, Alberto Salazar Briceño “fue ejecutado, producto del estallido de una bomba en el centro de la ciudad de Concepción, por agentes del Estado”, tal como lo afirma el Informe Rettig en su Volumen II, pags. 372 y 433.
El hecho criminal en contra de Alberto Salazar Briceño, fue presentado por la prensa de aquella época, como un lamentable accidente de manipulación. La versión oficial ampliamente difundida, se indica que “los extremistas” intentaban colocar una bomba en el local donde funcionaba Radio Nacional cuando ésta les estalló. Como consecuencia de este atentado se comunicó a la opinión pública de la detención de 10 personas que la CNI acusó de formar parte del grupo que planificó la operación.
Organismos defensores de los DDHH informaron que:
“Desmiente la versión oficial lo determinado en el proceso judicial iniciado a raíz de estos hechos. El día 11 de junio de 1980, fueron absueltos todos los involucrados al no acreditarles delito alguno.”
Alberto Salazar fue sometido a seguimientos, acoso y amenazas previas a los dos atentados que sufrió, el segundo con resultado de muerte por homicidio como lo definió el juez Luis Rodríguez Salvo.

Mientras tanto la investigación de las muertes permitió concluir judicialmente que ellas revestían las características de delitos de homicidios, sin existir eso sí antecedentes que permitiesen culpar a personas determinadas. Y fueron definidos como “casos con convicción
por muertes por explosión”. En mención a dichas conclusiones la Comisión Rettig adquirió la convicción de que Alberto Salazar e Iris Vega fueron ejecutados, en violación a sus derechos humanos y, atendiendo a su militancia y a la falsedad de lo señalado en el comunicado oficial, le atribuye sus muertes a agentes del estado.” (Archivos Vicaría de la Solidaridad  Concepción)
Por su parte, el ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, Luis Rodríguez Salvo, culminó su investigación sobreseyendo temporalmente la causa y determinando que la muerte de las dos víctimas mediante la acción de un artefacto explosivo “reviste las características de un homicidio,” sin embargo, no encontró antecedentes suficientes para inculpar a determinada persona como autor, cómplice o encubridor.

En ese contexto se puede afirmar que la situación en que muere Alberto Salazar Briceño, quien había permanecido cerca de cinco años preso bajo la Dictadura, en su condición de cabo segundo del destructor Blanco Encalada, es el resultado de un atentado terrorista que ocurre en Concepción el 23 de junio de 1979.

El hecho criminal en contra de Alberto Salazar, es presentado por la prensa oficialista de aquella época, como un lamentable accidente de manipulación. La versión oficial ampliamente difundida, se indica que “los extremistas” intentaban colocar una bomba en el local donde funcionaba Radio Nacional cuando ésta les estalló. Como consecuencia de este atentado se comunicó a la opinión pública de la detención de 10 personas que la CNI acusó de formar parte del grupo que planificó la operación.

Los organismos defensores de los DDHH expresan que se: “Desmiente la versión oficial por lo determinado en el proceso judicial iniciado a raíz de estos hechos. El día 11 de junio de 1980, fueron absueltos todos los involucrados al no acreditarles delito alguno.”
Mientras tanto la investigación de las muertes permitió concluir judicialmente que ellas revestían las características de delitos de homicidios, sin existir eso sí antecedentes que permitiesen culpar a personas determinadas. Y fueron definidos como “casos con convicción
por muertes por explosión”. En mención a dichas conclusiones la Comisión Rettig adquirió la convicción de que Alberto Salazar e Iris Vega “fueron ejecutados, en violación a sus derechos humanos y, atendiendo a su militancia y a la falsedad de lo señalado en el comunicado oficial, y le atribuye sus muertes a agentes del estado.”
(Archivos Vicaría de la Solidaridad  Concepción)
Por su parte, el ministro de la Corte de Apelaciones de Concepción, Luis Rodríguez Salvo, culminó su investigación sobreseyendo temporalmente la causa y determinando que la muerte de las dos víctimas mediante la acción de un artefacto explosivo “reviste las características de un homicidio,” sin embargo, no encontró antecedentes suficientes para inculpar a determinada persona como autor, cómplice o encubridor.

Las motivaciones

Hay varios aspectos que permiten afirmar que este atentado fue un acto criminal planificado por mentes frías y pervertidas para generar un impacto político más allá del asesinato de Alberto Salazar e Iris.

La utilización de explosivo para destruir los cuerpos, generar ruido e impacto; dejar los restos por horas en muros y alrededores para provocar miedo, pánico y terror.

Lugar: vereda sur a la altura del 774, de calle Maipú de Concepción, frente a las oficinas del desaparecido Diario Color.

Juez:        Ministro Carlos Aldana Fuentes, Ministro especial para los casos de violaciones a los Derechos Humanos de la Corte de Apelaciones de Concepción.

Investigador:     Inspector Juan Luis Fonseca funcionario de la Brigada de Derechos Humanos de la PDI de Concepción.

Abogado:              Señora Patricia Parra

Alberto Salazar es detenido en el Blanco Encalada el lunes 6 de Agosto de 1973 (Sin embargo en documento del proceso 3926-73 firmado por Enrique Campusano Palacio capitán de Fragata de Justicia Auditor Naval, Jorge Paredes Wetzer Vicealmirante, Juez Naval y Rafael Yussef Sotomayor Teniente 1º. JF, Secretario Subrogante, establecen que Alberto Salazar Briceño fue detenido el 8 de agosto de 1973) y enviado al Silva Palma junto a Juan Roldan; de noche son subidos a la Academia de Guerra. Luego de cinco días de continuos interrogatorios y sesiones de tortura, el viernes 10 de Agosto de 1973 son llevados a la base naval de El Belloto, en Quilpué desde donde son llevados maniatados a Carriel Sur de Concepción junto a Juan Cárdenas; Pedro Lagos; Alberto Eugenio Salazar Briceño; Jaime Salazar; Ernesto Zúñiga y Oscar Carvajal para ser sometidos a torturas en el cuartel Borgoño

Cabo Constitucionalista Alberto Salazar Briceño Q.E.P.D. Ejecutado junto a Iris vega Bizama  el 23 de junio 1979 a las 22:15 horas en la ciudad de Concepción.

Antonio Ruiz Uribe Q.E.P.D.

Extracto de Entrevista 

Jorge Magasich Airola

Antonio Ruiz y René Rojas

Realizada en Santiago, en casa de Antonio Ruiz, el 18-07-01

Durante la entrevista concertada con Antonio Ruiz llega de visita a su casa René Rojas Trincado. Gracias a esta feliz coincidencia, ambos responden a las preguntas en la segunda parte de la entrevista.

Antonio Ruiz. Cabo segundo en 1973. Ingresa a la Armada en 1965, con 16 años. Hace un año en la Escuela de grumetes, lo embarcan dos años y luego haces dos años de especialidad y subespecialidad. En 1968 egresa titulado en mecánica, especialista en control de fuego. Sirve hasta fines de 1971 en el destructor Riveros y luego en el crucero Prat. Participa en la reunión de organización del grupo en el restaurante Los Pingüinos. Sobrecargado de trabajo, no asiste a más reuniones. Se mantiene informado a través de contactos individuales. Es detenido en el crucero Prat la noche del 7 de agosto, torturado en el fuerte Borgoño. Hace tres años de cárcel. Se queda en Chile con graves problemas de salud. Con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad consigue restablecerse, trabajar y, al mismo tiempo, terminar las humanidades. Consigue cursar dos años de universidad.

En el momento dar esta entrevista, Antonio Ruiz sufre de una enfermedad que le impide hablar fluidamente. Agradecemos vivamente el esfuerzo que realizó para grabar su testimonio.

René Rojas. Marinero primero en 1973. Hizo su servicio militar en la Infantería de Marina en los regimientos Miller en Viña del Mar (fuerte Vergara) y el Cochrane en Punta Arenas. Luego entra a la Marina a la Escuela de ingeniería naval. Luego es trasferido al destructor Williams (que en 1971 parte a Inglaterra para ser modernizado) y luego al crucero O’Higgins. Hasta hoy no le interesa la política y nunca asistió a ninguna reunión. En agosto 1973 después de escuchar una exaltada arenga de un oficial llamando a los marinos a participar en el golpe de Estado pregunta “¿y qué pasa si uno no está de acuerdo?” Eso le constará una “doble ración” de torturas en el fuerte Borgoño y 13 meses de cárcel y otros firmando. Se queda en Chile donde, como ex preso político, le es difícil reinsertarse.

Antonio Ruiz

–Describamos ahora tu situación ¿Cuándo y a que edad entras a la marina?

Yo ingresé a la Armada el año 65, en febrero. Y venía de un extracto humilde-medio donde toda mi familia era esencialmente demócrata cristiana. Con esa formación cívica ingresé a la Armada y ya me olvidé en la Armada de todo el acontecer cívico político que hay en ese entonces el año 65.

–Cuándo dice ingresar a la Armada ¿Qué escuela de la Armada hiciste?

Escuela de grumetes.

–¿Con qué especialidad?

Después  voy a estudiar… es un año, me acuerdo bien, que ese año 65 salimos experimentalmente todos en un año, porque habitualmente se hacen dos años. Salimos al servicio de la Armada y al segundo año de estar embarcado se va a cursar especialidad, siempre y cuando, amerite, [tenga mérito] en la lista que estaba, la lista uno. Fui… ingresar a la Escuela de especialidades de la Armada en las Salinas, (Escuela de operaciones y en ese entonces Escuela de telecomunicaciones) a estudiar un año control de fuego, mecánico electrónico con mención en control de fuego tipo inglés. Y ahí nos enviaban, al segundo año, a la Escuela de armamentos a estudiar en la subespecialidad “control de fuego”, nos especializaban en ese entonces, mecánicos electrónicos, con primer año, y en segundo año, en armamentos, se derivaban a la especialidad técnica que teníamos. En control de fuego, yo soy una suerte, en esta complejidad de dar en el blanco, es terriblemente complejo porque el buque se mueve a causa del balance y afectado por el viento. Yo ya sé que cursé esa especialidad egresando en los años 65 en la Escuela de grumetes, 66 embarcado, 67 y 68 egresé de mecánico con mención en control de fuego tipo inglés.

–¿Qué edad tenía entonces?

En ese entonces habían transcurrido cuatro años, ingresé de 17… 21 años. Ingresé a la Marino de 16 años, me pilló el tiempo, 17 años tenía entonces. Era una cosa curiosa porque el 3, que está de aniversario la Escuela de grumetes, el 3 de julio, y el 4 era mi cumpleaños, así que me puede venir celebrando mi cumpleaños número 17.

–¿Cuándo es la primera vez que escucha hablar o qué motivó finalmente su adhesión a la organización de los marinos?

Muchas cosas motivaron. Una de las cosas siempre… dada la efervescencia socio política que había en ese entonces (no nos olvidemos que estamos marcados por la influencia del año 70 cuando salió el doctor Salvador Allende como Presidente) vivíamos expectantes y en esa oportunidad que salió el doctor Allende, incluso vitoreábamos, siendo yo de formación demócrata cristiana, pero veía con mucho cariño, que se avecinaba una cosa buena para nosotros, porque el doctor Allende, una de las primeras cosas, fue el subir todos los sueldos de las ffaa  y… perdona, aquí tu pregunta…

–Si, ¿Qué motivó tu adhesión? Pero sigamos, el tema que desarrollases está interesante ¿Qué ocurrió en los navíos el 4 de septiembre?

Yo me acuerdo que andaba en el destructor Riveros, porque soy [control de fuego de] tipo inglés, (mi especialidad) el año 70. Nosotros tenemos en los comedores habitualmente televisores, de esa época. Estaban pendientes todos expectantes. Y nos quedamos los que podían, nos quedamos hasta última hora a ver el resultado. Y en mi buque, por lo menos, se vitoreaba.

¿En qué puerto estaban?

En Valparaíso. En ese tiempo. En el destructor Riveros. Y vitoreábamos porque no oía ningún oficial y no teníamos miedo de los suboficiales que habían. Era todo algarabía, todo. Incluso algunos ¡Hurras! y ¡Vivas! al Presidente Allende.

–¿Algún oficial reaccionó?

Tarde vivnieron a reaccionar, porque en ese entonces estaban preocupados en sus cámaras, reunidos en sus cámaras. Y nosotros nos desbordamos en la cámara del comedor, porque habitualmente estaba el televisor. No “salimos a la calle” dentro del buque, nos expresamos en el comedor. No exteriorizamos nada más.

– Volvamos a la pregunta anterior ¿Cuándo tomaste la decisión de adherir al movimiento que organizaban los marinos constitucionalistas?

El tema es … se podía decir que me interioricé de una escuela única que daba para mucho. Escuela única unificada, como se llama… la enu. Había el tema de la nacionalización del cobre. Fueron tantas cosas que me hicieron adherir a este movimiento que se venía espontáneamente… yo me acuerdo que yo disfrutaba mucho cuando en el parque… en Valparaíso, como se llamaba, la Plaza del Pueblo, el Parque Italia, que iban y venían una cantidad de artistas y disfrutaba mucho con eso, con Daniel Viglietti, con la Nueva Trova porque todo me llenaba de regocijo. Y nosotros veíamos que había contingente de paisano, (vestido de) muchos de ellos estaban ahí, disfrutando de la música. Y en general de la cultura. Porque en ese entonces había mucho efervescencia en lo cultural, obras teatrales, musicales, y nosotros nos fuimos integrando y eso hizo mayor sensibilidad en nosotros. Nosotros no fuimos una pieza más de ese engranaje, de la uña de la gran bestia que es la Armada. Nosotros nos sensibilizamos con esas cosas. Y con los temas de la enu por ejemplo, con la nacionalización del cobre y muchas otras cosas más. Veíamos con muy buenos ojos, incluso participando de las jap, porque se sabíamos que el problema del desabastecimiento que se producía en ese entonces era superfluo o llevado por los grandes… el desabastecimiento producido. Sabíamos fehacientemente nosotros quienes lo tenían y como apareció después de la semana del golpe, todas las mercaderías. Tantas cosas. Ya tomó forma a fines del 72, tanto en las escuelas como en la misma escuadra, porque son dos movimientos que surgen paralelos que se juntan, convergen.

– Eso es interesante ¿Por qué dos movimientos?

Porque uno nace de la Escuela de ingeniería, principalmente con la Escuela de operaciones hoy día. Y eso está substanciado en la causa rol 3941. Separamos los movimientos. Pero fueron acusados en última  instancia, igual que nosotros, por sedición y motín en le grado de frustración, como autores. Y por otro lado la escuadra, donde configuramos 55 marinos y seis civiles implicados. De toda la escuadra, tanto de Valparaíso como de Talcahuano, primera y segunda zona naval, y podría decir que confluimos. Pasamos campos de concentración, presidio y a todos nos torturaron. Esa es la causa común.

–Antes de llegar a eso describamos los movimientos ¿En qué momento sitúa su primera reunión, su primer contacto para adherir al movimiento?

El primer contacto… habían esporádicamente muchos contactos, por eso te digo que a fines del 72 o mediados del 72 ya habían, hablemos de “instigadores” al movimiento, que me captaban para ir a reuniones. Y la primera que asistí fue en el restauran de Los Pingüinos, tu debes saber.

–¿En la Plaza Echauren

Claro. No me acuerdo que fecha.

–Pero esa reunión en Los Pingüinos fue más tarde, fue el 73

Si, si.

–¿Esa fue su primera reunión?

Si, fehacientemente.

–¿Cuántos eran en esa reunión?

Eramos alrededor de 50 o más. No me acuerdo el número; pero una mesa la conformamos. Era una sala grande. Me atrevería a decir unos 50 al menos.

– ¿Qué se debatió además de los contactos políticos? ¿Cuál fue el temario? ¿Quién hizo uso de la palabra?

Yo la verdad es que tengo nebuloso en eso. Me acuerdo perfectamente de eso que me cayó mal. Pero fue el tenor de los contactos y me acuerdo algo que se planteó en esa reunión: ya se planteaba dar un pequeño golpe podríamos decir y surgieron algunas idea de encerrar a los oficiales y tomarnos la escuadra. Pero no se habló de matar oficiales ni de bombardear Valparaíso, como se… Pienso que a través de los apremios físicos lo dijimos en alguna oportunidad, algunos compañeros, pero netamente era dar aviso a los contactos que se hacían y esencialmente, tomarnos la escuadra y encerrar a los oficiales.

– ¿Y después?

Esto sería con concomitancia del resto de las ffaa y dando cuenta al Presidente en el fondo. Y después no sabíamos que hacer. Estábamos…

– ¿En qué momento escuchaste por primera vez una arenga golpista?

Eso comenzó a principios del 72 en reuniones divisionales que teníamos con el oficial a cargo. Primero se tocó muy sutilmente el tema de la enu y ya posteriormente fue la jap y a comienzos del 73, abiertamente se llamaba a la insurrección.

–¿Te recuerdas en qué términos se hacía y quién lo hacía?

Teníamos un oficial de división, pero eran invitados a esas reuniones divisionales otros oficiales. No me acuerdo el nombre del oficial, pero el oficial que teníamos a cargo de nuestra división era oficial de mar, (oficial de mar significa que de la Escuela de grumetes a la Escuela naval) en estos momentos no me acuerdo el oficial, era electrónico y se hablaba en ese entonces de la inteligencia también. Pero ese, me recuerdo, que a principio del 73 nos hablaba que teníamos “el deber y el derecho” argumentando la frase que sale en el escudo nacional “por la razón o la fuerza”, ese argumento… más fuerte pero… nada de eso…

–Los dirigentes comunistas y socialistas con que te contactaste ¿Qué respondían respecto a las aspiraciones de los marinos?

Teníamos muchas inquietudes, pero nunca las vaciamos completamente. Porque yo por los menos me cuidaba. Que no iba a ser imprudente en la que iba a decir, salvo que en una oportunidades me dieran confianza como militantes. No tuve el placer de conocer un dirigente connotado. Y me cuidaba mucho en mis expresiones, si me preguntaban de la enu, daba mi opinión. Me cuidaba mucho de no ser insurrecto. Porque me podían acusar. Tenía mucho cuidado. Y lo que me libró, a pesar que mi contingente Teodosio (contingente del mismo año) me invitaba muchas veces. Yo me recuerdo que estaba el crucero Prat, en la toldilla fue la última invitación que me dijo. Pero yo en ese tiempo no podía porque estábamos en reparaciones. En Talcahuano habían chocado los buques y se habían incendiado y eso significaba…

–¿Qué buques? 

El Cochrane con el Prat. Pasaron muchas anomalías en ese entonces. Me figura que no era tan providencial, los choques…

–¿Por qué?

En el 72 estábamos haciendo maniobras afuera de Valparaíso –20 millas– y chocan dos [aviones] Hawker Hunter, se salvaron los dos pilotos por supuesto. Uno se salvó. Y hay choques de buques, me recuerdo, el año 73 en febrero parece que fue el choque. Y de ahí nos fuimos a Talcahuano en reparaciones. Me imagino que querían… no sé con que intenciones. Eso iba gravándose al erario nacional. Pero pasaban cosas curiosas, porque el oficial que iba a cargo de la cic, que es la Central de Informaciones de Combate, que es el cerebro del buque, de guardia en esa noche, en esa madrugada, en vez de ser castigado o sumariado se le premió con la búsqueda del almirante Latorre en Suecia. Lo va a buscar.[1]

–¿Participaste en famoso bandejazo? Yo sé que hubo uno en el almirante Latorre…Pero ¿en otros movimientos de ese tipo?

No tuve la oportunidad, porque yo hasta el egreso a fines el 68. El 69 en comienzos me fui al destructor Riveros y ahí, un buque chico de una dotación de 250 personas, es más estrecha la convivencia. Me explico: se sabe todo. En cambio cuando llegué a fines de los 71, al destructor [crucero] Prat, ahí había una tripulación de más o menos mil. Con el jefe de estado mayor de la escuadra.

– ¿Supiste de reuniones conspirativas de los oficiales, o fuiste testigo de algo?

No, pero se sabía directamente por las reuniones divisionales.

– Explica: Reuniones divisionales para un no marino, ¿Qué es los que es?

Las reuniones divisionales: cada unidad o buque tiene divisiones internas, los de cubierta, armamentos estábamos conformados en el cl Prat. Teníamos 5 divisiones de armamento: una en proa, que era la primera, otra en toldilla a la cual pertenecía yo, la segunda, y tercera y cuarta era en antiaéreo por los lados, por los costados, babor y estribor, y la quinta división era conformada por infantes de marinas que tenían las ametralladoras punto 20mm. Esas son las divisiones internas que decíamos, en armamento.

–Perdón, ¿y la gente que está abajo, en la máquina?

También tenían divisiones. Te hablo de armamentos. Y cada oficial estaba a cargo de una división.

–¿Qué ocurría en las reuniones divisionales?

Sabíamos fehacientemente que a partir del año 72 a mediados del 72 ya marcadamente los oficiales hacían arengas golpistas. Incluso muy sutilmente, como te decía antes, partió de la enu, jap y a partir del 73, abiertamente, por que tenían el “deber y la obligación” argumentando eso.

–¿Te recuerdas del contenido de las frases que pronunciaron?

Me acuerdo que daban el emblema nacional, por decir una cosa, la frase que dice “por la razón o la fuerza”. Argumentos no tenían, al punto que nosotros sí teníamos el argumento. Pero hasta ahora no hay una conciencia acabada de eso. En ese entonces menos la teníamos. Surgió del movimiento espontaneo, como te quería decir, por una conciencia de clases, si podemos decir. Empezó por la cosa reivindicativa que nosotros aspirábamos a tener igualdad en lo social, en las clases. Pero posteriormente ya nos embarcamos en este movimiento.

–Un detalle que olvidé de la reunión de Los Pingüinos: ¿A que hora fue y cuánto tiempo duró?

En la tarde, como a las 7. Duraría más o menos como dos horas.

[casete 1, lado 2]

– La reunión del Los Pingüinos ¿Quién la convocó? ¿quién tomó la iniciativa de realizarla?

No me acuerdo, pero a través de… sé que uno que invitaba, que convocaba frecuentemente era Teodosio Cifuentes. Pero yo no me recuerdo haber sido invitado por él, me parece que fue Miguel González.

– El 29 de junio, el Tanquetazo, ¿Ocurrió algo en la unidad en que estabas?

Con mucho estupor recibimos la noticia de los acontecimientos que estaban siguiendo por radio pero… hay creciente preocupación de los compañeros del movimiento propiamente tal, porque yo estaba a esa fecha –no te olvides tu– que preocupado haciendo las 8 horas hasta las doce de la noche y los compañeros posiblemente tuvieron la oportunidad de conversarlo más detenidamente. Recuerdo que yo en mi caso recibí las noticias por la radio y dado que no me dejaban salir, estaba en mi pega preocupado, quizá los compañeros tomaron alguna determinación, no lo sé.

– ¿Te enteraste de los contactos con dirigentes políticos, la reunión con Miguel Enríquez, Altamirano y Garretón?

La verdad que no. Porque estaba imbuido como te digo, de mayo. Después me vine a enterar.

–Pasemos ahora al arresto ¿Cuándo te arrestaron?

El día… el la noche… tengo la duda, del 7 o del 8 de agosto. Yo me recuerdo que estaba en mi trabajo, yo trabajaba en la central de artillería donde están las computadoras, teníamos una salita como esta, interpretando planos.

–¿A bordo?

Si, si, del cl Prat. Y teníamos un oficial a cargo y nosotros sabíamos que ya habían partido las detenciones practicadas el 5 de agosto, en Valparaíso. Así que se nos hacía así. Pero cuando me llegan a buscar acompañado por un oficial de inteligencia y cosaco además (infante de marina). Y me dicen el oficial a cargo que estaba: “vamos a hacer una comisión de servicios”, me ordena. Yo le pregunto (me pareció extraño a esa hora, como las ocho y media o nueve después de la cena) “déjeme ir a buscar una parka o chaquetón”. “–No, así no más”. Cruzando el portalón que es el que comunica a los buques de tierra, porque estábamos en dique seco, me pareció extraño una line que estaba de los cosacos.

–¿Una qué?

Una line, de esas camionetas. Y me pareció extraña porque hay que salir documentado. Me subieron a una camioneta y el oficial infante de marina se sentó atrás conmigo y el oficial y el chofer iban sentados adelante. Y se me ocurre preguntar adonde me llevan a hacer la comisión de servicios. “No se haga problemas”. Hasta ahí fueron los tratos y enfilamos, saliendo del apostadero naval hay un camino hacia la península de Tumbes que queda en Talcahuano. Y nos fuimos al fuerte Borgoño. Me hicieron bajar, todo esto con buenos tratos, y me traicionaban las piernas, ya a mitad camino cuando enfilamos, tomamos rumbo al fuerte Borgoño, yo sabía lo que me esperaba. Y tratando de darme ánimo, que no me temblaran las piernas ni me temblara la voz, pregunté: “¿Qué clase de comisión de servicios?” No me hicieron caso. Nos bajamos y ahí en el fuerte Borgoño nos estaba esperando un pelotón de infantes de marina. Y hasta ahí recuerdo los buenos tratos. Me entregaron a la guardia y se dejan caer como perros hacia mi persona. Me hicieron desnudar y haciéndome interrogatorio de tiempo de guerra: “nombre, grado, serie” y me hacían repetir innumerables veces estando yo… y con culatazos y golpes.

Se integra a la reunión René Rojas Trincado

– Llega, por buena suerte, a esta reunión René Rojas Trincado. Vamos a hacerle preguntas a los dos… Sigamos con el momento de la detención ¿Te recuerdas del oficial que estaba a cargo de la patrulla?

Era un oficial infante de marina pero era de dotación del cl Prat, me acuerdo. Rojas a lo mejor lo conoce.

–¿Y quién estaba a cargo del Fuerte Borgoño? ¿Quién lo comandaba?

Rojas. Estaba a cargo Luis Kohler Herrera. Él es el jefe directo de todo lo que se hizo ahí. Es un capitán de corbeta. Era en ese tiempo capitán de corbeta.

– ¿Pero no era él el que comandaba el Fuerte Borgoño?

Rojas. No era él el que comandaba el Fuerte Borgoño, si no que era parte del regimiento.

–¿Y quién era el comandante?

Rojas. Yo ahí no me recuerdo, realmente no recuerdo. Y después de ahí sale a relucir los que más dieron [torturaron], fueron el teniente Boetsch, un teniente segundo, y un teniente primero Alarcón, le decían “pata de cacho”.

–Alarcón ¿Te acuerdas de su nombre?

Rojas. No, no me acuerdo el nombre.

– ¿Y el primero?

Rojas. Boetsch, tampoco. Porqué yo los recuerdo a ellos, porque resulta que antes de ser náutico yo fui infante, infante de marina. Y justamente el que fue instructor del contingente ese era el teniente Boetsch, el fue un instructor de nosotros, fue instructor de una sección. No fue directo mío pero yo lo veía en el Miller, en el regimiento Miller de Viña. Ahí yo estuve, después me fui transbordado a Punta Arenas y en Punta Arenas tuve la ocasión de conocer a Luis Kohler Herrera y al teniente Alarcón. En ese tiempo era teniente Luis Kohler Herrera. Después del 73 era capitán de corbeta ya. Había ascendido. Ahora, yo cuando me torturó, me torturaron a mi yo le decía “mi capitán, si yo no tengo idea, no tengo idea de nada de los que Ud. me está diciendo.” Me preguntaban por “Marx y Lenin” y yo juraba, les decía que no los conocía, porque jamás había participado en una reunión política y no me interesaba mayormente la política, hasta el día de hoy. Pero lamentablemente me dijo ahí “como sabís que soy capitán…” por las de tu madre. Y yo le dije “si yo también fui infante y Ud. fue instructor mío”. Ah y ¿Dónde estuviste tu? En el Miller y en el Cochrane en Punta Arenas. Y ahí dijo “ración doble porque este sabe lo que le va a pasar; está estrenado para eso”. Y ahí comenzó la tortura sistemática, tanto de palabra, puñetes, submarino y una serie de cosas que… Incluso llegaron a ofrecerme que si quería irme a un país del exterior, ellos mismos se encargaban de asilarme, pero yo sabía que era mentira. Todo eso era falso, tan falso como que nos estaban acusando que éramos… por lo menos a mi me decía que yo era del mir. Jamás yo había participado en una reunión y jamás había hablado de política dentro del buque, menos en un buque.

– ¿Es cierto que nunca estuviste en una reunión?

Rojas. Jamás nunca tuve una participación en ningún tipo de participación, ya sea política ni con compañeros míos de armas, a no ser que en las instrucciones divisionales que se hacían dentro del buque… y en una oportunidad

–¿ En cuál buque estabas?

Rojas. O’Higgins. El cl O’Higgins. Yo era dotación del Williams, íbamos a buscar al Williams a Escocia. Y ahí el oficial de división mío, que era un teniente segundo, Charles de Gouler[2] nos hacía las arengas golpistas. Y en un momento dado, yo no sé si ahí quedé marcado, le pregunté “Bueno, ¿Y el que no quiere irse al golpe?”. El que no quería plegarse al golpe, ellos me dijeron “bueno, tiene que plegarse de todas maneras”. “¿Y el que no?”. “El que no sencillamente se va por el portalón”. “Pero yo me imagino que así tan abiertamente no creo”. “Se va con un par de tiros en la espalda”. Esa fue la respuesta que me dio el oficial de división mío en ese minuto.

– ¿Como dice que se llamaba?

Rojas. Charles de Gouler.

–¿Qué decía en sus arengas exactamente?

Rojas. Bueno, al tiempo que corremos ahora… Nos decían que los upelientos… hablaban en contra del “gobierno marxista” que era Allende, que por eso estábamos lo que estábamos pasando, que no había mercaderías, no había ningún tipo de cosas y que se estaban saliendo ya de la constitución. Más realmente no podría decirle, que otro tipo de tema

–¿Dijo que la Armada tenía que intervenir?

Rojas. Dentro de sus arengas pienso yo que sí. Porque ya han pasado tantos años que eso ya no… como eran cosas que no me gustaban, no participaba yo en ese tipo de cosas. Pero si en las instrucciones de divisiones, que fue la única que tuve yo, dicho sea de paso, porque hacía un mes que había llegado transbordado a ese buque. No conocía mucho el ambiente dentro.

–¿Te recuerdas cuando fue, la fecha?

Rojas. La instrucción divisional tiene que haber sido como en 4 o 5 de agosto.

–¿Después del Tanquetazo

Rojas. Si, fue después porque en esos días hubo un allanamiento general dentro del buque. A todos nos allanaron en el buque.

– ¿El buque estaba en Talcahuano?

Rojas. Estaba en Talcahuano, estaba en reparaciones. Y además de eso que nunca salió a flote tampoco.

–¿ El O’Higgins?

Rojas. El O’Higgins, claro. Después de ahí ya… inclusive, ese mismo oficial, después cuando caí detenido, tiene que haber sido del 10, el 12 de agosto, él fue a orden y seguridad donde estaba detenido y él me ofreció la ayuda. Decía que no podía creerlo que yo estaba metido en la que estaba, porque él como oficial y oficial de división mío directo me podía defender. A esa altura uno ya consideraba que era un traidor; después que te pegan, después que te pegan, te vienen a ofrecer ayuda, eso es más que nada yo pienso que…

– Cuando te dijeron “doble ración, este sabe lo que le espera”, en la instrucción de los infantes de marina ¿hay algo de eso?

Rojas. Si. El campo de prisioneros.

–¿En qué consiste esa instrucción?

Rojas. Más o menos, más o menos, la instrucción del infante cuando a uno le hacen el campo de prisioneros a uno lo tratan en la misma forma que… por supuesto que no llega a ese tipo de gravedad, de torturarlo, pegarle tanto, o sea meterlo al agua; eso sí, hacerle picadero, ejercicios sobre medida, ya cuando uno ya no aguanta más ya. Los cosacos, los infantes, la mejor preparación que tienen es en cuanto a estado físico y resistencia física también. No porque uno vaya a hacer el servicio militar deja de pasar eso, lo pasa igual, y tienen el mismo tipo de instrucción de un comando.

–Sigamos con la detención de Antonio Ruiz; llegamos al fuerte Borgoño, te golpea la patrulla ¿Y entonces?

Ruiz. Y de ahí nos pasan simulando un tratamiento de guerra porque es cierto que, nos pasan a la ciudadela, como la nombraban ellos, que es donde simulando una calle, mediaguas [habitación de planchas de madera] casamatas, y ahí hacían un centro de antidisturbios y anti ¿Cómo le llamaban? Entonces fuimos de conejillos de India para esos tratamientos que les daban ellos, que mejor que nosotros, pero no tuvieron ninguna contemplación, porque ahí mismo nos practicaron las torturas y yo me recuerdo que la noche del 6 o del 7…

Rojas. Del 7

Ruiz. A eso de la madrugada, serían… perdí la noción del tiempo, pero yo me atreví a interpelar al oficial que estaba en esos momentos a cargo de las torturas. Porque eran tantas las amenazas de muerte que nos hacían, nos metían en un tambor de 200 litros, inmersos con excrementos, con orina y barro y nos golpeaban en la boca del estómago antes de meternos al tambor, que era prácticamente insoportable. Y le dije entonces: ¡Mátame concha de tu madre! Lo increpé y lo desarmé porque no supo que hacer. Algunos instantes pasaron y en vista que seguían las torturas, seguían metiéndome al… querían ver si yo había estado en Los Pingüinos, que si conocía a este, me desvanecí fingiendo, porque a esa altura no estaban preparados psicológicamente para las torturas. Y me dijo el oficial que estaba a cargo de los cosacos “déjenlo ahí, déjenlo ahí, tráiganle una frazada”. Yo me reía para mis adentros; me traicionaba solo porque temblaba de frío, no sé si de frío o de miedo. Quizá riéndome de mis torturadores. Pero logré descansar me acuerdo por media hora. Y ahí aparece en escena Rojas Trincado, que yo lo conocí precisamente esa noche. El se puede encontrar más de los entretelones.

–¿Qué te preguntaban?

Ruiz. Me preguntaban si conocía… primero por la reunión de Los Pingüinos y innumerables cosas, si formaba una célula y si íbamos a matar oficiales, íbamos a bombardear Valparaíso, y contactos principalmente. Si conocía a Cordero, Rojas Trincado, ni me acuerdo ya.

–¿Y luego? ¿Después donde te llevaron? ¿Qué ocurrió?

Ruiz. De ahí pasamos… corrígeme tu Rojas Trincado, a la mañana siguiente, o en la tarde o al medio día…

Rojas. En la mañana, en la mañana nos llevaron a tomar desayuno. En el circim

–¿El circim?

Rojas. Centro de instrucción reclutas del cuerpo de infantería de marina. Eso queda en Talcahuano. Y de ahí nos dieron café con leche y un pan y después nos pusieron detrás de una edificación a tomar un poco el sol porque estaba como que se escondía y no se escondía el sol creo, era bien frío. Y nosotros estábamos ahí en pura manga de camisa y con pantalón, estábamos vestidos ya, por supuesto. De ahí no comenzaron a llevar de a dos a la Fiscalía Naval. Yo doy fe de lo que le pasó a Antonio porque yo lo vi cuando llegó al lado mío. Inclusive el venía fumándose un cigarro y me dio la cola a mi, me dio un par de chupadas, y por eso se fue de chalchazo él también, por haberme convidado a mi del cigarro. Por haber compartido un cigarro en ese momento de angustia que uno estaba. A mí ya me habían hecho el “tratamiento” ya. Yo estaba en espera de los acontecimientos porque yo pensaba por un momento dado que a mi me iban a matar. Esa es la realidad. No me habían sacado ninguna cosa, me hablaban si yo pertenecía a alguna célula, si tenía gente conocida en el mir, y siempre lo dije y hasta ahora lo voy a decir yo: no tuve nunca participación alguna en ningún tipo de reunión. A la vista está que me preguntaban por Marx y Lenín y yo decía “no los conocía”. Era lo primero, lo primero que a uno. Más adelante, cuando me haga la entrevista respectiva a mi, vamos a ir paso por paso lo que aconteció en esa fecha. Es importante para mi aunque me caga un poco la psiquis pero… en todo caso hay que decir la verdad. Si yo dije la verdad en ese minuto porqué no puede decirla ahora. Ahora no me están apremiando, ninguna cosa.

– ¿Ustedes siguieron en Talcahuano o los llevaron a Valparaíso en algún momento?

Rojas. Yo estuve en Talcahuano. En Talcahuano yo caí el 7 de agosto, con fecha 8 de agosto pasé a la Fiscalía Naval. Quedé en libre plática. Nunca quedé incomunicado y con fecha primero de septiembre nos llamaron a retiro; nos llevaron la hoja de servicio para que firmáramos el retiro. Yo fui uno de los que insistí que no teníamos que firmar el finiquito. Y de ahí pasamos a la cárcel pública de Talcahuano. De ahí de Talcahuano, no estaba el sistema de seguridad (en la cárcel de Talcahuano me refiero) no estaba el sistema de seguridad para poder darle una seguridad nosotros y una seguridad a ellos mismos, me refiero a la gendarmería. Y ahí nos trasladaron a la cárcel pública de Concepción. De ahí no salí hasta creo que fue noviembre del 73 que me llevaron posteriormente a declarar por otros amigos, un amigo mío que estaba dentro de la Armada pero no tenía idea que podía estar metido en política. Pero ahí después me devolvieron a Concepción, estuve dos días afuera, al segundo día regresé a la cárcel de Concepción. Después ya no salí más hasta que me dieron la libertad. Fue él 8 de octubre del 74, a las siete y media de la noche salí libre. Libre entre comillas porque salí asustado de tantas cosas que nos habían dicho, nos contaban las mismas visitas de lo que estaba sucediendo afuera. Que en la realidad era efectivo. Después de ahí ya traté de hacer mi vida normal pero lamentablemente no fue así porque… pega entrada me pedían antecedentes, estaba con antecedentes. Me costó mucho insertarme en la sociedad. Además de eso nunca me quise ir, porque si yo nada hice, porqué tenía que… o sea en el momento mismo pensaba que si nada hice porque tenía que irme. Así que aquí estuve esperando lo que aconteciera pero… hasta el día de hoy no…

–¿Cómo fue el juicio? ¿Tuviste contacto con algún abogado?

Rojas. Bueno, claro que tuve contacto con abogado pero fue, pienso… fue más o menos como el dos o el tres de septiembre. Que fue Pedro Enríquez, un abogado de Concepción. Lamentablemente, el 11, el 12, el 13, llegó de nuevo al lado de nosotros pero no llegó como abogado si no que llegó como un preso. Lo tomaron preso en Concepción. Por el solo hecho de habernos defendido a nosotros. Después de ahí tuve contacto con un abogado que mi familia la puso, una abogada de Concepción. Y de ella no supe nunca más, no sé quien me defendió… o sea a la larga yo supe quien me defendió que fue un abogado era de Pro Paz de Valparaíso que era el señor Barraza. Pero él nunca habló conmigo y yo prácticamente antes que saliera la sentencia definitiva, ahí yo conversé con el señor Barraza y me dijo que lamentablemente ya no se podía hacer ninguna cosa, ni probar la inocencia mía, ninguna cosa. Porque nunca había conversado conmigo, además de eso lo que interesaba en el minuto era tratar de sacarnos de la cárcel y defendernos [de manera] que le diera el menos tiempo posible. Ahora si uno se quería ir era cosa de uno.

– ¿En tu caso las torturas se prolongaron cuando tiempo?

Rojas. En el caso mío fue ese día, nada más. Fue ese día el “tratamiento” que me hicieron a mí, después ya nunca más me volvieron a tocar. Hasta que, bueno, dicho sea de paso, yo estuve esa noche del 7 al 8 de agosto del 73, que esa fue la noche inolvidable, que pienso yo que nunca voy a olvidar el “tratamiento”, las tácticas, la técnica que usaron y el que me pegó, porque puedo decir, doy fe que solamente uno me tocó. Uno me pegó. El otro era el oficial “bueno” que era el Boetsch, que ese nunca me tocó tampoco. Pero el que a mi me tocó fue el teniente Alarcón, alias el “pata de cacho”. Kohler no me tocó, el solamente dio la orden que me dieran “ración doble” porque y sabía ya lo que iba a pasar, porque ya había pasado un campo de prisioneros anteriormente, pero en ejercicio, en ejercicio, nunca habíamos pasado en forma real.

– ¿En tu caso las torturas se prolongaron cuando tiempo?

Ruiz. Por la noche, caímos como a las 9 de la noche del día 7 de agosto del año 73 y puedo decir que casi toda la noche pasé con torturas, salvo que me di licencia, me desvanecí, pero siguieron las torturas hasta la madrugada. Y en ese encuentro recuerdo que me sacaron tapado con una frazada y ahí me recuerdo que me topé, ¿cómo a que hora sería eso?

Rojas. Tiene que haber sido como a las 4 de la mañana.

Ruiz. Tres de la mañana.

Rojas. A eso de las 6. A esa hora fue.

Ruiz. Y cuenta la anécdota de que por el cigarrito.

Rojas. Lo del cigarrito, o sea yo se lo dije anteriormente. Pero el llegó. Yo estoy en la casamata, adentro de la casamata, ya estaba vestido yo. Y yo lo único que quería era azotar la cabeza contra un pilar que tuviera punta cosa de romperme la frente. Romperme la frente cosa que me llevaran al hospital. Lo único que yo quería era que me llevaran al hospital porque me dolían las costillas. Pero en ese momento viene llegando Antonio Ruiz Uribe y viene fumando un cigarro.

Ruiz. Que me lo había pasado un cosaco; arriesgando que lo pillaran. Miró para todos lados y me dio la cortita. (una mitadita de cigarro). Porque me vio cagado en ese momento, se le ablandó el corazón.

Rojas. Y en ese momento llega al lado mío en la casamata, en la otra esquina. La casamata era, más o menos, de metro y medio por metro y medio. Si no eran tan grandes. Y el alto… uno tenía que andar más o menos encogido. Y él llega y me dice… Yo le pido la “cola”, yo le pido que me dé la cortita. Me da la corta. Y resulta que por haberme dado a mí la corta le pegan a él, un par de charchasos o no sé en el momento mismo, pero es que ya estábamos tan machucados que uno prácticamente –como estaba entumido– uno prácticamente pedía que la pegaran un par de charchasos para desentumecerlo un poco. Por que en la realidad de las cosas el “tratamiento” comenzó –y yo pienso que para todos fue lo mismo– apenas llegando al fuerte Borgoño. ¿Cierto? Llegando a las casamatas nos hacían desnudar al tiro. Y todo el “tratamiento” era desnudos, completamente desnudos. ¿Ya? Y ahí en la oscuridad ¿cierto? Te aparecen un par de gallos con muchos camuflados ¿cierto? Y dándote golpes con guantes y los guantes están mojados por supuesto, pienso –ahora, con el tiempo– que los guantes mojados no dejan huellas, no dejan huellas de los machucones. Y lo primero que hacen es preguntarte que a que célula perteneces y toda eso cuestión, y de repente un desubicado me dice,  “habla de Marx y Lenín” y yo le digo “si yo no los conozco”; “hábleme de Marx y Lenín”, “yo no los conozco, no los conozco” yo lo único que decía es “no tengo idea de que me están hablando”. Me preguntan por esos gallos y digo “no los conozco”, en mi ignorancia, de participación política nunca la había tenido, como decía anteriormente, y siempre lo voy a repetir lo mismo. Y ahí comenzaron aparecer unos nombres que era Aravena, Arestey y Domínguez, que fue los que yo inculpé. Porque yo digo honradamente, he conversado con ellos después, nunca antes los había conocido. Parece que todo eso fue un montaje para inculparlos a ellos. Porque lo que tengo entendido es que uno de ellos era universitario y tenían más estudios que nosotros mismos. O sea, más que nada eran intelectuales. Nosotros no. Además era tan “cabrito”.

–¿Cuántos años?

Rojas. Yo tenía 24 años. Y recién salido des cascarón prácticamente. Yo lo único que me interesaba era viajar. Por yo venía de la Escuela de ingeniería, yo hacía un mes que había llegado a ese buque. Y en un mes no voy a estar tan en conocimiento de un “plan subversivo”, porque como se ventila todo interiormente, el “Ancla 2”, el servicio de inteligencia naval que hay dentro, el contrainteligencia también, pero lamentablemente…

Ruiz. El “Ancla 51”.

Rojas. …lamentablemente ahí pagamos justos por pecadores. A la vista está que después me condenaron a un año tres meses, y eso fue con pena remitida. Porque estuve un año y tres meses adentro. Creo que me condenaron a dos años. El resto lo hice firmando. Y aquí me tienen. Pero en todo caso, el famoso cigarrito valió dos zumbas. Dos zumbas para dos personas.

Ahora, en relación a los cosacos, los infantes, digamos los de… como se les podría decir… cabo, sargento, suboficial, ellos lo único que hacían era sostener, sostenerlo a uno, y los que pegaban eran todos oficiales. Todos oficiales. Ahora todos podrán decir, ¿Cómo en ese momento vas a reconocer una persona? Bueno, yo los conocía personalmente ¿Cierto? Y además de eso que ellos, en el parche, o sea, todos llevan al lado derecho o al lado izquierdo, ya no lo recuerdo, el nombre, o sea el apellido solamente ¿Cierto? Estos caballeros tenían con tela adhesiva tenían tapado. Ahora, el Kohler pensó seguramente ¿Cómo sabe que yo soy capitán? Y él me hace la pregunta: ¿Cómo sabe que yo soy capitán? Yo fui infante. El error mío fue haber reconocido haber sido infante. Fui infante de marina, fui un conscripto claro, hice mi servicio militar, puta, con todas mis ilusiones, ¿Cierto? Con todas mis ilusiones hice mi servicio militar en la Infantería de Marina, que estoy orgulloso de haber prestado servicio en ella, pese a todo lo que pasó ¿Cierto? Y después de haber sido un servidor en la Armada, como simple marinero que era. Había cursado máquinas en la Escuela de ingeniería el año 72 y estaba haciendo carrera y eso era, porque me gustaba: me gustaba, me gustaba el uniforme, me gustaba lo que yo hacía en la forma profesional. Por eso mismo, por ende, no quise seguir en la infantería porque ahí era una vida de perros, porque son perros, lamentablemente, ellos cometieron la estupidez de haberme torturado y perdí la fe. Les perdí la fe. Ahora, ellos me hicieron hacer un juramento en el cual tenía que defender la Constitución y el Presidente… ¿Entonces en qué quedamos? Siendo infante, hago el juramento a la bandera, y después los mismos infantes tratan de desdecir lo que ellos mismos me enseñaron. Que no lo practicaron. Yo le digo en forma verbal todo esto, porque en la realidad no capto la idea. Si me hacen hacer un juramento como infante, después me cambio a náutico, y los mismos cosacos tratan de meterme en medio embrollo que no es Constitución ¿Entonces qué? Yo pienso que ahí a uno deberían adoctrinarlo, pasarle el código de justicia militar y además del código de justicia militar, enseñarle un poquito más de lo que es la Constitución.

– ¿A cuántos años te condenaron?

Ruiz. A tres años y un día. Claro, me quedaron debiendo 20 días, porque mi libertad se practicó a partir de la fecha 26 de septiembre, en circunstancias que yo había caído el 8 de agosto, el 7 de agosto del 73. Me condenaron a tres años y un día con el cargo de “autor por sedición o motín” en frustrado.  Lo más importante, al ingresar de la Escuela de grumetes a la edad de 15 años (o 16) sufrimos un gran cambio dentro de la poca formación cívica que teníamos a esa altura –a los 15 años. Enrolarnos en una institución castrense como la Armada, hay un cambio brutal si se quiere llamar, y seguir una disciplina estricta de corte vertical, nos cambió la vida pero nos adaptamos a eso siguiendo como corresponde la disciplina militar. Eso es un cambio substancial que nosotros sufrimos. Y el segundo golpe, que nos golpeó, es cuando caímos presos, conocimos otra realidad, nos apartamos de las filas de la Armada para pasar a las cárceles públicas en ese entonces. Ese fue un gran cambio en nuestras vidas. Y el tercer cambio, una vez cumplida la pena, porque todos cumplimos penas, en el caso de los tres años, y en el caso de los cinco años fueron conmutadas por la pena del extrañamiento. Ese es el tercer cambio, que nos golpeó porque tu sabes que en el exilio, aunque sean bien tratados, están desarraigados del amor popular que todos llevamos en el corazón. Y, los que nos quedamos acá, sufrimos. Yo por ejemplo sufría de ¿Cómo se llama eso? Paranoia. Y caí en una depresión a los pocos meses, encontrándome trabajando en Chile; me sentía perseguido. El doctor Almeida me acuerdo que me trató, siendo psicólogo o psiquiatra, no me acuerdo. Visité a la Vicaría de la solidaridad, en ese entonces, el año 77, en enero fue parece, nos trató por seis meses. Caí en una depresión maníaco depresiva que se llama y me introvertí, me cerré como ostra podría ser, pero no perdí el trabajo, porque sabía que era una buena terapia trabajar. Y entonces pasamos a otro estado de efervescencia, porque tu sabes que la depresión baja la animi [inaudible] a cero y sube un [inaudible] positiva, que viene siendo la efervescencia. Y ahí me fue bien. Me recordaba de todo. Me vi bien en los años (yo estaba terminando en el Luis Campino, un vespertino que en ese entonces estaba en [inaudible] con la Alameda); me iba bien, me sacaba buenas notas en cuarto medio, porque yo estaba terminando. Y fui presidente del centro de alumnos, me iba bien en mi trabajo, comencé a ganar plata y al próximo año ingreso a la universidad, me va bien en la prueba de aptitud, todo bien, con pequeñas “overchut” [recaídas] que podríamos decir, hasta que estaba en la normalidad. Presuntamente, yo fui favorecido, de la mano de Dios podría ser, porque de ahí para adelante me fue bien, tuve buenas pegas, gané mucha plata con el cambio del dólar a 39 pesos, me compré un auto, salí… viajé al Sur, hasta la décima región, fui vendedor viajero. Y me iba bien en la universidad, alcancé a estar dos años. Y aquí me tiene.

[1] Debe haber confusión de accidentes porque al Latorre lo van a buscar a Suecia en 1971.

[2] La ortografía es aproximada.

MATERIA               : SOLICITUD DE PERPETUA MEMORIA

PROCEDIMIENTO: VOLUNTARIO

SOLICITANTE       : ANTONIO CALIXTO RUIZ URIBE

I. : 4.740.668-4

INFORMACION PARA PERPETUA MEMORIA. SOLICITUD DE QUE SE RECIBA.

EN LO PRINCIPAL  : Información para perpetua memoria

PRIMER OTROSI    : Acompaña documentos

SEGUNDO OTROSI: Se tenga presente

J. L. CIVIL.

Antonio Calixto Ruiz Uribe, trabajador independiente, domiciliado en Diagonal Paraguay 445, Departamento A, comuna de Santiago; a US con respeto digo:

Solicito que se admita la información para perpetua memoria, de los testigos siguientes:

1º   Rene Alejandro Rojas Trincado: RUT 6.175.070-3, trabajador independiente.

2º   Víctor Alamiro López Zambrano: RUT 6.289.315-K, de profesión Ingeniero en comunicaciones.

Los testigos declararan sobre los siguientes hechos:

1.- De cómo es efectivo y le consta que en marzo de 1965 ingreso a la Escuela de Grumetes, de Isla Quiriquina, comuna de Talcahuano, como Aprendiz a Marinero, y con fecha 1º de enero de 1966 egreso con el grado de Grumete de la Armada de Chile, iniciándose la relación contractual con esta Institución de la Defensa Nacional

2.- De cómo es efectivo que entre 1966 y el 28 de septiembre de 1973, era miembro de la Armada de Chile, en calidad de Cabo 2º Mecánico Electrónico con mención en Control de Fuego.

3.- Que como es efectivo que como a mediados de julio de 1973, me encontraba prestando servicios en el Crucero Prat que se encontraba en Talcahuano, dotación a la que pertenecía.   Dentro de esta unidad, el Servicio de Inteligencia Naval (SIN) estaba operando para detectar a quienes no estaban de acuerdo con el Golpe de Estado, todos aquellos que simpatizaran con el Gobierno de la Unidad Popular, estaban siendo objeto de observaciones.

4.- De cómo es efectivo que, con anterioridad al Golpe de Estado, había un clima de persecución política al interior de la Armada Nacional.   Como consecuencia de este clima, un grupo de Suboficiales de la Armada Nacional fueron detenidos por el Servicio de Inteligencia Naval –SIN-, acusados de incumplimiento de deberes militares.

5.- De cómo es efectivo que el día 6 de agosto de 1973 en la formación de dotación general del Crucero Prat, el Comandante de esta unidad –Capitán de Navío Maurice Poisson- dio a conocer que se habían practicado algunas detenciones de marinos en Valparaíso.

6.- De cómo es efectivo que el jueves 8 de agosto del mismo año, como a las 21 horas, en circunstancias que me disponía a terminar el turno hasta las 24 horas en la Central de Artillería del Crucero Prat, el oficial a cargo de esta Central, -Teniente 2º Telecomunícate de Inteligencia Naval- me dijo que lo acompañara a una comisión de servicio.  Ya afuera de la Central, nos acompaño un Sub Teniente Infante de Marina de dotación del crucero, me hicieron subir a un Econoline de la Base Naval, donde nos esperaba un chofer del Centro de Abastecimiento y enfilamos los cuatro rumbo al Fuerte Borgoño.   Allí me entregaron a la Guardia, donde me aguardaba un batallón de Infantes de Marina en tenida de combate con sus rostros pintarrajeados, me hicieron desnudar a punta de golpes de bayoneta y culatazos, puntapiés, rodillazos y de puño.  Se practicaba  un interrogatorio por ese batallón de Infantes de Marina, dándome realmente un tratamiento de prisionero de guerra.

7.- De cómo es efectivo que, en el mismo Fuerte Borgoño fui conducido desnudo a punta de golpes ya descritos, a la Ciudadela donde practicaban los Infantes de Marina sus antidisturbios.   Allí fui victima de crueles torturas y vejámenes: me sumergían desnudo en tambor con excrementos y orinas; apagaban sus cigarrillos encendidos en mi cuerpo, me golpeaban en tórax, estomago, espalda y nalgas con guantes mojados hasta el punto que perdía el sentido -me desmayaba-, y así continuaron durante toda esa noche hasta la mañana del día siguiente.   Las torturas y vejámenes tenían por objeto incriminarme e inculpar a compañeros de supuestos hechos delictivos.

8.- De cómo es efectivo que la acusación que se nos formulo originalmente, consistía en incumplimiento de deberes militares.   El día 28 de septiembre se cambio esta acusación y me declararon reo por sedición y motín en el grado de frustración.

9.- De cómo es efectivo que en el transcurso del proceso fui dado de baja en forma temporal, y que de conformidad a las disposiciones reglamentarias que rigen a la Armada Nacional, fui dado de baja definitivamente en octubre de 1976 y condenado a tres años de presidio.

POR TANTO; Y de acuerdo con lo dispuesto en los Artículos 909 y siguientes del Código de Procedimiento Civil.

Ruego a US. a admitir la información para perpetua memoria indicada, y oportunamente aprobarla y ordenar se me de copia de ella.

PRIMER OTROSI; Ruego a US. se sirva tener por acompañado los siguientes documentos:

1.- Fotocopia simple de C.I. de los testigos señalados en lo principal.

2.- Fotocopia de la Relación de los Servicios prestados en la Armada nacional, por el Cabo 2º (R) Antonio Calixto Ruiz Uribe.

El primero de derecha a izquierda, Antonio Ruiz Uribe en la cárcel de Valparaíso

Entrevista al cabo Antonio Ruiz Uribe el 13 de septiembre de 1998 (Q.E.P.D.) en el diario La Tercera de la Hora. Página 18 del suplemento “Reportajes”.

ANTONIO RUIZ, PRESIDENTE DEL PERSONAL EXONERADO DE LA MARINA:

“FUIMOS LOS PRIMEROS TORTURADOS EN LA ARMADA”

  •              Eramos 68 personas las que formamos parte de eso que se llamó un infiltración en la Armada. También nos llamaron ‘constitucionalistas’, porque fuimos los primeros en advertir que se gestaba un golpe. Caimos presos el 5 de agosto en Valparaíso y el 8 en Talcahuano. La gente de la Armada, que era simpatizante del gobierno de entonces, estaba siendo seguida por el servicio de inteligencia. Nosotros fuimos pioneros en ser torturados por la Armada.

Habíamos estado presos en la península de Tumbes (destacamento Borgoño, en Talcahuano) desde el 8 de agosto, pero ya estábamos en la cárcel de Concepción. Quedábamos 21, todos suboficiales. El 11 despertamos con los tiros. Los disparos nos despertaron antes de las seis. Era una paradoja, porque nosotros, que habíamos anunciado el golpe y nadie nos había creído, ya estábamospresos.

A eso de las ocho de la mañana llegó un *coronel de carabineros, del que no puedo recordar su nombre, y empezamos a transfigurarnos. Tuve una vivencia atroz, porque vi la muerte cerquita. Los carabineros relevaron a los gendarmes, que habían sido muy solidarios con nosotros.

Alrededor de las ocho y media nos reunieron en el patio y el coronel nos dió el ‘tratamiento’ que correspondía. Allanaron las celdas y pensamos lo peor cuando nos dijo que él se hacía cargo del presidio y que ‘ustedes van a pagar, pus cabritos’.                                                                                   “Nos hicieron el show del fusilamiento: de espaldas, con las manos levantadas y apoyadas en la pared. No nos vendaron, pero no podíamos ni mirar para el lado. Recuerdo que había un silencio sepulcral y ahí me vino la cercanía de la muerte, su cara. Empecé a ver toda mi vida pasar rápidamente delante de mis ojos. Sólo esperaba el golpe final que no llegó nunca. No sé por qué extraña razón no lo hicieron.

“Creíamos que fueron unos 15 minutos, pero pudo haber sido mucho menos. Lo que sí puedo asegurar es que fueron interminables. Después busqué un mecanismo de autodefensa, y me quedé dormido un par de horas. Así conseguí no seguir viviendo ese espectáculo”.

         *De acuerdo al testimonio de Carlos García se trataría del  Director regional de Prisiones, capitàn Rodolfo  Schmidling.

Tarjeta de la Cruz Roja. Comunicación de familiares con el detenido.
Cárcel de Valparaíso
Comunicación desde Inglaterra con el prisionero Antonio Ruiz Uribe

Rene Rojas Trincado

Extracto de Entrevista.

Por Jorge Magasich Airola

Antonio Ruiz y René Rojas

Realizada en Santiago, en casa de Antonio Ruiz, el 18-07-01

Durante la entrevista concertada con Antonio Ruiz llega de visita a su casa René Rojas Trincado. Gracias a esta feliz coincidencia, ambos responden a las preguntas en la segunda parte de la entrevista.

Antonio Ruiz. Cabo segundo en 1973. Ingresa a la Armada en 1965, con 16 años. Hace un año en la Escuela de grumetes, lo embarcan dos años y luego haces dos años de especialidad y subespecialidad. En 1968 egresa titulado en mecánica, especialista en control de fuego. Sirve hasta fines de 1971 en el destructor Riveros y luego en el crucero Prat. Participa en la reunión de organización del grupo en el restaurante Los Pingüinos. Sobrecargado de trabajo, no asiste a más reuniones. Se mantiene informado a través de contactos individuales. Es detenido en el crucero Prat la noche del 7 de agosto, torturado en el fuerte Borgoño. Hace tres años de cárcel. Se queda en Chile con graves problemas de salud. Con ayuda de la Vicaría de la Solidaridad consigue restablecerse, trabajar y, al mismo tiempo, terminar las humanidades. Consigue cursar dos años de universidad.

En el momento dar esta entrevista, Antonio Ruiz sufre de una enfermedad que le impide hablar fluidamente. Agradecemos vivamente el esfuerzo que realizó para grabar su testimonio.

René Rojas. Marinero primero en 1973. Hizo su servicio militar en la Infantería de Marina en los regimientos Miller en Viña del Mar (fuerte Vergara) y el Cochrane en Punta Arenas. Luego entra a la Marina a la Escuela de ingeniería naval. Luego es trasferido al destructor Williams (que en 1971 parte a Inglaterra para ser modernizado) y luego al crucero O’Higgins. Hasta hoy no le interesa la política y nunca asistió a ninguna reunión. En agosto 1973 después de escuchar una exaltada arenga de un oficial llamando a los marinos a participar en el golpe de Estado pregunta “¿y qué pasa si uno no está de acuerdo?” Eso le constará una “doble ración” de torturas en el fuerte Borgoño y 13 meses de cárcel y otros firmando. Se queda en Chile donde, como ex preso político, le es difícil reinsertarse.

Se integra a la reunión René Rojas Trincado

– Llega, por buena suerte, a esta reunión René Rojas Trincado. Vamos a hacerle preguntas a los dos… Sigamos con el momento de la detención ¿Te recuerdas del oficial que estaba a cargo de la patrulla?

Era un oficial infante de marina pero era de dotación del cl Prat, me acuerdo. Rojas a lo mejor lo conoce.

–¿Y quién estaba a cargo del Fuerte Borgoño? ¿Quién lo comandaba?

Rojas. Estaba a cargo Luis Kohler Herrera. Él es el jefe directo de todo lo que se hizo ahí. Es un capitán de corbeta. Era en ese tiempo capitán de corbeta.

– ¿Pero no era él el que comandaba el Fuerte Borgoño?

Rojas. No era él el que comandaba el Fuerte Borgoño, si no que era parte del regimiento.

–¿Y quién era el comandante?

Rojas. Yo ahí no me recuerdo, realmente no recuerdo. Y después de ahí sale a relucir los que más dieron [torturaron], fueron el teniente Boetsch, un teniente segundo, y un teniente primero Alarcón, le decían “pata de cacho”.

–Alarcón ¿Te acuerdas de su nombre?

Rojas. No, no me acuerdo el nombre.

– ¿Y el primero?

Rojas. Boetsch, tampoco. Porqué yo los recuerdo a ellos, porque resulta que antes de ser náutico yo fui infante, infante de marina. Y justamente el que fue instructor del contingente ese era el teniente Boetsch, el fue un instructor de nosotros, fue instructor de una sección. No fue directo mío pero yo lo veía en el Miller, en el regimiento Miller de Viña. Ahí yo estuve, después me fui transbordado a Punta Arenas y en Punta Arenas tuve la ocasión de conocer a Luis Kohler Herrera y al teniente Alarcón. En ese tiempo era teniente Luis Kohler Herrera. Después del 73 era capitán de corbeta ya. Había ascendido. Ahora, yo cuando me torturó, me torturaron a mi yo le decía “mi capitán, si yo no tengo idea, no tengo idea de nada de los que Ud. me está diciendo.” Me preguntaban por “Marx y Lenin” y yo juraba, les decía que no los conocía, porque jamás había participado en una reunión política y no me interesaba mayormente la política, hasta el día de hoy. Pero lamentablemente me dijo ahí “como sabís que soy capitán…” por las de tu madre. Y yo le dije “si yo también fui infante y Ud. fue instructor mío”. Ah y ¿Dónde estuviste tu? En el Miller y en el Cochrane en Punta Arenas. Y ahí dijo “ración doble porque este sabe lo que le va a pasar; está estrenado para eso”. Y ahí comenzó la tortura sistemática, tanto de palabra, puñetes, submarino y una serie de cosas que… Incluso llegaron a ofrecerme que si quería irme a un país del exterior, ellos mismos se encargaban de asilarme, pero yo sabía que era mentira. Todo eso era falso, tan falso como que nos estaban acusando que éramos… por lo menos a mi me decía que yo era del mir. Jamás yo había participado en una reunión y jamás había hablado de política dentro del buque, menos en un buque.

– ¿Es cierto que nunca estuviste en una reunión?

Rojas. Jamás nunca tuve una participación en ningún tipo de participación, ya sea política ni con compañeros míos de armas, a no ser que en las instrucciones divisionales que se hacían dentro del buque… y en una oportunidad

–¿ En cuál buque estabas?

Rojas. O’Higgins. El cl O’Higgins. Yo era dotación del Williams, íbamos a buscar al Williams a Escocia. Y ahí el oficial de división mío, que era un teniente segundo, Charles de Gouler[2] nos hacía las arengas golpistas. Y en un momento dado, yo no sé si ahí quedé marcado, le pregunté “Bueno, ¿Y el que no quiere irse al golpe?”. El que no quería plegarse al golpe, ellos me dijeron “bueno, tiene que plegarse de todas maneras”. “¿Y el que no?”. “El que no sencillamente se va por el portalón”. “Pero yo me imagino que así tan abiertamente no creo”. “Se va con un par de tiros en la espalda”. Esa fue la respuesta que me dio el oficial de división mío en ese minuto.

– ¿Como dice que se llamaba?

Rojas. Charles de Gouler.

–¿Qué decía en sus arengas exactamente?

Rojas. Bueno, al tiempo que corremos ahora… Nos decían que los upelientos… hablaban en contra del “gobierno marxista” que era Allende, que por eso estábamos lo que estábamos pasando, que no había mercaderías, no había ningún tipo de cosas y que se estaban saliendo ya de la constitución. Más realmente no podría decirle, que otro tipo de tema

–¿Dijo que la Armada tenía que intervenir?

Rojas. Dentro de sus arengas pienso yo que sí. Porque ya han pasado tantos años que eso ya no… como eran cosas que no me gustaban, no participaba yo en ese tipo de cosas. Pero si en las instrucciones de divisiones, que fue la única que tuve yo, dicho sea de paso, porque hacía un mes que había llegado transbordado a ese buque. No conocía mucho el ambiente dentro.

–¿Te recuerdas cuando fue, la fecha?

Rojas. La instrucción divisional tiene que haber sido como en 4 o 5 de agosto.

–¿Después del Tanquetazo

Rojas. Si, fue después porque en esos días hubo un allanamiento general dentro del buque. A todos nos allanaron en el buque.

– ¿El buque estaba en Talcahuano?

Rojas. Estaba en Talcahuano, estaba en reparaciones. Y además de eso que nunca salió a flote tampoco.

–¿ El O’Higgins?

Rojas. El O’Higgins, claro. Después de ahí ya… inclusive, ese mismo oficial, después cuando caí detenido, tiene que haber sido del 10, el 12 de agosto, él fue a orden y seguridad donde estaba detenido y él me ofreció la ayuda. Decía que no podía creerlo que yo estaba metido en la que estaba, porque él como oficial y oficial de división mío directo me podía defender. A esa altura uno ya consideraba que era un traidor; después que te pegan, después que te pegan, te vienen a ofrecer ayuda, eso es más que nada yo pienso que…

– Cuando te dijeron “doble ración, este sabe lo que le espera”, en la instrucción de los infantes de marina ¿hay algo de eso?

Rojas. Si. El campo de prisioneros.

–¿En qué consiste esa instrucción?

Rojas. Más o menos, más o menos, la instrucción del infante cuando a uno le hacen el campo de prisioneros a uno lo tratan en la misma forma que… por supuesto que no llega a ese tipo de gravedad, de torturarlo, pegarle tanto, o sea meterlo al agua; eso sí, hacerle picadero, ejercicios sobre medida, ya cuando uno ya no aguanta más ya. Los cosacos, los infantes, la mejor preparación que tienen es en cuanto a estado físico y resistencia física también. No porque uno vaya a hacer el servicio militar deja de pasar eso, lo pasa igual, y tienen el mismo tipo de instrucción de un comando.

–Sigamos con la detención de Antonio Ruiz; llegamos al fuerte Borgoño, te golpea la patrulla ¿Y entonces?

Ruiz. Y de ahí nos pasan simulando un tratamiento de guerra porque es cierto que, nos pasan a la ciudadela, como la nombraban ellos, que es donde simulando una calle, mediaguas [habitación de planchas de madera] casamatas, y ahí hacían un centro de antidisturbios y anti ¿Cómo le llamaban? Entonces fuimos de conejillos de India para esos tratamientos que les daban ellos, que mejor que nosotros, pero no tuvieron ninguna contemplación, porque ahí mismo nos practicaron las torturas y yo me recuerdo que la noche del 6 o del 7…

Rojas. Del 7

Ruiz. A eso de la madrugada, serían… perdí la noción del tiempo, pero yo me atreví a interpelar al oficial que estaba en esos momentos a cargo de las torturas. Porque eran tantas las amenazas de muerte que nos hacían, nos metían en un tambor de 200 litros, inmersos con excrementos, con orina y barro y nos golpeaban en la boca del estómago antes de meternos al tambor, que era prácticamente insoportable. Y le dije entonces: ¡Mátame concha de tu madre! Lo increpé y lo desarmé porque no supo que hacer. Algunos instantes pasaron y en vista que seguían las torturas, seguían metiéndome al… querían ver si yo había estado en Los Pingüinos, que si conocía a este, me desvanecí fingiendo, porque a esa altura no estaban preparados psicológicamente para las torturas. Y me dijo el oficial que estaba a cargo de los cosacos “déjenlo ahí, déjenlo ahí, tráiganle una frazada”. Yo me reía para mis adentros; me traicionaba solo porque temblaba de frío, no sé si de frío o de miedo. Quizá riéndome de mis torturadores. Pero logré descansar me acuerdo por media hora. Y ahí aparece en escena Rojas Trincado, que yo lo conocí precisamente esa noche. El se puede encontrar más de los entretelones.

–¿Qué te preguntaban?

Ruiz. Me preguntaban si conocía… primero por la reunión de Los Pingüinos y innumerables cosas, si formaba una célula y si íbamos a matar oficiales, íbamos a bombardear Valparaíso, y contactos principalmente. Si conocía a Cordero, Rojas Trincado, ni me acuerdo ya.

–¿Y luego? ¿Después donde te llevaron? ¿Qué ocurrió?

Ruiz. De ahí pasamos… corrígeme tu Rojas Trincado, a la mañana siguiente, o en la tarde o al medio día…

Rojas. En la mañana, en la mañana nos llevaron a tomar desayuno. En el circim

–¿El circim?

Rojas. Centro de instrucción reclutas del cuerpo de infantería de marina. Eso queda en Talcahuano. Y de ahí nos dieron café con leche y un pan y después nos pusieron detrás de una edificación a tomar un poco el sol porque estaba como que se escondía y no se escondía el sol creo, era bien frío. Y nosotros estábamos ahí en pura manga de camisa y con pantalón, estábamos vestidos ya, por supuesto. De ahí no comenzaron a llevar de a dos a la Fiscalía Naval. Yo doy fe de lo que le pasó a Antonio porque yo lo vi cuando llegó al lado mío. Inclusive el venía fumándose un cigarro y me dio la cola a mi, me dio un par de chupadas, y por eso se fue de chalchazo él también, por haberme convidado a mi del cigarro. Por haber compartido un cigarro en ese momento de angustia que uno estaba. A mí ya me habían hecho el “tratamiento” ya. Yo estaba en espera de los acontecimientos porque yo pensaba por un momento dado que a mi me iban a matar. Esa es la realidad. No me habían sacado ninguna cosa, me hablaban si yo pertenecía a alguna célula, si tenía gente conocida en el mir, y siempre lo dije y hasta ahora lo voy a decir yo: no tuve nunca participación alguna en ningún tipo de reunión. A la vista está que me preguntaban por Marx y Lenín y yo decía “no los conocía”. Era lo primero, lo primero que a uno. Más adelante, cuando me haga la entrevista respectiva a mi, vamos a ir paso por paso lo que aconteció en esa fecha. Es importante para mi aunque me caga un poco la psiquis pero… en todo caso hay que decir la verdad. Si yo dije la verdad en ese minuto porqué no puede decirla ahora. Ahora no me están apremiando, ninguna cosa.

– ¿Ustedes siguieron en Talcahuano o los llevaron a Valparaíso en algún momento?

Rojas. Yo estuve en Talcahuano. En Talcahuano yo caí el 7 de agosto, con fecha 8 de agosto pasé a la Fiscalía Naval. Quedé en libre plática. Nunca quedé incomunicado y con fecha primero de septiembre nos llamaron a retiro; nos llevaron la hoja de servicio para que firmáramos el retiro. Yo fui uno de los que insistí que no teníamos que firmar el finiquito. Y de ahí pasamos a la cárcel pública de Talcahuano. De ahí de Talcahuano, no estaba el sistema de seguridad (en la cárcel de Talcahuano me refiero) no estaba el sistema de seguridad para poder darle una seguridad nosotros y una seguridad a ellos mismos, me refiero a la gendarmería. Y ahí nos trasladaron a la cárcel pública de Concepción. De ahí no salí hasta creo que fue noviembre del 73 que me llevaron posteriormente a declarar por otros amigos, un amigo mío que estaba dentro de la Armada pero no tenía idea que podía estar metido en política. Pero ahí después me devolvieron a Concepción, estuve dos días afuera, al segundo día regresé a la cárcel de Concepción. Después ya no salí más hasta que me dieron la libertad. Fue él 8 de octubre del 74, a las siete y media de la noche salí libre. Libre entre comillas porque salí asustado de tantas cosas que nos habían dicho, nos contaban las mismas visitas de lo que estaba sucediendo afuera. Que en la realidad era efectivo. Después de ahí ya traté de hacer mi vida normal pero lamentablemente no fue así porque… pega entrada me pedían antecedentes, estaba con antecedentes. Me costó mucho insertarme en la sociedad. Además de eso nunca me quise ir, porque si yo nada hice, porqué tenía que… o sea en el momento mismo pensaba que si nada hice porque tenía que irme. Así que aquí estuve esperando lo que aconteciera pero… hasta el día de hoy no…

–¿Cómo fue el juicio? ¿Tuviste contacto con algún abogado?

Rojas. Bueno, claro que tuve contacto con abogado pero fue, pienso… fue más o menos como el dos o el tres de septiembre. Que fue Pedro Enríquez, un abogado de Concepción. Lamentablemente, el 11, el 12, el 13, llegó de nuevo al lado de nosotros pero no llegó como abogado si no que llegó como un preso. Lo tomaron preso en Concepción. Por el solo hecho de habernos defendido a nosotros. Después de ahí tuve contacto con un abogado que mi familia la puso, una abogada de Concepción. Y de ella no supe nunca más, no sé quien me defendió… o sea a la larga yo supe quien me defendió que fue un abogado era de Pro Paz de Valparaíso que era el señor Barraza. Pero él nunca habló conmigo y yo prácticamente antes que saliera la sentencia definitiva, ahí yo conversé con el señor Barraza y me dijo que lamentablemente ya no se podía hacer ninguna cosa, ni probar la inocencia mía, ninguna cosa. Porque nunca había conversado conmigo, además de eso lo que interesaba en el minuto era tratar de sacarnos de la cárcel y defendernos [de manera] que le diera el menos tiempo posible. Ahora si uno se quería ir era cosa de uno.

– ¿En tu caso las torturas se prolongaron cuando tiempo?

Rojas. En el caso mío fue ese día, nada más. Fue ese día el “tratamiento” que me hicieron a mí, después ya nunca más me volvieron a tocar. Hasta que, bueno, dicho sea de paso, yo estuve esa noche del 7 al 8 de agosto del 73, que esa fue la noche inolvidable, que pienso yo que nunca voy a olvidar el “tratamiento”, las tácticas, la técnica que usaron y el que me pegó, porque puedo decir, doy fe que solamente uno me tocó. Uno me pegó. El otro era el oficial “bueno” que era el Boetsch, que ese nunca me tocó tampoco. Pero el que a mi me tocó fue el teniente Alarcón, alias el “pata de cacho”. Kohler no me tocó, el solamente dio la orden que me dieran “ración doble” porque y sabía ya lo que iba a pasar, porque ya había pasado un campo de prisioneros anteriormente, pero en ejercicio, en ejercicio, nunca habíamos pasado en forma real.

– ¿En tu caso las torturas se prolongaron cuando tiempo?

Ruiz. Por la noche, caímos como a las 9 de la noche del día 7 de agosto del año 73 y puedo decir que casi toda la noche pasé con torturas, salvo que me di licencia, me desvanecí, pero siguieron las torturas hasta la madrugada. Y en ese encuentro recuerdo que me sacaron tapado con una frazada y ahí me recuerdo que me topé, ¿cómo a que hora sería eso?

Rojas. Tiene que haber sido como a las 4 de la mañana.

Ruiz. Tres de la mañana.

Rojas. A eso de las 6. A esa hora fue.

Ruiz. Y cuenta la anécdota de que por el cigarrito.

Rojas. Lo del cigarrito, o sea yo se lo dije anteriormente. Pero el llegó. Yo estoy en la casamata, adentro de la casamata, ya estaba vestido yo. Y yo lo único que quería era azotar la cabeza contra un pilar que tuviera punta cosa de romperme la frente. Romperme la frente cosa que me llevaran al hospital. Lo único que yo quería era que me llevaran al hospital porque me dolían las costillas. Pero en ese momento viene llegando Antonio Ruiz Uribe y viene fumando un cigarro.

Ruiz. Que me lo había pasado un cosaco; arriesgando que lo pillaran. Miró para todos lados y me dio la cortita. (una mitadita de cigarro). Porque me vio cagado en ese momento, se le ablandó el corazón.

Rojas. Y en ese momento llega al lado mío en la casamata, en la otra esquina. La casamata era, más o menos, de metro y medio por metro y medio. Si no eran tan grandes. Y el alto… uno tenía que andar más o menos encogido. Y él llega y me dice… Yo le pido la “cola”, yo le pido que me dé la cortita. Me da la corta. Y resulta que por haberme dado a mí la corta le pegan a él, un par de charchasos o no sé en el momento mismo, pero es que ya estábamos tan machucados que uno prácticamente –como estaba entumido– uno prácticamente pedía que la pegaran un par de charchasos para desentumecerlo un poco. Por que en la realidad de las cosas el “tratamiento” comenzó –y yo pienso que para todos fue lo mismo– apenas llegando al fuerte Borgoño. ¿Cierto? Llegando a las casamatas nos hacían desnudar al tiro. Y todo el “tratamiento” era desnudos, completamente desnudos. ¿Ya? Y ahí en la oscuridad ¿cierto? Te aparecen un par de gallos con muchos camuflados ¿cierto? Y dándote golpes con guantes y los guantes están mojados por supuesto, pienso –ahora, con el tiempo– que los guantes mojados no dejan huellas, no dejan huellas de los machucones. Y lo primero que hacen es preguntarte que a que célula perteneces y toda eso cuestión, y de repente un desubicado me dice,  “habla de Marx y Lenín” y yo le digo “si yo no los conozco”; “hábleme de Marx y Lenín”, “yo no los conozco, no los conozco” yo lo único que decía es “no tengo idea de que me están hablando”. Me preguntan por esos gallos y digo “no los conozco”, en mi ignorancia, de participación política nunca la había tenido, como decía anteriormente, y siempre lo voy a repetir lo mismo. Y ahí comenzaron aparecer unos nombres que era Aravena, Arestey y Domínguez, que fue los que yo inculpé. Porque yo digo honradamente, he conversado con ellos después, nunca antes los había conocido. Parece que todo eso fue un montaje para inculparlos a ellos. Porque lo que tengo entendido es que uno de ellos era universitario y tenían más estudios que nosotros mismos. O sea, más que nada eran intelectuales. Nosotros no. Además era tan “cabrito”.

–¿Cuántos años?

Rojas. Yo tenía 24 años. Y recién salido des cascarón prácticamente. Yo lo único que me interesaba era viajar. Por yo venía de la Escuela de ingeniería, yo hacía un mes que había llegado a ese buque. Y en un mes no voy a estar tan en conocimiento de un “plan subversivo”, porque como se ventila todo interiormente, el “Ancla 2”, el servicio de inteligencia naval que hay dentro, el contrainteligencia también, pero lamentablemente…

Ruiz. El “Ancla 51”.

Rojas. …lamentablemente ahí pagamos justos por pecadores. A la vista está que después me condenaron a un año tres meses, y eso fue con pena remitida. Porque estuve un año y tres meses adentro. Creo que me condenaron a dos años. El resto lo hice firmando. Y aquí me tienen. Pero en todo caso, el famoso cigarrito valió dos zumbas. Dos zumbas para dos personas.

Ahora, en relación a los cosacos, los infantes, digamos los de… como se les podría decir… cabo, sargento, suboficial, ellos lo único que hacían era sostener, sostenerlo a uno, y los que pegaban eran todos oficiales. Todos oficiales. Ahora todos podrán decir, ¿Cómo en ese momento vas a reconocer una persona? Bueno, yo los conocía personalmente ¿Cierto? Y además de eso que ellos, en el parche, o sea, todos llevan al lado derecho o al lado izquierdo, ya no lo recuerdo, el nombre, o sea el apellido solamente ¿Cierto? Estos caballeros tenían con tela adhesiva tenían tapado. Ahora, el Kohler pensó seguramente ¿Cómo sabe que yo soy capitán? Y él me hace la pregunta: ¿Cómo sabe que yo soy capitán? Yo fui infante. El error mío fue haber reconocido haber sido infante. Fui infante de marina, fui un conscripto claro, hice mi servicio militar, puta, con todas mis ilusiones, ¿Cierto? Con todas mis ilusiones hice mi servicio militar en la Infantería de Marina, que estoy orgulloso de haber prestado servicio en ella, pese a todo lo que pasó ¿Cierto? Y después de haber sido un servidor en la Armada, como simple marinero que era. Había cursado máquinas en la Escuela de ingeniería el año 72 y estaba haciendo carrera y eso era, porque me gustaba: me gustaba, me gustaba el uniforme, me gustaba lo que yo hacía en la forma profesional. Por eso mismo, por ende, no quise seguir en la infantería porque ahí era una vida de perros, porque son perros, lamentablemente, ellos cometieron la estupidez de haberme torturado y perdí la fe. Les perdí la fe. Ahora, ellos me hicieron hacer un juramento en el cual tenía que defender la Constitución y el Presidente… ¿Entonces en qué quedamos? Siendo infante, hago el juramento a la bandera, y después los mismos infantes tratan de desdecir lo que ellos mismos me enseñaron. Que no lo practicaron. Yo le digo en forma verbal todo esto, porque en la realidad no capto la idea. Si me hacen hacer un juramento como infante, después me cambio a náutico, y los mismos cosacos tratan de meterme en medio embrollo que no es Constitución ¿Entonces qué? Yo pienso que ahí a uno deberían adoctrinarlo, pasarle el código de justicia militar y además del código de justicia militar, enseñarle un poquito más de lo que es la Constitución.

– ¿A cuántos años te condenaron?

Ruiz. A tres años y un día. Claro, me quedaron debiendo 20 días, porque mi libertad se practicó a partir de la fecha 26 de septiembre, en circunstancias que yo había caído el 8 de agosto, el 7 de agosto del 73. Me condenaron a tres años y un día con el cargo de “autor por sedición o motín” en frustrado.  Lo más importante, al ingresar de la Escuela de grumetes a la edad de 15 años (o 16) sufrimos un gran cambio dentro de la poca formación cívica que teníamos a esa altura –a los 15 años. Enrolarnos en una institución castrense como la Armada, hay un cambio brutal si se quiere llamar, y seguir una disciplina estricta de corte vertical, nos cambió la vida pero nos adaptamos a eso siguiendo como corresponde la disciplina militar. Eso es un cambio substancial que nosotros sufrimos. Y el segundo golpe, que nos golpeó, es cuando caímos presos, conocimos otra realidad, nos apartamos de las filas de la Armada para pasar a las cárceles públicas en ese entonces. Ese fue un gran cambio en nuestras vidas. Y el tercer cambio, una vez cumplida la pena, porque todos cumplimos penas, en el caso de los tres años, y en el caso de los cinco años fueron conmutadas por la pena del extrañamiento. Ese es el tercer cambio, que nos golpeó porque tu sabes que en el exilio, aunque sean bien tratados, están desarraigados del amor popular que todos llevamos en el corazón. Y, los que nos quedamos acá, sufrimos. Yo por ejemplo sufría de ¿Cómo se llama eso? Paranoia. Y caí en una depresión a los pocos meses, encontrándome trabajando en Chile; me sentía perseguido. El doctor Almeida me acuerdo que me trató, siendo psicólogo o psiquiatra, no me acuerdo. Visité a la Vicaría de la solidaridad, en ese entonces, el año 77, en enero fue parece, nos trató por seis meses. Caí en una depresión maníaco depresiva que se llama y me introvertí, me cerré como ostra podría ser, pero no perdí el trabajo, porque sabía que era una buena terapia trabajar. Y entonces pasamos a otro estado de efervescencia, porque tu sabes que la depresión baja la animi [inaudible] a cero y sube un [inaudible] positiva, que viene siendo la efervescencia. Y ahí me fue bien. Me recordaba de todo. Me vi bien en los años (yo estaba terminando en el Luis Campino, un vespertino que en ese entonces estaba en [inaudible] con la Alameda); me iba bien, me sacaba buenas notas en cuarto medio, porque yo estaba terminando. Y fui presidente del centro de alumnos, me iba bien en mi trabajo, comencé a ganar plata y al próximo año ingreso a la universidad, me va bien en la prueba de aptitud, todo bien, con pequeñas “overchut” [recaídas] que podríamos decir, hasta que estaba en la normalidad. Presuntamente, yo fui favorecido, de la mano de Dios podría ser, porque de ahí para adelante me fue bien, tuve buenas pegas, gané mucha plata con el cambio del dólar a 39 pesos, me compré un auto, salí… viajé al Sur, hasta la décima región, fui vendedor viajero. Y me iba bien en la universidad, alcancé a estar dos años. Y aquí me tiene.

 

[1] Debe haber confusión de accidentes porque al Latorre lo van a buscar a Suecia en 1971.

[2] La ortografía es aproximada.

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